Incógnitas en un mundo multipolar

27 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Incógnitas en un mundo multipolar

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1.

La elevada probabilidad de una recesión en Estados Unidos ha llevado a los mercados a tomar previsiones y descontar esta eventualidad, disminuyendo las cotizaciones y trasladando importantes acervos a activos más seguros, como son los bonos del Tesoro estadounidense. Siendo así, podría haber condiciones suficientes para que en este año la inflación cediera y las cadenas de suministro se normalizaran pronto, con lo que la economía global registraría una desaceleración tan profunda como la incertidumbre lo permitiera. Pero es una moneda al aire.

2.

Para el gobierno estadounidense la cuestión es nodal. Se enfrenta a elecciones de medio término para renovar el Congreso y una buena cantidad de gubernaturas, lo que habrá de alterar el balance de poder en Washington, además de estar librando una nueva guerra fría en dos frentes, con China en el sudeste asiático, y con Rusia en el flanco europeo, ambas con efectos importantes en la geopolítica mundial. Buscando tranquilizar a los mercados, el presidente Biden apuesta a que la recesión no sea inevitable si con disciplina y ajustes al consumo se logra controlar la inflación en el corto plazo sin deteriorar la economía.

3.

Por otra parte, hay una escalada armamentista en el Indopacífico con importantes tensiones en torno a Taiwán y Corea del Norte, combinada con el recrudecimiento de los efectos de la pandemia de Covid-19 en el confinamiento de puertos y el congestionamiento de rutas de tráfico marítimo; en el otro lado, la guerra en Ucrania apunta a ser un conflicto prolongado con efectos aún más nocivos tanto para la seguridad en Europa como para los mercados de energía y alimentos. El conflicto apunta a ser otro de irresolución prolongada, es decir, con un status similar al de las Coreas, cuya guerra no ha terminado y un armisticio les divide en dos partes aún en conflicto. Rusia habrá de aferrarse al Donbas y Ucrania podría integrarse a la Unión Europea con un estatuto sui géneris, pues la muralla atlántica de la OTAN no podrá cubrirle, tanto como a Finlandia y Suecia.

4.

Puede ser, como ha señalado el presidente ruso Vladimir Putin, que después de todo sea un mundo multipolar, con varios centros hegemónicos; pero Estados Unidos sigue en la suerte del jugador principal al participar en alianzas varias tanto en el Indopacífico con el grupo Quad incluyendo Australia, Japón y la India y una relación especial con Corea del Sur y las Filipinas; en la OTAN para reconfigurar la seguridad europea; en el Medio Oriente con Israel y los países árabes moderados y en diferentes formas en África y América Latina. Enfrente están China buscando replicar la ruta de la Seda y una mayor influencia entre los No Alineados y Rusia, en esa extraña versión neoimperial de la oligarquía trucando a las masas la utopía comunista por el pasado fundacional del zar Pedro el grande. Tal es la nueva edición del choque de las democracias occidentales y los autoritarismos orientales en los próximos años.

5.

El fenómeno político y económico de mayor calado en esta reconfiguración será la consolidación de Europa como un jugador global. La guerra de Putin le unificó ante el enemigo común, un adversario corrupto y oligárquico con nostalgia imperial y con importantes yacimientos de petróleo, gas, minerales y granos indispensables pero no insustituibles. Pero Europa se ha expandido y la OTAN ha establecido una gran muralla atlántica en las fronteras mismas de Rusia, creando conciencia de unidad y de la necesidad de fuerzas propias para la defensa y la influencia globales. El rearme alemán está en ciernes, como muy pronto podría hacerlo Japón, ante las constantes amenazas externas. Parodiando a Clausewitz, la guerra parece estarse librando por otros medios. Corresponde a las democracias resolver las incógnitas de un mundo multipolar, cuyas respuestas difícilmente estarán en las nostalgias neoimperiales orientales.

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