El refugiado profesional

16 de Abril de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

El refugiado profesional

maria idalia gomez

Pocos saben que el Sistema Nacional de Protección Civil, el andamiaje medular para un país en riesgo lo creó un científico que abrazó a México como refugio, un sobreviviente que hace unas semanas murió a los 88 años víctima de Covid-19, el doctor Ovsei Gelman Muravchik. A 35 años del terremoto de 1985 es un buen pretexto para que se conozca su historia.

El doctor Gelman Muravchik bromeaba refiriéndose así mismo como un “refugiado profesional”. Nació en 1932 en Polonia y vivió hasta los nueve años en un pequeño pueblito de Bielorrusia llamado David Gorodok. Sobrevivió al holocausto junto con su padre, después de que toda la población judía de su pueblo fue masacrada por los nazis. Su primer refugio fue la entonces Unión Soviética y allí, a los 23 años, se graduó con mención honorífica de la maestría en física teórica, y seis años después concluyó el doctorado en Ciencias Fisicomatemáticas.

Aunque su carrera académica era muy exitosa, no estaba de acuerdo y no le era fácil vivir con las asfixiantes políticas totalitarias de la URSS. En 1972 solicitó permiso para emigrar. El resultado, perdió su empleo y durante los siguientes tres años sufrió una persecución rutinaria y constante por parte de la maquinaria estatal. Sólo gracias a un esfuerzo coordinado de la comunidad científica y social internacional obtuvo su libertad y en septiembre de 1976 llegó, junto con su esposa e hijo, a México, aceptando una invitación del Instituto de Ingeniería de la UNAM. Sólo venía por un año, pero se quedó toda su vida.

Su propia historia y experiencia le marcó el rumbo de sus investigaciones. Se enfocó en la prevención de desastres, al darse cuenta de los cambios climáticos, de las mayores concentraciones poblacionales en zonas urbanas, y la intensificación de fenómenos destructivos industriales. En 1977 comenzó el proyecto San Jorge, poniéndole el nombre del mítico santo que luchaba contra los dragones, en este caso los desastres, y dio origen a la rama de la ciencia denominada Investigación Interdisciplinaria de Desastres, en la que el doctor Gelman coordinó el grupo de trabajo que comenzó con el estudio, de forma interdisciplinaria, de estos fenómenos y su alternativa de solución, algunos de los casos: las consecuencias de la erupción del volcán Chichonal; las explosiones de gas en San Juan Ixhuatepec, estado de México, y el diseño de las medidas de prevención, mitigación y atención de desastres provocados por sismos en las Californias (Tijuana-San Diego) y por huracanes, en el área Matamoros–Brownsville.

Al proyecto al que más tiempo le dedicó, y que consideraba como el más importante de su carrera, fue el diseño del Sistema de Protección y Restablecimiento de la Ciudad de México frente a los Desastres (SIPROR), que comenzó en 1980. Durante más de tres años trabajó a marchas forzadas, sin descanso, angustiado de que pudiera ocurrir un desastre antes de que él terminara su desarrollo, sintiendo que cualquier pérdida de vidas humanas en ese caso estaría sobre su conciencia. No obstante que el proyecto fue concluido a finales de 1983, la lentitud burocrática y la eterna falta de presupuesto que ha caracterizado la administración pública, afectó su implantación por parte del Departamento del Distrito Federal, por lo que la capital no estuvo preparada, como él esperaba que estuviera, ante los sismos de 1985. Pero no se dejó derrotar y logró que en 1986 el gobierno federal utilizara el SIPROR como modelo para la creación del Sistema Nacional de Protección Civil, participando durante muchos años como asesor de la mayoría de los titulares de Protección Civil, tanto en Gobernación, como en la Ciudad de México.

Además, participó en el desarrollo de la estructura organizacional del Centro Mexicano-Japonés de Prevención de Desastres Sísmicos, que en 1988 fue decretado como el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred). En 1992, como consecuencia del desastre provocado por las explosiones en el drenaje de Guadalajara, Jalisco, se creó el Programa Interinstitucional de Prevención de Riesgos y Monitoreo Industrial (PIPRIMIN), siendo el doctor Gelman quien lo diseñó y fue su primer director.

Para 1990, en reconocimiento a sus servicios destacados a la Nación, recibió su carta de naturalización de mano del presidente Carlos Salinas. La trayectoria y las aportaciones del doctor Ovsei Gelman Muravchik a sus alumnos en la UNAM, donde laboró por 42 años; a la ciencia, a través de sus 350 publicaciones e investigaciones, y a la administración pública, no se pueden resumir en todos los premios que recibió en México y diferentes países, tampoco en estas cortas líneas, aunque no buscó la fama o fortuna, sólo servir.

“…dedico este libro…a la memoria de las innumerables víctimas de los desastres, con la esperanza de que este granito de arena contribuya a reducir el dolor provocado por la pérdida de hogares y seres queridos cuando, en un instante, cambia irreversiblemente el curso normal de toda la vida”, se lee en la dedicatoria que colocó en su libro Desastres y Protección Civil. Esta es la visión de un hombre que con su vida ayudó a la transformación de este país.

Datos adicionales

Ovsei Gelman Muravchik fue Consejero Científico del Comité Técnico Internacional

Metrópolis Riesgos Mayores de la Asociación Mundial de Grandes Metrópolis, con sede en París, Francia; así como Huésped Distinguido de la Universidad Nacional de Trujillo, Perú; Meritorious Award y Distinguished Service Award, ambos por parte de The International Institute for Advanced Studies in Systems Research and Cybernetics y la Medalla al Mérito Académico de la UNAM.

El famoso artista callejero Banksy sostiene en uno de sus libros que una persona muere dos veces – la primera vez cuando deja de respirar y la segunda vez cuando su nombre se pronuncia por última vez. El doctor Gelman murió hace tres semanas, en medio del peor desastre al que México se ha enfrentado, víctima precisamente del Covid-19, ojalá que su nombre se siga repitiendo por muchos años, no sólo por los profesionales y académicos del campo de la Protección Civil, o por sus exalumnos y becarios que aprendieron de él una permanente búsqueda de la perfección en todo lo que se hacía, sino por los millones de mexicanos de esta y próximas generaciones, cuyas vidas serán más seguras gracias a sus aportaciones para disminuir los desastres.