¿Qué es el doomscrolling y cómo saber si eres adicto a las noticias negativas?
Este es el hábito de consumir noticias negativas sin freno, afecta sobre todo a jóvenes, pues aumenta ansiedad, insomnio y estrés.
El doomscrolling puede aumentar los niveles de ansiedad y afectar el descanso.
/Fotoarte: Eje Central
Revisar el teléfono por “un momento” para ponerse al día con las noticias puede transformarse en horas atrapados en un flujo interminable de titulares alarmantes. Esa necesidad de seguir deslizando, incluso cuando cada nota genera más preocupación, tiene nombre: doomscrolling.
El término, también conocido como doomsurfing, describe el impulso compulsivo de pasar demasiado tiempo leyendo o mirando información negativa en redes sociales y portales de noticias. Aunque el fenómeno existía antes, se popularizó durante la pandemia de Covid-19, cuando millones de personas pasaron gran parte de sus días conectadas a pantallas buscando entender una realidad incierta.
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¿Por qué el cerebro se engancha con las malas noticias?
Este comportamiento se explica por la combinación de dos fuerzas psicológicas. La primera es el sesgo de negatividad, la tendencia humana a fijarse más en lo malo que en lo bueno, un mecanismo evolutivo que ayudó a nuestros antepasados a detectar peligros. La segunda es el miedo a perderse algo importante (FOMO, por sus siglas en inglés), que impulsa a revisar constantemente las noticias para no quedar desinformados. Ambas se potencian con los algoritmos de las redes sociales, diseñados para mantener nuestra atención mediante la repetición de contenidos similares.
Aunque cualquiera puede caer en este hábito, los estudios identifican a tres grupos más vulnerables: jóvenes y adultos jóvenes —el 46% de los millennials y el 51% de la generación Z reconocen hacerlo con frecuencia—, personas con ansiedad o depresión, y usuarios intensivos de redes sociales. En todos los casos, la sobreexposición a información negativa refuerza el malestar emocional y la sensación de impotencia.
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¿Qué consecuencias tiene el doomscrolling en la salud mental y física?
El doomscrolling no solo roba tiempo: afecta la mente y el cuerpo. La exposición constante a noticias alarmantes incrementa la tensión, la tristeza y la percepción de que el mundo es más peligroso de lo que realmente es. Un estudio reveló que leer apenas tres minutos de información pesimista al comenzar el día eleva en 27% la probabilidad de tener una jornada negativa. En personas con trastornos preexistentes, el hábito puede agravar cuadros depresivos o de pánico.
El impacto físico también es considerable. Revisar noticias perturbadoras antes de dormir interrumpe el descanso, ya que la luz azul de las pantallas inhibe la melatonina y el contenido estresante estimula la producción de cortisol y adrenalina. Con el tiempo, esto puede derivar en insomnio, dolores de cabeza, tensión muscular y fatiga crónica. Dormir mal, a su vez, incrementa la irritabilidad y reduce la concentración, perpetuando el ciclo de estrés.
Paradójicamente, el doomscrolling suele comenzar como una búsqueda de consuelo: entender el caos del mundo para sentirse más preparado. Pero el efecto termina siendo el contrario. Cuanto más tiempo pasamos leyendo malas noticias, más aislados nos sentimos. El tiempo frente a la pantalla sustituye las interacciones reales y las actividades recreativas, generando una sensación de desconexión que lleva a buscar más información para llenar el vacío. El resultado es un círculo de ansiedad y soledad difícil de romper.
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¿Cómo romper el ciclo del doomscrolling y recuperar el bienestar?
Superar este hábito no implica desconectarse del mundo, sino redefinir la relación con la información.
Establecer horarios específicos para revisar noticias, evitar hacerlo antes de dormir y limitar las fuentes a medios confiables son pasos clave. También ayuda a reorganizar el entorno digital: desinstalar aplicaciones, usar versiones web o activar el modo escala de grises para reducir estímulos. Practicar mindfulness —detenerse a observar el estado emocional durante la navegación— permite detectar cuándo la ansiedad empieza a aumentar.
›Sustituir el tiempo de pantalla por actividades que generen bienestar, como leer, ejercitarse, meditar o conversar cara a cara, ayuda a restablecer el equilibrio emocional. Si el impulso persiste o interfiere con la vida cotidiana, buscar ayuda profesional puede ser decisivo para romper el ciclo.
Reconocer el doomscrolling como un problema es el primer paso para controlarlo. En una era de hiperconexión, la verdadera forma de estar informados puede ser aprender a desconectarse. Reducir la exposición a la negatividad, recuperar espacios sin pantallas y reconectar con lo positivo no significa ignorar la realidad, sino elegir una manera más saludable de relacionarse con ella.
En tiempos de saturación informativa, cuidar lo que vemos —y cuánto vemos— se ha convertido en una herramienta esencial de bienestar mental y emocional.
Tips para romper el ciclo del doomscrolling
Establece límites de tiempo diarios: intenta limitar tu tiempo de desplazamiento a no más de 30 minutos al día.
- 51 por ciento de la generación Z admite pasar demasiado tiempo leyendo noticias.
- 46 por ciento de los millennials practica doomscrolling con frecuencia.