Más desaceleración e incertidumbre

29 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Más desaceleración e incertidumbre

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1.

Estados Unidos se prepara para las elecciones presidenciales en momentos de desaceleración del crecimiento mundial e incremento de la incertidumbre global. Como si todo le saliera bien, el presidente

Donald Trump obtuvo un regalo ni soñado de sus adversarios demócratas, pues le permiten contar con dos años de estabilidad financiera y gubernamental que trascienden la jornada electoral de noviembre de 2020; no obstante funcionar con una economía casi vudú que contraría todas las previsiones que sí suelen afectar a las demás.

2.

La Cámara de Representantes, con dominio demócrata, le ha aprobado dos años sin tope a la deuda de 23 trillones de dólares, equivalente a casi 100% del Producto Interno Bruto (PIB), además de un incremento en el gasto público de 350 mil millones de dólares para aplicar en defensa, el gobierno y en el gasto social. Es decir que Trump podrá endeudarse y gastar más en un año eminentemente político y electoral, ¿qué más podría pedir un Presidente en funciones para promover su reelección? Si a ello se suma la inminente reducción de la tasa de interés de la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés) en al menos un cuarto de punto, situándola en 2%, que es

una cifra muy a la par de la inflación y por debajo del crecimiento esperado de la economía para este año, una cifra casi en plenitud del 2.7%, el camino de Trump por la reelección estará virtualmente pavimentado para un paseo triunfal.

3.

En la frontera sur, el discurso del muro será sólo retórica, pues en los hechos obtuvo algo mejor con la cooperación mexicana para contener la migración en el Suchiate a cambio de seguir contando con el privilegio del comercio trilateral y más allá del Atlántico, el ascenso de Boris Johnson como primer ministro británico ratifica el sesgo antieuropeo de la política actual de Washington, habida cuenta las venideras negociaciones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea, en la era posterior a Merkel. La Unión Europea y Estados Unidos han logrado hasta el momento diferir la guerra comercial, aún cuando penden sendas amenazas de aranceles para productos estadounidenses y europeos respectivamente, los primeros que gravarían motocicletas y textiles, en tanto que los segundos aplicarían para automóviles, vinos y quesos, además de los cobros al aluminio y el acero.

4.

Con China, la guerra comercial se encuentra en punto muerto, si bien con algunas señales de distensión en la pugna por Huawei y el espionaje industrial, pero sin dejar de aplicar los ingentes aranceles por 250 mil millones de dólares, obligando al país oriental a suavizar las represalias. Empero, en lo medular, el conflicto con China aún dista de resolverse, pues implica una liberalización del mercado interior con el cual este gran capitalismo de Estado no podría subsistir. Tal reconversión del Estado único a uno democrático y abierto requiere más tiempo, si bien una tregua es posible en lo inmediato con algunas concesiones. Por ejemplo, comprar más productos agropecuarios estadounidenses, algo que Trump ha prometido a los granjeros, sus leales votantes. A India ya le ha sido retirado el trato de nación en vías de desarrollo para considerarla un país con obligaciones comerciales recíprocas, por lo que no han de tardar los impuestos de frontera para este país, tal y como los han aplicado a Turquía, el socio menos favorecido de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), al menos por ahora.

5.

La gran paradoja es que en el mundo la prosperidad estadounidense genera inestabilidad e incertidumbre. Las previsiones de crecimiento del Fondo Monetario Internacional en general se han reducido y en el caso de México caen por debajo de 1% este año y sólo 1.5% para el próximo en virtual recesión técnica y con riesgo de afectar aún más el grado de inversión. Ello confirma que lo bueno para Trump afecta a México y la economía global.