Zona Cero | “Sus ojos mostraban amor”
Un anestesiólogo de la Ciudad de México cuenta la historia de una paciente que pidió una videollamada con su familia, antes de una intervención que ponía en riesgo su vida

PRIMERA DE DOS PARTES
Nos avisaron que subieron al tercer piso a una paciente de Covid-19; al parecer su salud comenzó a deteriorarse rápidamente y necesitaría ventilación mecánica. Nos dieron nuestro equipo de protección personal (EPP) que consistió en una bata desechable, un par de guantes de bolsita, un par de guantes quirúrgicos del número siete, una mascarilla KN95 versión ligera (verde), un gorro de resorte y unos lentes transparentes que no son goggles herméticos.
En fin, subimos después de 20 minutos de esperar en ropería a que nos dieran pijamas quirúrgicas. Una vez armados, fuimos al tercer piso. Llegamos a un cuarto pequeño, nos cambiamos e iniciamos la colocación. Yo usé una mascarilla de buceo con adaptador para filtro de 20 micras, así que omití el goggle y el cubrebocas. Un par de guantes de nitrilo, después el overol Tyvek y sobre él, otros guantes; después la bata, y sobre ella otro par de guantes.
Entramos y vimos un ambiente frío, seco, sombrío, sólo el sonido del bip-bip-bip, piiiii piii piiiiii ocasional. Nos acercamos a la paciente y hablamos con ella. Estaba en propo, con franca disnea, Fr de >60 rpm, taquicardia 110 rpm, SpO2 de 85% con 10 lt., en mascarilla facial. Se notaba mucho el uso de musculatura accesoria, la tos era intensa y hablaba muy pausado.
Le dijimos que a nuestro parecer en este momento es mejor dormirla, y así sus músculos dejarían de cansarse. Aceptó, pero nos dijo que si podía hablar con su hija, que si la dejábamos pasar rápido.
En ese momento, nos volteamos a ver entre todos. Nadie tenía la respuesta. Así que se nos ocurrió hacerle una videollamada a su hija, pero no se sabía de memoria el número celular.
Hablamos con el subdirector y nos consiguió el número de su hermano. Después de un par de llamadas fallidas, nos contestó y nos consiguió el número de su hijo. Le mandamos mensaje y al explicarle la situación se logró hacer una videollamada.
Yo no vi directamente la pantalla, pero vi un cambio enorme en mi paciente. Sus ojos pasaron de una hiperemia conjuntival leve, a estar iluminados, a mostrar amor en cada reflejo de su pupila y transmitirlo a la cámara que la grababa.