La construcción de un cártel

29 de Abril de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

La construcción de un cártel

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Una de las más exitosas organizaciones criminales en México, por su dimensión, capacidad, control territorial, e impacto en el mercado, fue el llamado Cártel del Golfo, que se construyó desde la década de 1970 y que dirigió por más de una década Juan García Ábrego, hasta enero de 1996, cuando fue detenido y deportado 
a Estados Unidos. Entre los factores que le permitieron comprar armas en Estados Unidos e importarlas a México, y trasladar toneladas de cocaína, mariguana y heroína desde Centroamérica o de los campos de cultivos en Veracruz o Guerrero, por ejemplo, fue el diseño de la estructura del cártel. Un método que también le funcionó a los cárteles de Guadalajara, Sinaloa y de Amado Carrillo Fuentes. Y que ahora el Cártel Jalisco Nueva Generación comenzó a implementar y, le ha sido tan redituable que en dos años se ha podido extender a 28 entidades del país. Si bien el Cártel del Golfo tenía una dirección vertical en la que sólo mandaba García Ábrego, se diseñó una suerte de responsables para diferentes tareas, de logística, de lavado de dinero, de compra de armas, de corrupción, de seguridad y de compra-venta de drogas, por ejemplo. Esta estructura, prácticamente departamental, permitía que no se conocieran todas las partes, que si cayera una de las células no arrastrara a otras del grupo, y facilitaba el control interno de confianza y manejo de recursos. Otro de los aciertos fue que no era una estructura criminal tan obesa como podría pensarse. Los mandos en cada célula estaban plenamente identificados y eso permitía una suerte de escalafón. El mayor secreto es que García Ábrego logró someter y controlar el territorio que se apropió para su negocio, desde Quintana Roo hasta Tamaulipas, y luego negoció con las organizaciones locales, a las cuales les convenía colocarse la marca de El Golfo para tener una tajada más grande. Aunque pertenecer u ostentar esa franquicia no era sencillo, había que someterse a un código de conducta interno, respetar al representante del cártel y al negocio. Si alguien rompía estas condiciones, era eliminado. Así, por ejemplo en Tamaulipas, históricamente se consolidaron dos grupos o bandas criminales, Los Texas y Los Chachos. Eran enemigos, pero mientras García Ábrego mantuvo el liderazgo, no se enfrentaron, no invadieron su territorio e hicieron su trabajo de control de los estados tamaulipecos, así que sobornaron, 
y traficaron, almacenaron y vendieron drogas, además de comprar armas en 
Estados Unidos. Una vez que fue detenido y deportado el líder, comenzaron las peleas. Llegaron a tal punto que Guillermo Martínez Herrera, identificado por la PGR como uno de los líderes de Los Texas y catalogado como uno de los operadores más importantes de la región y quien había sido sentenciado a purgar una condena de ocho años y seis meses de prisión, decidió permanecer en la cárcel de La Loma, en Nuevo Laredo, Tamaulipas. No era un acto de contrición, era el lugar perfecto para estar a salvo de los ataques de sus enemigos, la banda de Los Chachos y de Osiel Cárdenas, y para seguir operando, porque había tomado el control total de ese penal estatal. Este esquema de alianza o asociación de bandas con cárteles de la droga es lo que existe en la Ciudad de México. Por eso es verdad cuando las autoridades capitalinas aseguran que no están operando directamente los grandes cárteles del crimen organizado. Decir lo contrario, como algunos lo han hecho, no sólo es un discurso fácil, sino peligroso, porque no permite dimensionar con claridad de qué tipo de estructuras criminales estamos hablando y cuál es su capacidad real. Tal parece que al juego político no le importa las graves consecuencias de una información equivocada, porque la peligrosidad de estos grupos es real, pero con el discurso fácil se amplifica y define erróneamente, y ello pone en riesgo a los ciudadanos. Tláhuac es un ejemplo concreto de cómo un grupo criminal se consolidó, creció, dominó el territorio y al servir al Cártel Jalisco Nueva Generación, su capacidad económica y de fuego aumentó. En este momento el reacomodo en las grandes organizaciones criminales está conmocionando a sus aliados y socios también, por lo que la violencia está creciendo en varias zonas del país. Esta depuración todavía generará más violencia. En la Ciudad de México será a través de asesinatos selectivos o secuestros. Sólo la inteligencia, la estrategia y la limpieza de las corporaciones permitirá que este cambio en las organizaciones no detone una mayor crisis de violencia en el país.

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