La salud de un cuerpo de agua no se demuestra con protocolos o anuncios: se evidencia con vida dentro de él. Un arroyo, lago o canal verdaderamente limpio vuelve a albergar peces vivos. Ese signo, simple y poderoso, es el mejor espejo de nuestra capacidad ambiental. Una herramienta clave para lograrlo es la creación y fortalecimiento de iniciativas de infraestructura verde y azul. El Programa Especial de la Red de Infraestructura Verde (PERIVE), impulsado por SEDEMA, ha ejecutado más de 300 proyectos desde 2019 que incorporan soluciones basadas en la naturaleza para recuperar cuerpos de agua y espacios públicos asociados.
Los cuerpos de agua urbanos, como ríos, canales y lagos, desempeñan funciones ambientales, económicas y sociales esenciales. Sin embargo, muchos de estos afluentes han sufrido alteraciones en su cauce y calidad debido a intervenciones como canalizaciones, construcción de presas y desvíos de cauces. Estas modificaciones han afectado la biodiversidad y la funcionalidad de estos ecosistemas. La restauración ecológica de los cuerpos de agua implica un enfoque integral que considere aspectos sociales, culturales y ambientales. Según la Dra. Rosa María Ramírez Zamora, investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM, es necesario implementar un programa de restauración que permita devolver un ecosistema a su estado natural, restableciendo las dinámicas ecológicas, la biodiversidad y los servicios ambientales. Esto incluye acciones de saneamiento, rehabilitación y restauración, dependiendo del nivel de daño y los objetivos específicos de cada intervención ya que la presencia de peces en cuerpos de agua restaurados es un indicador claro de la mejora en la calidad del agua. Especies como la tilapia han sido reintroducidas con éxito en cuerpos de agua como el Canal Nacional, gracias a las acciones de restauración y saneamiento implementadas. Estas especies no solo indican una mejora en la calidad del agua, sino que también contribuyen al equilibrio ecológico del ecosistema acuático. A pesar de los avances, existen desafíos significativos en la restauración de los cuerpos de agua urbanos. El cambio climático, la contaminación difusa y la introducción de especies invasoras son amenazas que requieren atención continua. Sin embargo, la implementación de estrategias basadas en la naturaleza, como la vegetación ribereña y la mejora en el tratamiento de aguas residuales, ha mostrado resultados positivos en la recuperación de estos ecosistemas. Estas intervenciones no son solo técnicas: detrás de cada canal limpio hay comunidades comprometidas con su cuidado. Vecinos que participan en jornadas de limpieza, escuelas que integran proyectos educativos sobre biodiversidad y jóvenes que monitorean la vida acuática generan un círculo virtuoso donde la ciudad y sus habitantes se conectan. Según la ONU, los cuerpos de agua urbanos restaurados son esenciales para alcanzar el ODS 6, que garantiza el acceso a agua limpia y ecosistemas saludables. Además, aportan resiliencia ante fenómenos extremos como lluvias intensas o sequías prolongadas.
La verdadera señal de que un cuerpo de agua ha dejado de ser una cloaca oculta es cuando el agua vuelve a latir con vida. Que un pez nade libre en un canal recuperado no es solo imagen: es prueba de que la ciudad puede sanar, paso a paso, de manera ecológica y eficaz.