Lo que nos dejó Wimbledon 2025

9 de Agosto de 2025

<b>Alfredo Castillo Cervantes</b>
Alfredo Castillo Cervantes
Abogado, politólogo y economista, con estudios de posgrado en administración y ciencias del deporte.

Lo que nos dejó Wimbledon 2025

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Para mi querido Ignacio Zorrilla, esperando su pronta recuperación.

No era una final más de Wimbledon, era la continuación de una herida que Jannik Sinner “cargó” desde su dolorosísima derrota en la final de Roland Garros un mes antes, cuando después de haber tenido triple match point, sucumbió en cinco maratónicos sets ante el español Carlos Alcaraz (7/6 en el último parcial después de cinco horas y veinte minutos de partido).

Era, a su vez, la séptima final seguida de Grand Slam en donde uno de estos dos guerreros se iba a alzar con la corona de un grande ya que, desde el Abierto de Australia de 2024, sólo Alcaraz o Sinner los han podido ganar.

A título individual, Alcaraz iba por su tercer Wimbledon de manera consecutiva, algo que sólo pudieron lograr Borg, Sampras, Federer y Djokovic. Por el otro lado, Sinner estaba en su cuarta final consecutiva de Grand Slam, algo que sólo pudieron lograr Laver, Federer, Nadal, Djokovic y Agassi.

Con esos antecedentes no sorprendió que en la reventa se estuvieran vendiendo boletos hasta en 27 mil libras esterlinas (680 mil pesos). El mundo del tenis estaba totalmente concentrado en este duelo de titanes.

El primer set, como en Roland Garros, fueron más los nervios y las imprecisiones que los grandes tiros. Aunque Sinner llegó a estar 4-2, Alcaraz ganó cuatro games seguidos para llevarse este primer parcial 6-4. Después de esto, la mayoría de los fanáticos consideraron que el italiano seguía sin poder superar mentalmente su derrota de hace apenas unas semanas en el abierto parisino, amén de haber perdido los últimos cinco encuentros ante el español.

Ante este escenario, la pregunta más bien era si Jannik podría robarle un set a Alcaraz, pero pocos, muy pocos, dudaban que el tricampeonato terminaría en las manos de “Carlitos”.

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Sin embargo, Sinner comenzó a desplegar un mejor tenis, y ante todos los pronósticos rompió el saque del español para irse 5-4 y el saque en el segundo set. Para mi este fue el punto de inflexión del partido ya que en este game Alcaraz jugó magistral para romper el servicio tirando prácticamente tres winners, mismos que Sinner no solo impidió que se materializaran a favor de Alcaraz, sino que en estos mismos puntos, el italiano además de alcanzar a devolver la bola, lo hizo de manera tal que el winner terminó siendo a favor de él, y con eso cerró el segundo parcial para equilibrar el partido a un set por bando.

A partir de ese momento, el partido pasó a ser controlado por Sinner. El italiano desplegaba una confianza tal que Alcaraz en un cambio de lado le dejó saber a su equipo que se encontraba en el palco, que no podía contrarrestar la fuerza y la velocidad que el italiano estaba ejecutando desde el fondo de la pista. El tercer set era una batalla entre dos gigantes. En el tres iguales, cada uno había ganado 80 puntos. No podía estar más parejo el partido, pero como sucede en el tenis, los puntos importantes iban a definir la balanza y como dije anteriormente, el control del partido lo tenía el italiano por lo que Sinner no sólo ganó este tercer parcial sino que inició de manera contundente el cuarto set.

A estas alturas del encuentro, no se veía por donde pudiera remontar Alcaraz. Y no es que estuviera jugando mal el español, sino que Sinner ante el antecedente de la remontada de Roland Garros de Alcaraz, sabía que no podía distraerse ni un solo punto, y seguía jugando como si el urgido de ese cuarto set para sobrevivir fuera él y no Alcaraz.

Sinner tenía claro qué si perdía ese cuarto set, Alcaraz tendría todo a su favor en un quinto y definitivo set, por lo que para los dos ese era el set del partido y del torneo. Sinner rompió el saque de Alcaraz a inicios de este set, y a partir de ese momento la tensión se apoderó de todos. Aunque el momento lo tenía Sinner, la esquina de Alcaraz le dejó ver al español que tenía que jugarle más al centro al italiano, lo cual le empezó a dar resultados.

Sinner empezó a mostrarse inseguro, y en sus siguientes dos games con su servicio, tanto en el 3-2 como en el 4-3, el italiano solo pudo meter dos primeros servicios en 15 oportunidades. El fantasma de Roland Garros lo perseguía y Alcaraz empezaba a sonreir entre puntos y en los cambios de lado, dejando ver que ahora la confianza estaba de su lado y que iba por la remontada. El italiano sufría muchísimo en cada uno de sus servicios, mientras Alcaraz ya ganaba el suyo de manera holgada. De esta manera, con una dejada de volea digna de un artista, Alcaraz le dejó a Sinner la responsabilidad de cerrar el partido en el 5-4 y su saque, algo que el italiano ya había vivido también en el abierto parisino en el mismo cuarto set.

Con una mano temblorosa al tomar agua en el cambio de lado, Sinner pudo “recrear” lo que podría significar ese siguiente “game” para su vida. Si perdía su servicio y el partido se iba a cinco iguales, era muy probable que la pesadilla de hace unas semanas en Roland Garros se volviera a repetir, y que el italiano sucumbiera en el cuarto y quinto set, con todas las consecuencias que eso tendría para su vida tenística.

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Pero si podía mantener su servicio, la revancha deportiva le habría llegado demasiado rápido y con eso enterrar de una vez por todas la tragedia que vivió en Roland Garros y con Alcaraz. Con todo este escenario y con todo lo que valía ese juego de saque, Sinner pudo manejar la enorme presión y tensión que se vivía en el estadio y con un potente servicio conservó su saque para ganar el partido y con ello su primer Wimbledon.

El tenis necesitaba que Sinner le ganara a Alcaraz en esta final. A partir de ahora están en las mismas condiciones. Sinner es el único tenista que le ha ganado una final de Grand Slam a Alcaraz, y Alcaraz es el único tenista que le ha ganado una final de Grand Slam a Sinner.

Además, romper ese 0-5 que tenía Sinner contra Alcaraz en los dos últimos años, equilibra el futuro para estos dos grandes campeones que seguramente se verán en la final de muchos de los siguientes Masters 1000 y por supuesto de los Grand Slam.

Viene el US OPEN y la cancha rápida favorece más el juego de Sinner. No por nada ha ganado los últimos tres Grand Slam que se han jugado en cancha dura (Australia 2024 y 2025 y el US OPEN 2024). Sin embargo, también es una realidad que Alcaraz ha recobrado su alegría por jugar, algo que él mismo había reconocido que había perdido en la segunda mitad de la temporada del año pasado cuando se sintió sobresaturado de tantos torneos.

Por lo que respecta a Djokovic, lo he dicho desde el año pasado: no podrá ganar ningún otro Gran Slam sí en el mismo participan Sinner y Alcaraz. Para el serbio, derrotar a ambos y después de casi dos semanas de torneo a tres de cinco sets (si le toca enfrentarse en semifinal y final), luce ya prácticamente imposible, a menos de que estos dos jugadores sean eliminados por otros tenistas en rondas previas.

Djokovic pudo ganar los Olímpicos de París el año pasado porque no lo jugó Sinner, porque fue a dos de tres sets, y porque además Alcaraz venía del desgaste de ganar tanto Roland Garros como Wimbledon en un lapso muy corto, por lo que física y mentalmente estaba muy agotado.

Hoy por hoy podríamos afirmar que en la actualidad Sinner y Alcaraz están un escalón arriba de Djokovic y dos del resto del circuito. Djokovic podría estar sólo un escalón encima de los demás, pero le pisan los talones ya Drapper, Musseti, Fritz, Rune y Shelton. Respecto a Tsitsipas, Medvedev y Zverev les ha venido un bajón terrible, difícil de explicar.

Lo bueno para todos los que somos aficionados al tenis es que este relevo generacional no se ha resentido a nivel audiencia y emociones como se llegó a pensar. Sinner es una combinación entre Federer y Djokovic, y Alcaraz entre Federer y Nadal. Ambos caen bien y se ve que tienen una gran relación fuera de cancha como en su momento se dio entre Federer y Nadal, que fue la rivalidad amada del tenis hasta que la destruyó Djokovic.

A diferencia del pasado, no se vislumbra un tercer tenista que rompa esta hegemonía. Algunas veces podrán ganar otros, pero serán las menos. Joao Fonseca tendrá que esperar unos tres o cuatro años más hasta los 21 o 22 años, que es la edad en donde los estamos viendo en su mejor nivel físico. Sinner o Federer a los 19 años tampoco tenían físico para derrotar a los que en su momento eran las vacas sagradas del tenis, ambos tuvieron que esperar hasta los 21.

Por último solo me queda felicitar a Alcaraz. Me encantó su actitud ante la derrota. Es impresionante el carisma que tiene este chico. Simplemente cae demasiado bien, tiene una sonrisa que contagia. A nadie le molesta que él gane (como sucede también con Sinner). Sin duda Alcaraz está de regreso y será difícil verle en una pista que no sea la cancha central de cualquier torneo en el que se presente. Es un imán de taquilla.

COMO COROLARIO. Con tickets de último momento en 27 mil libras, con un estadio repleto de glamour y celebridades, ¿Qué hubiera pasado sí en el primer set, al perder su servicio Alcaraz o Sinner, hubieran aventado la pelota al backstop y con ello pegado a alguna persona como le sucedió a Djokovic en el US OPEN de 2020, lo hubieran descalificado como le sucedió al serbio?