MERCOSUR-UE: ¿Final feliz para la historia sin fin?

12 de Julio de 2025

Romina Gayá
Economista y magíster en relaciones y negociaciones internacionales.

MERCOSUR-UE: ¿Final feliz para la historia sin fin?

Fundación Friedrich Naumann

Después de casi treinta años, en diciembre de 2024 concluyeron las negociaciones del Acuerdo de Asociación entre el MERCOSUR y la Unión Europea (UE). La posibilidad concreta de que se apruebe en un futuro no muy lejano enciende una luz en un mundo donde el proteccionismo extiende su sombra.

El MERCOSUR y la UE comparten lazos económicos, políticos y culturales, que incluyen valores comunes como el respeto al Estado de derecho, la democracia, los derechos humanos y el multilateralismo. El acuerdo ofrece enormes oportunidades para profundizar esos vínculos y beneficiar a ambas partes.

Para el MERCOSUR, la puesta en marcha del acuerdo permitirá demostrar su voluntad de dejar atrás décadas de aislacionismo. Podrá reducir las enormes barreras que hoy enfrentan sus exportaciones más competitivas —los agroalimentos— para acceder a la UE, un mercado equivalente a casi una quinta parte de la economía mundial. A su vez, el acuerdo debería impactar positivamente en la productividad general al facilitar el acceso a una mayor cantidad, calidad y variedad de insumos y bienes de capital europeos a menor precio.

Los compromisos asumidos con la UE también pueden contribuir a que el MERCOSUR avance en temas pendientes de su agenda interna —régimen de origen, inversiones, contratación pública y comercio de servicios, entre otros— y facilitar la ejecución o consolidación de reformas estructurales en los países miembros.

Para la UE, el acuerdo abre nuevas vías para salir del estancamiento mediante la expansión de sus exportaciones hacia un mercado de casi 270 millones de personas, y facilita el acceso a recursos clave en su lucha contra el cambio climático, como las energías de transición y renovables, el litio o el hidrógeno verde. La UE, uno de los principales inversores en el MERCOSUR, contará con reglas claras para ampliar sus negocios en sectores con enorme potencial como infraestructura, energía y defensa.

Si bien en ambas regiones existe preocupación por el impacto sobre sectores sensibles —como el automotor en el MERCOSUR o el cárnico en la UE—, el acuerdo contempla mecanismos de resguardo, como plazos de desgravación extensos, liberalización parcial bajo contingentes arancelarios y la posibilidad de aplicar salvaguardias. Esto debería mitigar los efectos negativos y permitir una reconversión productiva ordenada donde sea necesaria.

En síntesis, en un escenario internacional marcado por tensiones geopolíticas, disrupciones comerciales y desafíos ambientales, el acuerdo entre el MERCOSUR y la UE representa una apuesta estratégica para ambas regiones. Esto ya cuenta con el apoyo de Alemania y Brasil, las economías más grandes de cada bloque. Sin embargo, como destaca un trabajo reciente de la Fundación Friedrich Naumann, el liderazgo político de Argentina en el MERCOSUR y de Italia en la UE también será fundamental para la puesta en marcha del acuerdo. Avanzar en su firma y ratificación debe ser una prioridad a ambos lados del Atlántico.