Dentro de las opciones que se presentan ante el electorado en los comicios de este año el Partido Acción Nacional tiene una tarea importante, no sólo por ser la oposición más duradera que el país ha visto, sino después de haber sido expulsado de la Presidencia hace tres años. El PAN demostrará en estas elecciones si es capaz de volver a ser una alternativa para los votantes en una coyuntura de debilitamiento crónico del presidente Peña Nieto y ante una izquierda altamente fragmentada.
A diferencia del resto de los partidos de oposición que solamente tienen presencia a nivel local, la población sí tiene un referente de lo que significa ser gobernado por el PAN a nivel nacional. Por ende, los elementos que tienen los ciudadanos para juzgar la oferta panista son muy significativos.
Además el PAN cuenta con una representatividad básica dentro del electorado ya que cerca del 22% de los ciudadanos consistentemente declara identificarse con este partido incluso durante los peores momentos del albiazul. Finalmente, el PAN es el partido que menos daños sufrió en el último trimestre de 2014, en contraste con el PRI y el PRD.
Todo esto, fuera de ser una ventaja, conlleva una enorme responsabilidad para el PAN que no parece estar siendo capaz de dimensionar. Su responsabilidad es presentar una plataforma creíble, factible y coherente ante un electorado que cada día está más divorciado de los partidos políticos. Por el contrario, se muestra como poco vigoroso, con una agenda agotada y ha recurrido a un discurso por demás endeble.
¿Qué ofrece hoy en día el PAN a los ciudadanos? El albiazul enmarca su oferta electoral en tres pilares: una agenda anti corrupción, la bandera de aumentar el salario mínimo, y la propuesta de cambio. Ninguno de estos ejes se sostiene cuando es puesto bajo un lente crítico.
La agenda de combate a la corrupción carece de resonancia ante los ciudadanos cuando vemos que el PAN ha estado permeado de escándalos de corrupción que dejó pasar sin penalización alguna. Este discurso es tan endeble que si tan sólo uno de los panistas prominentes se ve involucrado en otro escándalo se derrumba esta temática irreparablemente como le sucedió a Felipe Calderón en 2006 con Hildebrando y su slogan “manos limpias”.
Los cuestionamientos a la oferta de mejoras en el salario mínimo son obligados: ¿Por qué el PAN siendo gobierno no llevó a cabo esta medida? ¿Por qué ninguno de los estados gobernados por el PAN ha aumentado el salario mínimo? ¿La propuesta es de izquierda, de derecha, del gobierno federal o simplemente son municiones electorales y a ninguno de ellos le importa?
Finalmente tenemos el concepto sobre el cual el PAN pretende de posicionar la batalla electoral: el cambio. El dilema de esta elección no es continuidad o cambio. Y en todo caso, si lo fuera, el cambio definitivamente no lo representa el PAN. ¿Cómo puede un partido que ha existido más de 70 años, que gobierna a nivel estatal desde 1989 y que ha gobernado al país por 12 años representar un cambio?
Parece que el PAN ha buscado una salida de fácil retórica y sin acciones contundentes. Por lo visto, tampoco ha realizado un recuento de sus saldos electorales para poderse presentar como una opción viable ante el electorado. La experiencia de gobiernos del PAN es penosa: pierde alrededor de la mitad de los municipios que gobierna y el récord en gubernaturas no es mucho mejor. Por supuesto, la derrota electoral en 2012 fue apabullante.
Hoy por hoy, las disputas endémicas hacia el interior del partido han impedido que el PAN formule una propuesta atractiva a nivel nacional para los ciudadanos. Los integrantes del albiazul están más inmiscuidos en trifulcas feudales que en hilar un proyecto con visión al futuro o en cultivar un vínculo con un electorado escéptico y desencantado.
Si el PAN sigue el camino cómodo y gris que ha elegido, puede navegar por los comicios actuales sin pena ni gloria. Las batallas importantes entonces se darán en el nivel local en estados como Nuevo León, San Luis Potosí o Querétaro, especialmente con sus candidatas mujeres y si continúan presentando agendas opositoras robustas.
¿Es posible que el PAN haya pasado por alto la oportunidad que le están otorgando los malos gobiernos locales y federal del PRI y la izquierda dividida? ¿O será capaz la dirigencia panista de crecer al tamaño de las circunstancias que se le presentan y asumir la responsabilidad que le corresponde? Pronto lo sabremos.
@lorena_becerra