Ansiedad: tres rasgos de personalidad comunes y cómo manejarlos según la psicología

25 de Octubre de 2025

Ansiedad: tres rasgos de personalidad comunes y cómo manejarlos según la psicología

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 4,4 % de la población mundial sufre algún tipo de trastorno de ansiedad.

anciana abuela

Mujer de avanzada edad mirando por la ventana.

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Foto: Chat GPT

Mujer con ansiedad mirando por la ventana.
Foto: ChatGPT

La ansiedad es una reacción natural del cuerpo ante situaciones de amenaza, incertidumbre o presión. Aparece cuando el cerebro percibe peligro —real o imaginario— y prepara al organismo para responder con mayor alerta. Esta respuesta puede ser útil en algunos contextos, ya que impulsa la concentración o la energía necesaria para actuar. Sin embargo, cuando se vuelve constante, puede transformarse en un trastorno que limita la calidad de vida.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 4,4 % de la población mundial sufre algún tipo de trastorno de ansiedad. Estas patologías se manifiestan a través de miedos persistentes, preocupaciones excesivas, pensamientos repetitivos y síntomas físicos como palpitaciones, sudoración o tensión muscular. Además, están vinculadas con un mayor riesgo de depresión, enfermedades cardíacas y abuso de sustancias.

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Más allá de los síntomas clínicos, la ansiedad también puede influir en la manera en que una persona actúa, se relaciona y organiza su vida. La psicóloga española Ángela Fernández, a través de un análisis difundido en redes sociales, explica que existen tres rasgos de personalidad que suelen repetirse en quienes viven con este padecimiento. Identificarlos puede ser el primer paso para aprender a gestionarlos.

Rasgo 1: Alta responsabilidad y autoexigencia

Las personas con ansiedad tienden a ser altamente responsables y perfeccionistas. Según Fernández, suelen implicarse intensamente en sus tareas, con estándares muy elevados y una necesidad constante de cumplir o superar las expectativas propias y ajenas. Este nivel de exigencia puede generar logros profesionales o académicos, pero también un desgaste emocional considerable.

Este rasgo se asocia a lo que la especialista llama “rigidez mental”: una dificultad para aceptar errores, adaptarse a los cambios o permitirse descansar sin culpa. En muchas culturas, esta conducta se refuerza desde la infancia, cuando se premia la disciplina y el rendimiento. No obstante, cuando el perfeccionismo se combina con ansiedad, puede convertirse en un ciclo de estrés crónico.

Para manejarlo, los especialistas recomiendan introducir prácticas de flexibilidad cognitiva. Esto implica reconocer que el error forma parte del aprendizaje, establecer límites saludables en el trabajo y permitir espacios de descanso sin sentirse improductivo. La relajación progresiva, la meditación o el mindfulness pueden ayudar a disminuir la tensión asociada a la autoexigencia.

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Mujer con ansiedad en un baño. / Foto especial: Ideogram

Rasgo 2: Exceso de amabilidad y dificultad para poner límites

El segundo rasgo común entre las personas con ansiedad es la tendencia a ser demasiado complacientes. Fernández describe este patrón como una búsqueda constante de aprobación y armonía. Quienes lo presentan suelen ser generosos, cooperativos y empáticos, pero con una baja capacidad para priorizar sus propias necesidades.

El problema surge cuando esta amabilidad se convierte en un obstáculo para el autocuidado. Muchas personas con ansiedad evitan los conflictos a toda costa, toleran comportamientos injustos o asumen más responsabilidades de las que pueden manejar. Con el tiempo, esto genera agotamiento emocional y sensación de no ser valorados.

La especialista recomienda aprender a poner límites de manera asertiva, lo cual no significa ser egoísta, sino reconocer el propio bienestar como una prioridad. Para ello, pueden aplicarse estrategias como:

  • Practicar el “no” sin culpa: rechazar tareas o compromisos que exceden la capacidad personal.
  • Identificar relaciones desequilibradas: detectar vínculos donde el dar es constante, pero el recibir escaso.
  • Reforzar el autocuidado: incluir actividades placenteras o de descanso en la rutina diaria.
  • Buscar acompañamiento terapéutico: trabajar la autoestima y las creencias de autoexigencia mediante psicoterapia.

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Rasgo 3: Neuroticismo y reactividad emocional

El tercer rasgo es el neuroticismo, un término psicológico que se refiere a la tendencia a experimentar emociones intensas o inestabilidad emocional. Las personas con este rasgo son más sensibles al estrés, reaccionan con rapidez ante estímulos negativos y suelen mantener un estado de alerta constante.

Fernández explica que este tipo de reactividad puede amplificar los efectos de la ansiedad. Situaciones cotidianas —como una mala contestación o un cambio de planes— pueden generar respuestas emocionales desproporcionadas. Además, la acumulación de estrés favorece la aparición de pensamientos catastróficos o de miedo anticipado.

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Mujer con ansiedad. / Foto espeial: Ideogram

Para equilibrar este rasgo, se recomienda integrar actividades que promuevan la calma. Las prácticas de respiración consciente, el ejercicio físico moderado, la meditación guiada y los hábitos de sueño regulares pueden contribuir a reducir la hipervigilancia. Con el tiempo, estas rutinas ayudan al cerebro a percibir el entorno como menos amenazante y a responder de manera más estable.

Cuándo buscar ayuda profesionalSi los síntomas de ansiedad interfieren con la vida cotidiana —afectando el descanso, las relaciones o el rendimiento laboral— es importante consultar a un especialista en salud mental. Los trastornos de ansiedad son tratables mediante terapia cognitivo-conductual, técnicas de relajación y, en algunos casos, medicación controlada.

La detección temprana y la intervención profesional reducen significativamente el impacto del trastorno. Además, permiten aprender herramientas prácticas para manejar la preocupación, el perfeccionismo y la sensibilidad emocional.

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La ansiedad no solo es un conjunto de síntomas físicos o mentales; también puede influir en la forma en que se estructura la personalidad. Reconocer patrones como la autoexigencia, la excesiva amabilidad o la reactividad emocional es clave para comprender cómo la mente responde al estrés.

Trabajar en la flexibilidad, establecer límites y fomentar la calma son pasos esenciales para reducir la carga de la ansiedad y mejorar el bienestar general. Según los expertos, con acompañamiento adecuado y prácticas consistentes, es posible alcanzar un equilibrio emocional más saludable y duradero. DJ