El desaire de Claudia Sheinbaum al Vaticano podría repetirse

6 de Agosto de 2025

Pablo Reinah
Pablo Reinah
Periodista con 28 años de experiencia en televisión, radio y medios impresos. Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2001, ha trabajado en Televisa, Grupo Imagen y actualmente conduce el noticiero meridiano en UNOTV. Ha colaborado en medios como Más por Más, Excélsior y Newsweek. Es autor del libro El Caso Florence Cassez, mi testimonio y asesor en medios de comunicación.

El desaire de Claudia Sheinbaum al Vaticano podría repetirse

Pablo Reinah columnista

No cualquier día la Plaza de San Pedro recibe a 50 jefes de Estado, 10 monarcas y representantes de 146 países, solo en la muerte del Papa Francisco ocurre esto, se trata del primer pontífice latinoamericano, cuya muerte a los 88 años marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia. Entre líderes como Donald Trump, Javier Milei, Lula da Silva, Emmanuel Macron y Volodímir Zelenski, destacó la ausencia de Claudia Sheinbaum, presidenta de México, el segundo país con más católicos del mundo, con 98 millones de fieles.

La mandataria optó por no asistir al funeral y delegó la representación a la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, decisión que ha generado críticas y cuestionamientos sobre su visión de los eventos de relevancia internacional. Más aún, jerárquicamente habría correspondido al canciller Juan Ramón de la Fuente encabezar la delegación.

El desaire de Sheinbaum podría repetirse durante la presentación del nuevo Papa, priorizando asuntos internos. Esto refuerza la percepción de un distanciamiento hacia la Santa Sede, con posibles repercusiones tanto diplomáticas como simbólicas.

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La ausencia de la presidenta no fue un detalle menor, sino una señal política. México, con su profunda raíz católica y una historia relevante en su relación con el Vaticano, esperaba presencia presidencial en un momento de trascendencia universal. Francisco, quien visitó México en 2016 y dejó huella con sus mensajes en la Basílica de Guadalupe, Chiapas y Ciudad Juárez, fue reconocido por la propia Sheinbaum como un “humanista progresista” y crítico del neoliberalismo. Apelar a la separación Iglesia-Estado como justificación para su inasistencia resulta insuficiente ante la magnitud del acontecimiento.

No se trataba solo de un funeral, sino de un acto de alcance global, donde convergieron figuras de distintas ideologías en un gesto de respeto a un líder que influyó en temas como la justicia social, el cambio climático y la paz. La decisión de enviar a la secretaria de Gobernación, aunque válida desde el protocolo, contrasta con la presencia personal de presidentes como Milei, quien, pese a sus diferencias con Francisco, acudió a rendir homenaje a su compatriota.

Más allá del funeral, la mirada se dirige ahora al cónclave que comenzará el 7 de mayo y culminará con la elección del nuevo Papa. Si la presidenta vuelve a ausentarse, México podría quedar al margen de un momento histórico, perdiendo la oportunidad de reforzar su presencia en la esfera internacional, donde se tejen vínculos estratégicos. La posibilidad de encuentros clave, como el que protagonizaron Trump y Zelenski, es un ejemplo.

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Aunque el Vaticano no ha manifestado un descontento explícito, es difícil pensar que estas señales pasen desapercibidas. La relación con la Santa Sede, construida durante décadas, merece reciprocidad, sobre todo tras la audiencia privada que Francisco concedió a Sheinbaum en febrero de 2024, poco antes del inicio de su campaña presidencial, Sheinbaum como otros candidatos aprovecho el momento.

El impacto de su ausencia va más allá del ámbito religioso. En tiempos polarizados, eventos como el funeral del Papa o la elección de su sucesor son oportunidades para tender puentes, proyectar liderazgo y fortalecer la imagen de un país. México, con su peso regional y legado espiritual, no debería quedar al margen. Si la inasistencia se repite, podría interpretarse como una señal de indiferencia hacia el diálogo global, justo cuando el país enfrenta desafíos que exigen una política exterior activa.

La decisión de Sheinbaum de mantenerse al margen no solo resta presencia internacional, sino que ignora el sentir de millones de mexicanos que ven en el Papa un símbolo de esperanza. Asistir no es una concesión religiosa, sino un gesto de liderazgo. ¿Rectificará Sheinbaum su postura ante el nuevo Papa o seguirá optando por el silencio en un mundo que exige presencia? El tiempo lo dirá. La historia no olvida las ausencias.