1. Ante un eventual control de la pandemia, en el mundo se habla, pondera y calcula el camino de la recuperación. Sin duda el impacto global del paro de las actividades productivas habrá de ser tremendo, el más severo desde la Gran Depresión de los años treinta en el Siglo XX, pero no se trata en modo alguno del bíblico fin de los tiempos. Tampoco de la extinción vislumbrada por algunos en el Antropoceno sino, en todo caso, de un aceleramiento de la historia pues en la gran crisis sanitaria han quedado en evidencia las falencias del sistema mundial, que no cubre, precisamente, las contingencias de gran calado.
2. Una recesión se venía venir desde hace varios años, cuando las economías más competitivas se desaceleraban como resultado de conflictos globales, entre ellos el de la redefinición del libre comercio que había impulsado al mundo en la posguerra, mediante el cual otras regiones y países fueron paulatinamente emergiendo y ocupando un lugar en la competencia, disminuyendo el peso relativo de la hegemonía de los Estados Unidos. Agresivamente, la administración Trump, buscó transformar un enorme déficit comercial generado por la menor competitividad productiva en su territorio, en ventajas forzadas con disposiciones de comercio controlado, como son los aranceles fronterizos, la penalización fiscal a empresas por trasladar operaciones al extranjero, hasta la aplicación de reglas de seguridad nacional con medidas compensatorias en productos vitales, como pueden ser el acero, el aluminio, los semiconductores y alta tecnología en chips, software y microprocesadores.
3. La repentina irrupción de la pandemia paralizó buena parte de las cadenas de producción y de valor, dislocó el sistema financiero y desplomó la planeación de éste y varios años adelante, causó la caída del mercado del petróleo al disminuir también drásticamente el consumo general, tanto como diez millones de barriles diarios menos, lo que llevó primero al desplome del precio del petrolífero a unos 10 dólares el barril de referencia, para estabilizarlo después en alrededor de 40 sólo después de un recorte convenido entre los países productores de entre 8 y 10 millones de barriles diarios.
4. Dado que una o varias vacunas están generando la inmunidad esperada en seres humanos, según reportes publicados por The Lancet, la revista especializada en investigaciones médicas, Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores (Foreign Affairs, julio 2020) refiere que los analistas difieren sobre el tipo de mundo que habrá después de la pandemia; la mayoría argumenta que será uno fundamentalmente diferente al que existía antes, algunos predicen que habrá un nuevo mundo liderado por China, otros creen que por el contrario, dañará el liderazgo chino. Otros más consideran el fin de la globalización y otros proyectan un nacionalismo supercargado que minará el libre comercio y prohijará el autoritarismo en varios países.
5. Sin embargo, prosigue Haass, lo más probable es que el mundo tras la pandemia no sea radicalmente diferente. La Covid-19 no cambiará demasiado el rumbo de la historia mundial sino que la acelerará. Como resultado, esta crisis sanitaria podría ser más que un punto de quiebre, una estación de paso en el rumbo global seguido en las pasadas dos décadas hacia un mundo multipolar. Es difícil predecir cuándo cesarán los efectos de la crisis, si en seis, doce ó dieciocho meses, esto dependerá de la profundidad en cada país de medidas contingentes en higiene e inmunización así como apoyo y alivio económico tanto a individuos como a las empresas. Al menos, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, habló de un gran esfuerzo a realizar para reandar el camino y reprogramar los presupuestos públicos, privados y personales en éste y el próximo año. No hay de otra.