Sindicalismo que suma: Pedro Haces con Mazda

24 de Octubre de 2025

Jose Luis Camacho
Jose Luis Camacho

Sindicalismo que suma: Pedro Haces con Mazda

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En México, el sindicalismo atraviesa una prueba definitoria: demostrar que puede elevar el salario y la calidad de vida sin romper la productividad ni la confianza de la inversión. La Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), encabezada por Pedro Haces, ha apostado por un sindicalismo moderno que pone en el centro dos ideas complementarias: bienestar para la clase trabajadora y responsabilidad y seguridad para el empresariado. Esa ecuación, más que consigna, se ha convertido en un método: diálogo social, transparencia de reglas y evaluación de resultados.

La escena de estos días lo sintetiza: la visita del CEO global de Mazda, Masahiro Moro, a las oficinas de CATEM en la Ciudad de México. No es un gesto menor. Es una señal de confianza de un fabricante automotriz japonés —exigente por tradición— hacia una organización sindical que se asume contraparte y aliada a la vez: firme para garantizar derechos, pero también competente para cuidar el ciclo productivo, la certificación de procesos y la estabilidad en planta. El propio encuentro fue reseñado por medios nacionales y regionales como una muestra del “sindicalismo moderno” que busca armonizar capital y trabajo.

¿Por qué importa? Porque México vive una reconfiguración industrial con el T-MEC y el nearshoring. La industria automotriz opera con estándares de trazabilidad laboral, auditorías, cláusulas de cumplimiento y participación de los trabajadores en los procesos de legitimación contractual. En ese tablero, la interlocución de CATEM con Mazda no sólo es diplomacia sindical: es promoción económica de alto impacto, una invitación a que la inversión se arraigue en cadenas de valor con empleo digno, estabilidad operativa y productividad creciente.

Además, no es un episodio aislado. En marzo de este año, CATEM obtuvo la representación en la planta de Mazda en Salamanca, Guanajuato, tras un ejercicio de voto de los trabajadores. Ese hecho ancló la relación en la práctica cotidiana de la planta: seguridad, calidad, tiempos de línea y clima laboral. De nuevo, menos eslogan y más operación.

Defender a la clase trabajadora exige metas verificables: aumentos reales de salario por encima de inflación; certificaciones de competencias; protocolos de seguridad; programas de salud y conciliación familiar; participación en ganancias donde proceda; y cartografía transparente de riesgos en planta. El sindicalismo que impulsa Haces agrega dos palancas claves: formación técnica y movilidad salarial ligada a desempeño, sin renunciar a la negociación colectiva. Este enfoque no es concesión: es la manera de que una planta conserve el “nivel Hiroshima” del que habló la alta dirección de Mazda —calidad, disciplina, compromiso— aplicado a la realidad mexicana.

Del otro lado, la responsabilidad del empresariado no puede quedarse en reportes de sostenibilidad. Implica respetar el contrato colectivo, garantizar ambientes sin violencia ni discriminación, invertir en capacitación y compartir productividad.

El sindicalismo que viene —el que México necesita— no es el que grita más fuerte, sino el que mejora más rápido. La visita de Masahiro Moro a CATEM no es una foto: es un método en construcción. Y en ese método, el bienestar de la gente que trabaja y la responsabilidad del empresariado no son polos opuestos: son los dos rieles sobre los que corre la competitividad de un país que, bien organizado, puede convertirse en el taller confiable de Norteamérica y, más aún, en una fábrica de movilidad del futuro.

@jlcamachov