Una gran ventaja del celuloide

4 de Julio de 2025

Dany Saadia

Una gran ventaja del celuloide

Empecemos con un apunte. Tú película puede ser rodada en 35 mm y ser proyectada en proyectores del celuloide, la verdad nunca se verá mejor. De lo que no te podrás salvar es que algún día tu película sea reproducida gracias a un DVD en una televisión; si la televisión es de alta tecnología tu película se verá como video, de eso nadie te salvará.

Como decía un miembro de la American Society of Cinematographers refiriéndose a las diferencias entre el celuloide y el digital: Como es ahora, es demasiado nítido. Para comparar la resolución del celuloide con el del reino digital tendríamos que cambiar todos esos pequeños gránulos de plata impresos en la película en millones o billones de dígitos (…) cuando tenías plata se creaba una situación orgánica que cuando cortabas a primer plano toda esa plata parecía fundirse, suavizándose unas partículas a otras.

Partículas de plata en el celuloide. Suena a algo lejano, mágico, esotérico si insisten. Y la manera de hablar en la que el director de fotografía habla de ello transpira romanticismo y nostalgia. En esta guerra ya perdida por el celuloide también participó Quentin Tarantino cuando el año pasado en Cannes dijo aquello de “En mi opinión, las proyecciones digitales son la muerte del cine. Proyección Digital es sólo TV en cine.” Y para predicar con el ejemplo ha rodado The Hateful Eight (2015) en 70mm, asegurándose que se proyectará en salas de ese mismo formato.

Ahora deben pensar… nos espera un texto melancólico lleno de suspiros por el celuloide al estilo Cinema Paradiso (1988). Nada de eso. Amo el cine digital. Es más económico y eso significa más accesible y eso significa que da la oportunidad a más jóvenes talentos a contar sus historias. Y no hay nada que supere esa ventaja. Además, la tecnología día tras día provee de nuevos sensores, lentes, codecs y técnicas de postproducción que empiezan a acercarse al Cine con mayúsculas.

En tiempos de la película física había que transportarla, había que manipularla con un cuidado exquisito, cargar los magazines que tenían una duración determinada, rodar teniendo en mente cuando terminaba el rollo de película, descargar los magazines con el mismo cuidado, mandar a revelar y uno o dos días después ver los rushes o dailies. Y todo costaba un dineral.

Ese verdadero coñazo -que ahora te ahorras con una tarjeta de 5 cms que descargas en un ordenador y que puedes visualizar al momento- tenía sus ventajas.

¿Cuáles? De nuevo, la economía. La limitación de tiempo de los rollos y el costo de la película mantenía tu mente concentrada, en la zona. Llegabas a intuir lo que quedaba de rollo como intuyes lo que mide tu coche cuando te estaciones. Tenías interiorizado el tiempo cinematográfico y el costo de la producción, y esa tensión sobre tu persona se extendía a todo el set, incluidos los actores, lo que te proporcionaba resultados extraordinarios delante de la cámara. Inclusive una cosa que noté, es que todo el staff y sobretodo los actores están más concentrados porque saben que no se pueden dar el lujo de desperdiciar negativo.

Las dificultades materiales agudizan tu mirada, lo que es absolutamente beneficioso para el arte. Pensemos en la poesía. ¿Acaso la rigurosa métrica castró la creatividad de miles de poetas hace siglos? Todo lo que hizo fue estimular su talento y llevar el lenguaje al dominio de la excelencia, lugar al que probablemente nunca volverá.

¿Y el verso libre? Pues… qué quieren que les diga. Es otra cosa

Robert Bresson opinaba sobre esto de una manera algo más críptica él decía que: fórjense leyes de hierro, aunque no sea más que para obedecerlas o desobedecerlas con dificultad.

Y me despido con una anécdota ajena sobre los regalos a los directores:

Durante el rodaje de Indiana Jones hubo serias dificultades que hicieron que la producción fuera behind the schedule y sufriera amenazas por parte de los estudios de despedir a Spielberg. En la secuencia en la que Harrison Ford peleaba con unos beduinos en un mercado se había ensayado una compleja coreografía de luchas con espadas y puñetazos. Pero aquello no acababa de cuajar y la jornada se acaba sumando otro día de retraso que dudosamente el estudio iba a tolerar. Bajo toda esa presión y nervios Harrison Ford dijo algo así como “¿Por qué no disparo al tipo?”. Acababa de nacer una secuencia inolvidable del cine de aventuras gracias a los límites del tiempo.