Así estamos hoy

29 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Así estamos hoy

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@Zolliker

Llevo 27 cirugías y aún no parezco humana. Los médicos creen que voy apenas en la mitad de mi tratamiento. Eso quiere decir que deberé ser intervenida en el quirófano unas 55 veces para siquiera cerrar los ojos y sonreír al mismo tiempo. El dolor físico, es insoportable. Todavía tengo el brazo derecho pegado al costado de mi cuerpo. No me puedo bañar sola, no puedo dormir ni de lado ni boca abajo y no me puedo ni limpiar cuando voy al baño.

Mucho peor que el dolor físico, es el dolor emocional, el miedo y haber perdido toda mi fe y mi paciencia y que a mi familia, les haya drenado el patrimonio de varias generaciones y ya ni casas ni coches ni retiro ni vacaciones… (bebe un poco de agua con una jeringa porque por el estado de sus labios, no puede tomar el agua de un vaso).

Todo comienza cuando somos pequeños y escuchamos chistes y dichos y comentarios en el ambiente más íntimo: nuestro propio hogar, donde nos sentimos más seguras y queridas. “Al molino y la mujer, andar sobre él”. “Casada deseada, por su marido despreciada”. “Calladita te ves más bonita”. “Mi’ja, tú eres mujer, tienes que tener más cuidado que tus hermanos”. “¿Quién se va a casar contigo, si no sabes ni freír un huevo?”.

“Esa canija lo tiene enculado”. “Qué mal manejan todas las viejas”. Y pronto, crecemos con la idea de que las mujeres son seres con derechos y obligaciones diferentes (con suerte) o hasta inferiores.

Llega así el punto en que todo tiene una justificación por el género con el cual naciste y ni siquiera elegiste: ¿le chiflaron, la manosearon, la violaron, la golpearon, la acosaron? Eso le pasa por andar tan tarde en las fiestas o eso le pasa por vestirse tan provocativa o eso le pasa por caminar sola o eso le pasa por estar en un mal lugar o eso le pasa por querer competir en una industria de hombres o eso le pasa por andar soltera o de contestona o de puta. Sí, por puta. Eva fue una puta y putas todas.

Entonces, la gente que te rodea, sean familiares o profesores o políticos o doctores o albañiles, te ven y te tratan como un ser inferior. Te insultan en el metro, te chiflan, te mamasean, te miran tetas y nalgas, y se te embarran y te intimidan y te acosan y te cosifican y se sienten en la necesidad de sobajarte porque mujer, y de ponerte en tu lugar porque mujer, y de decirte tus obligaciones porque mujer, y de agredirte verbalmente porque mujer, y de golpearte porque mujer, y que tienes que ser dominada y amaestrada porque mujer.

Por eso, mi esposo me quiso obligar a volver a su lado. Me negué. Mis hijos no crecerán en ese ambiente. “¡Eres una puta!”, me gritó y de su chamarra sacó una botellita de cristal y me arrojó un líquido que me ardió como fuego y me derritió el pelo, la piel, el cartílago y los músculos. Era un ácido que compró al laboratorista de una escuela.

Así estábamos hasta ayer: nosotros, con la vida destruida y él, viviendo impune en otro estado de la República. Así estamos hoy: me golpearon y escupieron entre varios vecinos

y policías porque “soy una vieja argüendera que sólo busca la atención al dar una entrevista y

marchar contra la violencia de género”. Por favor, no me hablen de monumentos cuando nos están matando y el gobierno no está haciendo nada. #YaBasta. #NiUnaMas.