Las paces con la naturaleza

24 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Las paces con la naturaleza

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1.

En días pasados pudimos conocer el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Hacer las paces con el Medio Ambiente, en el cual convoca a establecer las bases para un mejor futuro, ante el impacto y las amenazas de la emergencia climática, la crisis por la pérdida de biodiversidad y la contaminación, todas generadas por las actividades humanas. De lo que se trata es que los gobiernos y sociedades asuman la responsabilidad que les corresponde en políticas, planes y sistemas económicos, para realizar las inversiones necesarias para restaurar la naturaleza, aprovechando el ingenio humano para garantizar un futuro sostenible y prevenir futuras pandemias. Llama la atención el enfoque en las posibilidades humanas para enfrentar estas crisis planetarias mediante estrategias preventivas y colaborativas, que es como mejor salen las soluciones. En el horizonte se contrastan las visiones, reduccionistas unas y prohibicionistas otras, para limitar las actividades productivas y el uso de recursos naturales y alimentarios con esta novedosa propuesta de cooperación intergubernamental para poner la ciencia al servicio de la prevención, mitigación y reparación de daños.

2.

Ciertamente, no puede dejarse de lado el acelerado crecimiento de la población humana, que demanda ingentes cantidades de satisfactores. En tan sólo 100 años, pasamos de ser mil millones de habitantes a casi 7 mil 500 millones, con una proyección para dentro de 30 años, en 9 mil 500 millones de personas. Más aún, el 60% de la población se ubica en el continente asiático, estando el 25% en el hemisferio occidental. Empero, el 60% de los recursos planetarios son consumidos por las sociedades de los países y regiones más desarrolladas, siendo los Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia, China y la India los grandes consumidores de energéticos, materias primas y alimentos, a la vez que grandes emisores de gases de efecto invernadero.

3.

Sin embargo, todos estamos en el mismo planeta. Países como México, responsable de la emisión de sólo 2% de los gases de efecto invernadero, reciben un impacto desproporcional por la elevación de la temperatura, que causa sequías prolongadas en el altiplano y tormentas devastadoras en el sur-sureste; es decir, una vez más, pagan más quienes menos tienen por el uso o consumo desproporcional de los recursos naturales en el mundo.

4.

De ahí que los buenos propósitos requieren traducirse en decisiones y aplicación de recursos resarcitorios para enfrentar los desafíos globales agudizados por la enorme desigualdad prevaleciente. Un buen paso inicial es la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU para llevar las vacunas a todo el mundo, inclusive a las regiones en conflicto. Otro, la que fue adoptada en el seno del G7 para dotar de los recursos necesarios, unos 6 mil millones de dólares, al mecanismo COVAX de Naciones Unidas y asegurar el acceso de los países con menor grado de desarrollo a la inmunización. Pero no es sólo expresar solidaridad internacional mediante donaciones, sino establecer los mecanismos mediante los cuales las soluciones sean posibles.

5.

Hace falta, como también lo señala el informe del PNUMA, reconsiderar la economía y la visión que se tiene del mundo para contener hoy la emergencia climática o sanitaria del futuro. El Banco Mundial y el FMI reconocen el grave impacto de la pandemia de la Covid-19 en las economías y la situación social de todos los países, pero sólo ofrecen crédito, al que no todos pueden acceder. Es necesario establecer fondos de inversión para reparar los daños así como prever efectos de otras zoonosis posibles mediante inspecciones y regulación estricta al respecto –México tiene en el Senasica una buena experiencia que aportar— para distribuir de mejor manera los costos globales de restaurar las economías, las sociedades y el futuro del planeta.