Traductores son “eliminados” en el Juego del Calamar

20 de Mayo de 2024

Traductores son “eliminados” en el Juego del Calamar

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La serie coreana es el ejemplo más reciente de cómo la inteligencia artificial ha ido sustituyendo las tareas humanas especializadas, y dañando la calidad de las producciones

Gran parte del éxito que ha acumulado Netflix en los últimos años se debe a un catálogo que apuesta por narrativas alejadas de Hollywood. Así, creativos de todo el mundo han ganado espacio en esta popular plataforma con historias que muestran otras culturas, realidades, contextos y hasta idiomas no dominantes.

La meta de convertir historias locales en fenómenos globales ha obligado a sacrificar la calidad en algunos procesos de adaptación, para dar paso a nuevas tecnologías que, poco a poco, desplazaron algunas tareas tan esenciales --y humanas-- como traducir estas series en más de una decena de idiomas distintos.

El Juego del Calamar, la serie coreana que Netflix catapultó a la fama mundial, es el ejemplo más reciente de cómo la inteligencia artificial ha ido ganando terreno en las tareas de traducción de contenidos sin mediar con profesionales de esta área. Algo que impacta tanto en la calidad de estas producciones, como en los salarios de traductores especializados alrededor del mundo.

Asociaciones de profesionales en esta área han denunciado que los subtítulos en esta serie son resultado de un proceso conocido como posedición, una técnica que consiste en pasar el guion original a través de un programa automatizado que traduce las frases de un idioma a otro sin tomar en cuenta el contexto o ideas más complejas.

Y es que, aunque parece una tarea secundaria, la traducción de cualquier contenido multimedia es esencial, no sólo por pasar de un idioma a otro, también sirve para transmitir contexto y ajustar los valores de una producción local a los de otros receptores que no conocen o coinciden con las ideas de origen; y es justo en este punto, en el que las técnicas automáticas fallan.

Ingrid Morales, intérprete y traductora profesional, en entrevista con ejecentral explicó que los programas automatizados como el de Google --o incluso versiones más especializadas-- no tienen la capacidad de incluir la función interpretativa del lenguaje.

La experta detalló que el trabajo de un intérprete profesional no se limita a traducir las palabras, sino que debe explicar esas frases en el contexto de la plática, algo que requiere no sólo el dominio del idioma, sino conocimientos de las prácticas culturales, costumbres y emociones del emisor original.

Cambiaron el juego

Para Morales, una mala interpretación puede arruinar una obra por completo, algo que probaron decenas de usuarios de redes sociales, que denunciaron que los subtítulos en inglés de El Juego del Calamar contaban una historia muy diferente a la original, y que existían variaciones importantes en la crítica social que el director Hwang Dong-Hyuk hizo a la sociedad coreana.

Por ejemplo, la usuaria Youngmi Mayer señaló que la traducción sin contexto de una frase cambió por completo la crítica que Hwang lanzó al sistema escolar coreano, que además de ser el más exigente en el mundo, también es muy caro, lo que supone una desventaja de clases.

El fragmento citado por la tiktoker ocurre después de una de las pruebas más complicadas dentro de la serie, y en el que la participante Hang Mi-Nyeo dice “soy muy inteligente, pero nunca tuve la oportunidad de entrar a la universidad”, una frase que contrasta con la que se utilizó en el subtitulaje de “no soy un genio, pero aún así lo logré”, que a pesar de ser una traducción cercana, borra por completo la crítica de Hwang.

Roberto Toledo, intérprete y traductor certificado por Naciones Unidas, comentó en entrevista con ejecentral, que este tipo de descuidos pueden cambiar por completo el sentido de una declaración, e incluso señaló que existen especializaciones para trabajar con documentos o contenidos que tienen un trasfondo cultural muy distinto a occidente, especialmente porque al pasar por alto estos detalles se altera la esencia de estos trabajos.

Pero la automatización de estos trabajos no sólo amenaza el sentido original de las series, películas o incluso algunos textos, también precariza la labor de estos profesionales, al reducir su participación y por tanto sus ingresos. La Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España (ATRAE) denunció que estas prácticas reducen los honorarios de estos expertos en pro de invertir menos en la calidad final de estos productos.

A través de diversos comunicados en redes sociales, los miembros de ATRAE advirtieron: “Los traductores humanos no queremos dejar el arte en manos de un algoritmo, que carece de la creatividad y la sensibilidad necesaria para trasvasar los matices de las obras originales”.

Los expertos entrevistados por este periódico señalaron que existe una práctica de doblaje o subtitulado subyacente que complica su labor, y es que mientras el guion en inglés se traduce desde el original, los intérpretes de otros idiomas --como el español o portugués-- deben hacerlo con el segundo documento, lo que representa una mayor pérdida del sentido original.

Pero, ¿cómo se puede preservar el sentido de series culturalmente distantes en una industria tan voraz como la del entretenimiento en línea? La respuesta podría encontrarse entre los fanáticos del anime japonés, que han hecho de la traducción un símbolo de resistencia digital.

Fansubs, la respuesta a los algoritmos

Mucho antes de que surgieran las plataformas de transmisión en línea, las series y películas de otras culturas, como Japón o Corea, ya contaban con una importante base de seguidores en el mundo, que estaba limitada por la poca difusión de estos materiales en países occidentales.

El surgimiento de internet permitió que los fanáticos de estas series pudieran intercambiarlas con mayor facilidad, pero el idioma seguía siendo una barrera importante para muchos seguidores. Aunque en poco tiempo surgieron grupos amateurs de subtitulaje que se encargaron de pasar estos contenidos de su versión original a cientos de idiomas.

Pronto estos grupos se consolidaron como fansubs, o colectivos especializados en distribuir materiales subtitulados de animación japonesa en todo el mundo, y aunque la práctica es ilegal, permitió que un mayor número de series tuvieran difusión en el mundo occidental.

Las personas que hacen este trabajo tienen por principio no cobrar sus traducciones o el servicio de edición, ya que aseguran que lo hacen con el fin de promover la cultura de otros países de la manera más acertada.

Sin embargo, grupos de piratería se han aprovechado de este movimiento para obtener ventajas, lo que ha puesto a los fansubbers en la mira de diversas cortes de justicia por derecho de autor.

Un análisis detallado de la Universidad de Parma muestra que las series subtituladas por estos grupos amateurs son de mayor calidad que los que aparecen en plataformas como Netflix, Hulu o Amazon Prime, especialmente porque incluyen detalles culturales que son relevantes a la trama, e incluso explican contexto o tradiciones que permiten entender totalmente el sentido original de un producto audiovisual.

Parte de este estudio pone como ejemplo una escena en la que se muestran diversos letreros de fondo que no son traducidos en las grandes plataformas, mientras que los grupos amateurs no solo hacen este trabajo, también agregan una nota de su importancia en la escena, lo que cambia por completo el sentido entre ambos productos.

›En México el grupo Aztek No Fansub se ha encargado de subtitular cerca de 300 producciones japonesas, coreanas y chinas, que luego se distribuyen a través de sitios especializados en internet. Yuuko Honda, creadora de este grupo, aseguró en entrevista que esta práctica le ha permitido mejorar su japonés de manera más efectiva que las clases que tomaba antes.

La joven de la Ciudad de México admitió que es una práctica que permite la piratería, pero remarcó que la mayoría de estas series jamás serían distribuidas en el país debido a la dificultad para promoverlas; así como los costos de licencias y traducción, algo que ella hace gratuitamente para permitir que más fanáticos puedan disfrutar de estos contenidos.

Otro de los integrantes de Aztek No Fansub subrayó que estaría dispuesto a dejar esta práctica si existieran opciones legales con buenos subtítulos o doblajes apropiados, especialmente porque en América Latina se cree que es correcto tropicalizar los diálogos aunque no sigan para nada el sentido original.

Tanto los expertos, como los miembros del colectivo Aztek No Fansub coinciden en que las plataformas de entretenimiento en línea deben invertir en mejorar sus sistemas de traducción, antes de depender de ellos, algo que parece lejano debido a la estructura primitiva de las inteligencias artificiales encargadas de comprender el lenguaje humano.

Mientras tanto, Netflix anunció que buscará mayor control en estos procesos, pero no ha descartado utilizar los sistemas automáticos. Mientras que algunos fanáticos han creado aplicaciones que permiten sustituir las traducciones de esta plataforma por algunas hechas por ellos.

La batalla contra los procesos automatizados ha tomado por sorpresa a la
industria del entretenimiento, especialmente en los trabajos de edición, un campo que se pensaba exclusivo de la creatividad humana y que hoy se resuelve a través de algoritmos rígidos que pueden convertir una serie local en un éxito global.

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