Nicolás Maduro gobierna Venezuela desde 2013. Doce años y 7 meses después, su permanencia enfrenta el mayor desafío desde que heredó el poder de Hugo Chávez. La presión militar y diplomática que la administración de Donald Trump ha desplegado desde enero de 2025 ha abierto, quizá por primera vez en una década, un escenario real de ruptura para el chavismo.
La nueva dinámica de presión estadounidense comenzó el 20 de enero de 2025, cuando la Casa Blanca informó su intención de catalogar a varios cárteles como organizaciones terroristas. Un mes después, esa designación se formalizó e incluyó a grupos con presencia en México y Venezuela. A partir de ahí, la escalada fue inmediata.
Según CNN, el 2 de septiembre se registró el primer ataque de Estados Unidos contra una embarcación en el Caribe, difundido incluso por Trump en Truth Social. Le siguieron otras acciones el 15 y 19 de septiembre, y luego una secuencia casi semanal entre octubre y noviembre. El Comando Sur reportó, en su último ataque del 15 de noviembre, un bote “cargado de droga” destruido en el Pacífico. El saldo, de acuerdo con CNN: 22 embarcaciones destruidas y 83 personas fallecidas.
No es una guerra abierta, pero sí una estrategia de presión quirúrgica, sostenida y mediáticamente calculada, a lo que se sumaron alertas aéreas, designaciones terroristas y diversas señales políticas. France 24 y CNN documentaron que la Administración Federal de Aviación estadounidense emitió una alerta para el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, vigente del 21 de noviembre de 2025 al 19 de febrero de 2026, citando “el empeoramiento de la situación de seguridad y el aumento de actividad militar”.
La pieza clave llegó el 24 de noviembre: Estados Unidos declaró al Cártel de los Soles —presuntamente vinculado a altos mandos chavistas— como organización terrorista. Esto abre la puerta a acciones militares más amplias sin necesidad de aprobación del Congreso estadounidense.
La reacción del gobierno venezolano fue defensiva. Maduro pasó de un discurso desafiante a convocar marchas “por la paz” y encuentros con juristas internacionales para denunciar “agresiones externas”. Según DW, Venezuela acumula tres meses en estado de alerta ante una posible ofensiva. Aun así, Trump dijo estar dispuesto al diálogo “mientras evalúa el envío de tropas”.
Un régimen a la defensiva y una región expectante
El 24 de noviembre, DW reportó que Caracas dio un ultimátum a las aerolíneas que suspendieron vuelos, exigiendo su reanudación en 48 horas. No sucedió. Mientras tanto, la Cancillería venezolana calificó la acusación sobre el Cártel de los Soles como “una nueva patraña” y negó su existencia.
El cuadro general sugiere un régimen que busca ganar tiempo mientras su margen diplomático se reduce y su capacidad interna de control comienza a mostrar grietas. Las Fuerzas Armadas siguen siendo el principal soporte del chavismo, pero también su punto más vulnerable ante sanciones, investigaciones internacionales y la amenaza —real o estratégica— de intervención.
¿Qué viene para Venezuela? La presión estadounidense apunta a un objetivo claro: forzar una salida negociada de Maduro sin necesidad de un conflicto armado que incendie la región. Las preguntas clave están sobre la mesa: ¿Maduro aceptaría negociar asilo político antes de arriesgar un enfrentamiento directo?, ¿qué país estaría dispuesto a recibirlo?, ¿quién asumiría la presidencia en un escenario de transición?, ¿la salida de Maduro implicaría el fin del chavismo o solo su reacomodo?, ¿cómo reaccionarían las Fuerzas Armadas venezolanas, profundamente atravesadas por lealtades políticas?, ¿Colombia permitiría una intervención abierta de Estados Unidos en su frontera inmediata?
Venezuela está de nuevo ante un punto de quiebre. Trump ha optado por una estrategia que combina golpes calculados, presión legal y construcción narrativa. Maduro, por primera vez en años, luce a la defensiva. El desenlace no será inmediato en esta historia que se sigue contando minuto a minuto, pero una cosa es clara: esta vez, el reloj político no corre a favor del chavismo. ¿Qué pasará? Al tiempo lo sabremos.