Humor del carajo

28 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Humor del carajo

js zolliker

El ambiente tiene color ámbar. El sillón es cómodo. Ahí toma —en absoluta soledad— sus más complicadas decisiones, siempre acompañado de un vodka. Se siente y se sabe traicionado. Y esta vez, es peor: se siente y se sabe, arrinconado. De ser el prohombre que iba a cambiar el país, se ha convertido en el terrible tirano de la historia y en el gran títere de la mafia del poder.

Sus grandes reformas, sus grandes cambios y logros, lo que le ha llevado toda una vida realizar, se le desmorona en días, ante sus propios ojos. Está sumamente enojado. Por eso, intenta relajarse con su música favorita y con su trago acostumbrado, pues sus peores decisiones, las ha tomado cuando está molesto y el ejercicio del poder, a su parecer, debe hacerse con la cabeza fría.

Mientras transcurre la madrugada, entiende perfectamente que le quieran tumbar la obra pública más importante de su mandato; no se detendrá, de eso no tiene duda, pero cambiará de manos y de dueños. Esto es el resultado de haberse enemistado con uno de los hombres más brillantes del mundo.

Todos los días, recibió ataques, críticas, burlas. Todos los días las soportó, las padeció y le dijeron que no se preocupara, porque quienes cambian el rumbo de la patria, serán en algún momento, atacados y vituperados, siempre. Eso le dijeron. Eso lo creyó. Pensó que la historia terminaría recompensándolo por todos sus esfuerzos, por todas sus luchas, por todas sus reyertas ante los poderosos y ricos; por intentar devolverle al Estado su poder y a su partido, su opulencia y exuberancia.

El tiro le salió por la culata. Lo sabe y está pensando en la posibilidad de vengarse. Es mínima. Pero eso es lo que lo mantiene; la meta que lo empuja de la cama todos los días. Y lo distingue bien, lo comprende a cabalidad: sus días están contados en un país donde le ganaron los enemigos con los que pactó, pues el que tiró el sistema democrático y jodió a la izquierda, hoy será su jefe político. Al que agarraron en video tomando dinero sucio de un empresario, ahora manejará los dineros que se bajen a los municipios. Esos que lo jodieron por comprarse una casa —la más discreta que ha tenido un expresidente— ahora se roban un fideicomiso que podría pagar diez casas como ésa, que marcó el inicio de su propia decadencia.

–Mi amor, ¿te vienes a dormir? –le pregunta– te extraño mucho– remata con un dejo de cariño y suavidad.

—No —le contesta con brusquedad— traigo un humor del carajo.

Nada le parece acomodado. Los cuadros aparentan estar chuecos, milimétricamente. Y lo nota: eso es síntoma de que sabe que tiene demasiados enemigos poderosos con los que ya es demasiado tarde para hacer las paces. Entre sus rivales más importantes, tiene a gente riquísima, a un sector conservador de la iglesia, y peor, a su propia gente de “confianza”. Les dio todo. Los cobijó. Los cuidó. Los protegió. Y hasta ahora, se da cuenta que se dedicaron a hacer negocios a su costa, y a construir imperios impensables.

Se sirve otro vodka que no se terminará porque está agotado. Se quedará dormido en el mullido sillón, hasta que lo despierte su asistente por alguna pinche “urgencia” en el país que ya no comanda.