Ha terminado la semana pasada la IV Conferencia de Financiación para el Desarrollo en Sevilla, España, y una cosa que llama la atención es la escasa difusión y los mínimos comentarios sobre ella a nivel mundial, incluyendo a nuestro país.
El tema de la conferencia atañe a todo el Sur Global e incluso a algunas partes del Norte rico, y de no ser por las propuestas encabezadas por el anfitrión, España, con el apoyo de Brasil, el documento llamado Compromiso de Sevilla, firmado por todos los participantes -aunque no sea vinculante ni constituya un tratado internacional- habría pasado desapercibido en un momento crucial para muchos países.
Sin duda, la ausencia de Estados Unidos y las críticas realizadas por diversas organizaciones han contribuido también a que su difusión y posibles resultados sean escasos.
El Compromiso de Sevilla advierte que para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030 se necesitan 4 billones de dólares y que, si no se toman medidas adecuadas, los ODS serán un fracaso para la humanidad en temas cruciales.
Para empeorar la situación, el felón que gobierna el país vecino del norte logró otra gran victoria durante la misma semana de la conferencia: derrotó a los supuestamente poderosos países miembros del llamado G7, quienes habían acordado aplicar impuestos mínimos a las empresas estadounidenses que evaden su pago utilizando paraísos fiscales. El impuesto propuesto era de tan solo 1.5 % sobre las ganancias globales de las multinacionales. Sin embargo, fueron amenazados con aranceles y cedieron, eliminando dicha tributación. Algo parecido le sucedió al nuevo gobierno de Canadá, que también cedió ante Trump y canceló un impuesto digital que pensaba aplicar.
Por eso, resulta al menos alentador saber que en Sevilla, España y Brasil propusieron una iniciativa para gravar a los ultrarricos del mundo. Argumentaron que la riqueza del 1% más rico se ha incrementado en más de 33.9 billones de dólares en términos reales desde 2015, y que la riqueza de los tres mil multimillonarios ha crecido en 6.5 billones de dólares desde esa misma fecha, lo que equivale al 14.6% del PIB mundial, según datos publicados por el periódico digital español Público. Ambos países hicieron eco del apartado 27e del Compromiso de Sevilla, que a la letra dice: “promoveremos sistemas tributarios progresivos en los países”.
A la propuesta de España y Brasil, denominada “Imposición efectiva de impuestos a personas con altos patrimonios. Impuesto a los superricos”, se ha sumado Sudáfrica y se espera que más países la respalden, especialmente considerando que la reducción de actividades de la mayor agencia donante del mundo, la estadounidense USAID, provocará no solo mayor miseria, sino muertes por falta de vacunas, medicamentos y alimentos en muchos países, sobre todo africanos.
La ONG Oxfam publicó un documento con motivo de la reunión de Sevilla, bajo el lema “Financiar el desarrollo, no a la oligarquía”, en el cual presenta datos concretos sobre la situación global en estos temas.
En uno de los apartados se hace referencia al “Consenso de Wall Street”, término acuñado por la académica Daniela Gabos, quien critica la actual promoción por parte de los bancos multilaterales de apoyar asociaciones público-privadas o directamente a grandes empresas para que asuman el papel de respaldo a las naciones del Sur Global. Según la académica, esta es la nueva estrategia que reemplaza al “Consenso de Washington”, con el fin de satisfacer las exigencias de los inversionistas de obtener mayores beneficios con su dinero.
Esperemos que esta IV Conferencia de la ONU sobre Financiación para el Desarrollo tenga algún beneficio concreto, porque el tiempo apremia. Y, por cierto, sería conveniente saber: ¿asistió algún funcionario por parte de México? Y, si fue así, ¿qué hizo?