La desigualdad mata

20 de Abril de 2024

Enrique Del Val
Enrique Del Val

La desigualdad mata

enrique del val

Decenas, por no decir centenas, de estudios, análisis y comentarios se han escrito o expuesto en los medios de difusión sobre el tema de la desigualdad, ya que efectivamente se ha demostrado que al final provoca no solo enfermedades, sino que llega a producir la muerte. Por eso, a pesar de todo lo escrito, es necesario insistir en que quizás es el principal tema para la humanidad en la actualidad, tomando en cuenta la terrible situación económica a la cual nos estamos enfrentando y que, por lo visto, durará mucho tiempo para millones de personas en todo el planeta.

Ya se ha demostrado que la desigualdad, que se creía era un tema de los países del tercer mundo, sobre todo de aquellos que fueron colonias, y que lo siguen siendo, pero más sutilmente, también afecta a los países supuestamente desarrollados.

El académico Jon D. Wisman de la American University de Washington D.C. ha publicado un reciente libro sobre la desigualdad, mencionando que, con el fin de la guerra fría y la caída del comunismo, los gobiernos redujeron las prestaciones del Estado de Bienestar, porque el no tener un rival permitió que el sistema de mercado fuera más duro y, por supuesto, más desigual. Dicho libro contiene datos muy precisos, como el de que desde 1995 el incremento de la riqueza global se ha ido al 1% de la población, 20 veces más que al resto de la población. Otro dato que menciona y demuestra que esto ya no puede continuar así, es que, según estimaciones de OXFAM, tan solo ocho personas tienen una riqueza acumulada equivalente a lo que tienen tres mil 600 millones de personas, las más pobres del mundo.

En la prestigiada revista Nature aparece un artículo de la investigadora Amy Maxmen que claramente resalta el por qué la desigualdad es mortífera, mencionando inclusive un artículo del siglo XIX de un médico prusiano, Rudolf Virchow, quien por encargo del gobierno hizo un estudio sobre el tifus en la región de la alta Silesia, encontrando que “el hambre, el analfabetismo, la pobreza y la depresión de los habitantes” eran debidos a la “plutocracia que extrae grandes riquezas de las minas y no reconoce a los altos silesianos como seres humanos”. Desgraciadamente, en ciertas partes del mundo la cosa sigue igual el día de hoy.

Muchos gobiernos están preocupados por la terrible brecha que crece cada día entre los que tienen y los que no tiene nada, sobre todo, en varios países europeos, muchos de ellos con deudas públicas que rebasan el 90% de su Producto Interno Bruto, pero que, a pesar de ello, saben que la situación no da más de sí.

El mejor ejemplo es España, con un entorno político difícil, ante el aumento de la ultraderecha que está convenciendo ahí (y en otras partes), que la culpa la tienen los llamados gobiernos socialdemócratas y que es necesario cambiar y ser más rígidos con la migración y con las ayudas sociales. La norma es que quien no trabaje no tiene derecho a nada. Así de simple.

El gobierno de Pedro Sánchez publicó un decreto la semana pasada, mismo que considero que debería ser tomado en cuenta por nuestro gobierno, a pesar de las diferencias que hay entre los dos países. Algunas de las medidas son: dar un cheque de 200 euros a todos aquellos cuyos ingresos anuales sean menores a 14 mil euros o no tengan empleo; subir en 15% el ingreso mínimo vital que reciben ya más de 400 mil personas; bajar del IVA del 10% al 5% en la electricidad y, uno muy importante, un impuesto a las utilidades extraordinarias de las energéticas, al igual que ha hecho el gobierno italiano.

Son medidas de subsistencia no solo para el gobierno, sino para miles de personas atrapadas en esta recesión-inflación mundial que también nos está afectando cada vez más y que es necesario atacar porque como se ha demostrado, no solo la Covid, sino también la desigualdad mata.

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