Mentes siniestras pretenden utilizar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y su comunidad como botín político de cara a la sucesión presidencial de 2024.
Así como en política no hay casualidades, tampoco las hay en que, amparados en supuestos movimientos estudiantiles, se estén cerrando escuelas y facultades con pliegos petitorios muy borrosos y se esté jugando con el futuro académico de miles de jóvenes.
Se trata de acciones sistemáticas que desde 1986 ha venido realizando el grupo integrado por los ceuistas Carlos Imaz, Imanol Ordorika, Martí Batres y la propia jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quienes pretendiendo ignorar que los años ya han pasado por ellos y que viven del erario, pretenden seguir usufructuando con base en la UNAM, como si se tratara de su feudo.
En 1986 cerraron la UNAM para intentar medrar con ello en apoyo a la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas, en 1999 en la candidatura de Andrés Manuel López Obrador a la jefatura de gobierno de la CDMX y hoy en apoyo de Sheinbaum, aunque ello implique afectar a la Máxima Casa de Estudios de nuestro país y a su comunidad.
Se trata de unos verdaderos vivales del sistema, quienes tanto gritaban que fin a los privilegios y hoy se sabe que tienen varias décadas viviendo de ellos.
Si de verdad se siente universitaria y respalda la educación pública, Claudia Sheinbaum debe respetar la autonomía de la UNAM y dejarla afuera de cualquier estrategia de choque, presión o de generación de inestabilidad de cara al 2024.
Resulta urgente que la Universidad se sacuda esas cargas que durante décadas han usufructuado con base en ella, construido carreras políticas y hoy pretenden generar inestabilidad y retraso para seguir obteniendo prebendas.
Por el bien de México, con la UNAM no se metan.
@jlcamachov