Enemigo público: el azúcar

5 de Agosto de 2025

Rebeca Pal

Enemigo público: el azúcar

Datos duros: Año de 1830, una persona consume 5 kilos de azúcar al año. Finales del siglo XX, una persona consume 70 kilos de azúcar al año. La OMS comunicó que deberíamos consumir seis cucharaditas diarias, pero es imposible con todos los azúcares que hay escondidos en las comidas, sobre todo en las procesadas.

El azúcar refinado causa fluctuaciones en la energía, condiciona las papilas gustativas y es adictivo; hay estudios que demuestran que es más adictivo que la cocaína. Quienes han dejado de consumir azúcar, notan que los primeros días tienen más ansiedad. Si sólo lo consumiéramos de vez en cuando no habría problema, pero nosotros no controlamos el azúcar, el azúcar nos controla a nosotros.

Los efectos del azúcar en el cuerpo

  • Arrugas: Se adhiere al colágeno y provoca envejecimiento prematuro.
  • Aumento de grasa.
  • Roba los nutrientes esenciales. Crea deficiencia de cromo y cobre, y no permite que el calcio y el magnesio se absorban.
  • Interrumpe el correcto funcionamiento de las enzimas.
  • Fatiga suprarrenal.
  • Fomenta el crecimiento de bacterias en los intestinos que debilitan el sistema digestivo.

¿Los endulcolorantes?

Frenan el esfuerzo que el cuerpo hace para bajar de peso y contribuyen a ganar kilos. ¿Por qué? Porque engañan al cuerpo haciéndole creer que va a consumir algo dulce.

Estudios demuestran que dos de los ingredientes principales del aspartamo, el ácido aspártico y la fenilalanina, son los responsables de estimular la producción de insulina y leptina, hormonas que le indican al cuerpo que produzca y retenga grasa[1]. También otros estudios concluyen que los alimentos endulzados con sacarina, provocan aumento de peso y grasa en comparación con los alimentos endulzados con azúcar[2]. La Universidad de Duke efectuó estudios en los cuales pudo comprobar que el consumo de alimentos endulzados con aspartamo, reduce las bacterias buenas del intestino, aumenta el peso y la grasa corporal.

Refrescos y bebidas light, pasan por procesos químicos que requieren de toxinas que afectan al cuerpo y generan el deseo de consumir más. Los endulcolorantes artificiales están ligados con el aumento de la obesidad a nivel mundial.

Todo lo que venga acompañado de la palabra artificial, suele ser nocivo para la salud.

¿La fruta?

Tiene grandes cantidades de agua, vitaminas y minerales; se digiere rápido, sin dejar residuos tóxicos en el cuerpo; nos da energía; disuelve toxinas y limpia los tejidos; libre de grasa; es alcalina; contiene glucosa y fructosa que le sirve al cuerpo para tener energía.

Hay que comerla sola, con el estómago vacío, y no acompañada de proteínas porque tardan mucho más en digerirse, así que la fruta se fermenta y provoca inflamación

¿Qué sí y qué no?

Qué no:

  • Jarabe de maíz, dextrosa, azúcar de caña, fructosa pura, agave, malta, maltrodextrina, sirope de arroz, maltosa y sucralosa.

Qué sí (alternativas al azúcar):

  • Xilitol, stevia natural, frutos secos (higos y dátiles) en pequeñas porciones, azúcar de coco y miel cruda (ecológica).

La industria alimentaria ¿nos alimenta?

Michael Moss, ganador del premio Pulitzer en 2010 y periodista estadounidense, investigó sobre el éxito que ha tenido la industria alimentaria en los consumidores. Demostró que encontraron la forma de añadir azúcar a los alimentos que antes no la tenían: “La alteración química de los alimentos procesados llevan a querer más y más, es una combinación magistral de sal, azúcar y grasas”. El pez muere por la boca. Está comprobado que muchas enfermedades podrían prevenirse con una alimentación sana, equilibrada y ecológica. Sí, lo sé, la comida ecológica es más cara, pero se han preguntado ¿cuánto cuesta el cáncer? Lo que más me sorprende de la humanidad es que pierden su salud para ganar dinero y después pierden el dinero tratando de recuperar la salud.

Dalai Lama.

[1] W.L. Hall, D.J. Millward, P.J. Rogers y L. M. Morgan, «Physiological Mechanisms Madiating Aspartame-Induced Satiety», Physiology and Behavior, 78, 5-5, abril de 2003, pp. 557-562 [2] Behavioral Neuroscience, 122, 1, febrero de 2008, pp. 161-173.