1.
Finalmente, los euroescépticos avanzaron en las elecciones al Parlamento de la Unión Europea, quizá el esfuerzo de integración supranacional más amplio del que se tenga memoria en la historia humana. No se trata de una inminente desintegración de la unidad europea, sino de una expresión de descontento de grandes conglomerados de votantes, cansados por una prolongada crisis económica que iniciara con la invasión de Rusia a Ucrania, prosiguiera con las restricciones por la pandemia de Covid-19 y llegara a nuestros días con crecientes presiones migratorias y agrícolas, de todo lo cual se responsabiliza a la gobernanza europea, considerada por estos votantes demasiado abierta y generosa para con los demás.
2.
Los resultados muestran un crecimiento de los grupos considerados de ultraderecha, que por país son la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, en Francia; la Alternativa por Alemania de Alice Weidel o el partido Vox de Santiago Abascal en España. Inclusive los Hermanos de Italia de la premier Giorgia Meloni, quienes obtienen unos 176 eurodiputados, muy cerca de los 189 obtenidos por el grupo del Partido Popular Europeo, los demócrata-cristianos, a los que pertenece la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien con estos resultados se estaría postulando para la reelección, al estar en posibilidad de formar un gobierno de coalición con los europeístas, el ala más moderada de los renovadores, los verdes y los socialdemócratas, quienes en conjunto obtuvieron 267 legisladores; se necesitan 361 para hacer mayoría.
3.
No obstante la expectativa de estabilidad en el conjunto europeo, países como Francia se han visto obligados a disolver la legislatura nacional y llamar a nuevas elecciones, al considerar una derrota el que la derecha hubiese ganado más eurocurules que el partido en el gobierno. No así en el caso de España, que no obstante haber perdido curules ante el Partido Popular, provocando la renuncia de Yolanda Díaz, dirigente de Sumar y parte esencial de su coalición, el gobernante Pedro Sánchez, del PSOE, no se arriesgará a nuevas elecciones. En Alemania, el canciller Olaf Scholz también fue humillado por sus adversarios conservadores, y será hasta el año entrante cuando enfrente elecciones generales.
4.
Las implicaciones de los resultados pueden significar un cambio en las políticas europeas en los aspectos que más motivaron a los electores. En la economía, moderar el apoyo a los esfuerzos de guerra de Ucrania que han representado a los ciudadanos al menos un 10% de carestía, y quienes hoy deben pagar más por la energía dado el embargo al petróleo y gas rusos, así como por otras importaciones por los incrementos en logística y fletes, resultado tanto de éste como de otros conflictos, como el de Gaza y los ataques hutíes en el mar Rojo, que es la entrada al Canal de Suez. En lo que se refiere a migración, las oleadas de migrantes en las fronteras europeas del Mediterráneo y del este de Europa han puesto a prueba la capacidad de atención y reubicación de la Unión Europea. En cuanto a la producción agropecuaria, los precios son impactados por regulaciones europeas consideradas excesivas por los agricultores locales, quienes perciben las importaciones alimentarias como una competencia desleal. Así, ante el cansancio de la población y la exasperación de los electores, las urnas movieron el tapete.
5.
En lo inmediato, el Partido Popular Europeo de la presidenta Ursula von der Leyen puede integrar la coalición gobernante al aproximarse a los grupos al centro de los extremos de derecha y de izquierda. Con ello puede lograr el apoyo de la mayoría de los mandatarios de los países europeos, sobre todo si logra sumar a los eurodiputados de la premier italiana Giorgia Meloni, con quien lleva una buena relación política, reconociendo en los hechos el cambio del viento europeo hacia la derecha. Finalmente, en el Kremlin Vladímir Putin podrá sonreír por cómo se le acomodan las cosas.