YouTube

28 de Abril de 2024

Luis Alfredo Pérez

YouTube

youtube-app

Hay inventos que nos hacen preguntarnos, “¿Cómo nos las ingeniábamos antes de esto?” YouTube cumple estos días diez años de existencia; en tan poco tiempo se ha convertido en un medio de entretenimiento y en una herramienta tan importante, que la vida antes de su aparición le parece a mucha gente una especie de prehistoria.

Ahora sabemos que diferentes circunstancias crearon las condiciones para que fuera un éxito. Antes de su aparición millones de personas ya tenían cámaras de video, con las cuales habían filmado billones de horas de eventos. Gran parte eran cosas sin importancia para el resto de la Humanidad: bodas, primeras comuniones y viajes a la playa que no entusiasmaban ni a su propia familia. Pero había también mucho material interesante: conciertos, secuencias con personajes importantes, filmaciones de lugares memorables que habían cambiado por completo. Por no hablar de eventos históricos: no olvidemos que la secuencia más importante del asesinato de JFK, por ejemplo, fue filmada por un aficionado.

¿Cuántos tesoros guardaban los archivos de aficionados? Imposible saberlo en aquel entonces. En el mundo preYouTube todo el video que consumíamos nos llegaba a través de la televisión, el cine y los reproductores de video, y era férreamente controlado por gobiernos y empresas privadas, que se habían convertido en jueces de qué debía hacerse público y cuándo. Aunque un particular tuviera en su poder un concierto de los Beatles que pudiera interesar a un puñado de miles de personas, no tenía manera de compartirlo –– a excepción de los mercadillos de discos y videos cuyo alcance era más bien folklórico.

Pero además de la cantidad ingente de material que estaba listo para ser compartido, el nacimiento de YouTube motivó a la gente a crear contenido propio. El resultado de millones de personas filmando lo que ocurre antes sus ojos ha dado lugar a una videoteca de proporciones y alcances inesperados –– que además da libertad para accesarla. Una vez que el material ha sido colocado en YouTube, depende de nosotros cuándo y cuántas veces queramos verlo.

Todas estas posibilidades han hecho el servicio inmensamente popular. Los números son mareantes. Cada segundo se sube a YouTube el equivalente de una hora de material en video; cada minuto se ve el equivalente a trescientas horas; cada día se reproducen cuatro billones de videos (no necesariamente diferentes); y un billón de personas utilizan el servicio.

El resultado es algo así como una versión enloquecida del Aleph que Borges imaginó. Si estamos interesados en un cantante, podemos ver no sólo sus videos oficiales sino decenas de sus actuaciones en vivo, grabadas en todo tipo de festivales, salas de conciertos y países –– además de a desconocidos interpretando sus canciones. Si hablamos de noticias, podemos encontrar su recuento desde diferentes perspectivas, incluyendo grabaciones de los hechos tomados por personas sobre el terreno. Podemos ver documentales donde la gente se cuestiona el mundo en el que vivimos, batallas de rap ficticias entre Hitler y Dart Vader, recetas para cocinar huevos de toro, gente brincoteando como si fuera caballo, cocodrilos luchando contra hipopótamos, yogis explicando posiciones, futbolistas presumiendo sus tatuajes, y adolescentes preguntando si son guapas. También a policías pidiendo mordidas y a borrachos haciendo papelones, a políticos subiéndole el vestido a chicas y a diputadas pidiendo tratamientos especiales, a famosos maltratando a desconocidos y a hijos de papá denigrando gente, a chicos haciendo a desconocidos blanco de chistes de mal gusto y a personas que se ganan la vida comentando sus partidas de juegos de video.

Quizá la popularidad de este servicio resida en que, a final de cuentas, es un espejo de lo que somos y de la manera en la que vivimos.

Cuando en 1977 se envió la sonda Voyager a investigar el Sistema Solar y el espacio sideral, se incluyó en ella un disco en el que una teórica civilización extraterrestre encontrará sonidos, canciones y saludos en cincuenta y cinco idiomas diferentes, además de una breve explicación de la raza humana y del planeta que habitamos; pero para darle una idea de cómo es nuestra civilización, hoy en día bastaría con enviarle la dirección de internet de YouTube.

Twitter: @luisalfredops www.librosllamanlibros.com