Percepción de desconfianza

29 de Abril de 2024

Salvador Guerrero Chiprés

Percepción de desconfianza

SALVADOR GUERRERO

Según cierta literatura la desconfianza nace del desconocimiento.

Es probable que algunas formas de la desconfianza, efectivamente, broten de la ignorancia o la distancia.

La desconfianza acerca del liderazgo nacional o estatal, cuyos registros positivos recientes son de los más bajos en la historia en México… ¿es fundada?

En sociedades altamente informadas, con datos y explicaciones de profundidad o superficiales, incluso, en una sociedad con enormes cantidades de información basura, es decir, inútil para el bienestar de mediano y largo plazo del consumidor de información, la desconfianza puede partir precisamente de algo parecido al “conocimiento”.

La desconfianza actual respecto de las autoridades federales y locales, en relación con ciertos actores, respecto de ciertas instituciones del sector privado o conectadas con algunas actividades, por ejemplo de uso de suelo, de ejercicio del poder político municipal o delegacional y cuidado del medio ambiente, esa desconfianza contemporánea, se fundamenta en el conocimiento de ciertos datos, actitudes y comportamientos que, a los ojos de una opinión pública atenta, no son sostenibles ni en términos de eficacia ni desde un punto de vista ético.

La desconfianza puede ser, efectivamente, desconfianza fundada.

Proceda usted a revisar cualquier portal de noticias, diario, noticiario de televisión; recuerde conversaciones de su grupo laboral o familiar, empresarial o político, encontrará prácticamente imposible no escuchar, en el caso que usted mismo no los profiera, comentarios abiertamente negativos asociados o asociables con la desconfianza respecto de algunas autoridades, actores políticos o empresas.

Más aún, recientemente, la presión que ejerce sobre la sobrevivencia de centenares de organismos no gubernamentales la escasez de dinero ha generado increíbles prácticas de instituciones que deberían ser distinguidas por su congruencia.

En la sociedad mexicana, desde siempre, advertirnos que, con sus altibajos históricos cercanos a crisis económicas o políticas, existe una desconfianza fundada respecto de diversos liderazgos e instituciones, especialmente gubernamentales.

Hay datos y explicaciones que demuestran que esa desconfianza tiene un correlato empírico.

Al mismo tiempo existe un mundo de instituciones y organismos privados y públicos que tienen el infortunio de ser impactados por el quehacer degradado de otras instituciones.

En contraste con ellas, tienen la disposición de construir un espacio en que la desconfianza deje de ser un obstáculo para la manera en que son percibidas tanto por sus clientes, sean estos ciudadanos que compran servicios o ciudadanos que justamente reclaman tanto su derecho como la calidad en que estos derechos son vividos.

La desconfianza nace, sí, del desconocimiento, también de la experiencia y puede asimismo ser un proceso de interacción con audiencias y públicos que puede modificarse.

Nada de ello ocurre sin la determinación de alinear los esfuerzos operativos y los de su comunicación.