La anulación de la elección para gobernador en Colima, le arrebató al candidato ganador Ignacio Peralta del PRI, la fiesta de celebración este jueves. Sus teléfonos se apagaron y la frustración se traslada a la mala –muy mala defensa- que de su caso hizo el sobrestimado Peter Bauer, que corre con el mito de que como “es el abogado de Slim”, es excelente. Pero quien realmente se indignó, dicen los que saben, fue el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien había impuesto a Peralta, su amigo, como candidato del PRI. Videgaray dejó de trabajar en los asuntos presupuestales para presionar a los magistrados y reclamarles lo que habían hecho en el Tribunal Electoral, al quitarle a su amigo la gubernatura que sentía, hasta el miércoles, que tenía en la mano. Para don Luis, la amargura fue doble, pues el único candidato que era químicamente puro, fue derrotado por su principal enemigo en el campo de batalla electoral: el PRI, o mejor dicho, el gobernador Mario Anguiano, que siempre le jugó las contras a Peralta, porque no fue ungido su delfín.