El peligro de las fake news: Cómo la desinformación científica afecta la salud
Especialistas advierte que combatir las noticias falsas requiere educación crítica y verificación de fuentes
El peligro de las fake news
/Foto: Especial
Durante la pandemia de Covid-19, México vivió uno de los episodios más intensos de desinformación científica: en redes sociodigitales circuló la idea de que las vacunas contra el SARS-CoV-2 contenían un chip microscópico para monitorear a la población. Aunque absurda, la versión fue asumida por numerosos usuarios, evidenciando la vulnerabilidad social frente a las noticias falsas.
Cecilia Rosen, especialista del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, señala que la desinformación tiene como objetivo “confundir o desorientar a las audiencias respecto a un tema específico”, incluso cuando quienes la comparten no saben que están difundiendo falsedades. Durante la crisis sanitaria, afirma, se promovieron supuestos tratamientos “preventivos” que carecían de evidencia científica y que, en el mejor de los casos, eran inocuos; en el peor, ponían en riesgo la vida de quienes los utilizaban en lugar de seguir medidas efectivas como el aislamiento, la ventilación o el uso de cubrebocas.
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Noticias Falsas durante la pandemia
Rosen advierte que ciertos grupos organizados, como los activistas antivacunas, difunden sistemáticamente información no sustentada. Durante la emergencia por Covid-19, estos sectores aseguraban que las vacunas no se habían probado adecuadamente y que podían causar efectos adversos severos, sin presentar evidencia científica. Su discurso se sostiene, en general, en la idea de que los biológicos no funcionan y sólo responden a intereses económicos de la industria farmacéutica.
La especialista recuerda que el escepticismo inicial ante la rápida aprobación de las vacunas de ARN mensajero era comprensible, pero la explicación científica —el avance tecnológico y la base de investigaciones previas— se impuso. Los datos mostraron una drástica reducción en la mortalidad tras su aplicación global. Aun así, Rosen subraya la importancia de continuar estudiando estos biológicos para evaluar sus efectos a corto y largo plazo, como ocurre con cualquier medicamento.
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El papel amplificador de las redes sociodigitales
Para Rosen, la desinformación está fuertemente influida por el contexto social, político, económico y temporal. Durante la pandemia, la Organización Mundial de la Salud recuperó el concepto de infodemia para describir la avalancha de información engañosa que se propagó con velocidad inédita gracias a las plataformas digitales. Lo que antes tardaba en llegar a pequeños grupos, hoy se difunde instantáneamente a escala global.
Las consecuencias sociales son diversas: desde inversiones inútiles en tratamientos ineficaces hasta un daño más profundo y persistente, como la desconfianza en las autoridades sanitarias, en la investigación científica y en los sistemas de salud.
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Cómo enfrentar las noticias falsas
La investigadora enfatiza que combatir la desinformación exige que los ciudadanos se eduquen para aplicar filtros críticos antes de compartir información. Es necesario evaluar su origen, su propósito y su posible impacto. “Cuanto más enfática sea, más escépticos deberíamos ser”, afirma.
Su proyecto “Nuevos escenarios, nuevas prácticas: la construcción de ciudadanía científica en las juventudes de la era digital” busca comprender cómo los universitarios acceden a información científica y cómo fortalecer, desde instituciones como la UNAM, la comunicación pública de la ciencia.
Rosen concluye que, aunque no todos pueden leer artículos científicos, sí es posible acudir a fuentes secundarias confiables. Por ello, el periodismo especializado sigue siendo clave para verificar datos y traducir la ciencia a un lenguaje accesible y riguroso.
YF