El juego y el cerebro: cómo jugar reduce el estrés, mejora la memoria y fortalece la salud mental

20 de Diciembre de 2025

El juego y el cerebro: cómo jugar reduce el estrés, mejora la memoria y fortalece la salud mental

Lejos de ser una simple distracción, el juego cumple una función clave en el desarrollo cognitivo, emocional y social de las personas

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Juegos de mesa

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Foto: Especial

Juegos de mesa
Foto: Especial

Desde la infancia, el juego es una conducta esencial para el desarrollo humano. La psicología evolutiva lo considera una necesidad biológica, ya que a través de él se aprenden habilidades fundamentales como la resolución de problemas, la interacción social y la regulación emocional. No se trata de “perder el tiempo”, sino de entrenar la mente y el cuerpo para enfrentar el entorno.

Esta conducta no es exclusiva de los humanos. En la naturaleza, animales como felinos, cánidos y primates también juegan. Estas dinámicas les permiten desarrollar reflejos, habilidades motoras y vínculos sociales, funciones que resultan clave para la supervivencia. En los humanos, este mismo principio se traduce en aprendizaje, creatividad y adaptación.

Go board game
Un jugador coloca una piedra negra y espera a que su oponente coloque una piedra blanca durante un juego de Go, un juego de estrategia en el Seattle Go Center, el martes 30 de abril de 2002. El juego, que se originó en China hace más de 2.500 años, involucra a dos jugadores que se turnan para colocar marcas en un tablero. El objetivo es rodear una mayor superficie del mismo con los marcadores, que su oponente, así como capturar las piezas del rival al rodearlas. Un artículo publicado el miércoles 27 de enero de 2016 describe como un programa de computadora ha vencido a un humano con grado de maestro en el complejo juego de mesa, lo que representa un importante avance en el desarrollo de inteligencia artificial. (Foto AP/Cheryl Hatch) / Cheryl Hatch/AP

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Qué ocurre en el cerebro cuando jugamos

Desde el punto de vista neurocientífico, el juego activa áreas cerebrales vinculadas con el placer, la motivación y la regulación emocional, como el sistema límbico y la corteza prefrontal. Durante estas actividades se libera dopamina, neurotransmisor asociado al bienestar, y disminuyen los niveles de cortisol, la principal hormona del estrés.

Además, jugar favorece la plasticidad cerebral: la capacidad del cerebro para reorganizarse y crear nuevas conexiones neuronales. Esto explica por qué las actividades lúdicas ayudan a mantener la mente activa y flexible a lo largo de la vida.

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Qué tan malos pueden ser los Videojuegos

Durante años, los videojuegos fueron vistos únicamente como una forma de ocio. Sin embargo, investigaciones de instituciones como el MIT y la Universidad de Oxford han demostrado que, en tiempos moderados, pueden generar beneficios cognitivos. Entre ellos destacan la mejora de la memoria espacial, la atención sostenida y la velocidad en la toma de decisiones.

Los videojuegos cooperativos o de estrategia también fomentan la empatía, la resiliencia y la colaboración. Al enfrentar retos constantes, el cerebro aprende a anticipar, adaptarse y planear, procesos que fortalecen las funciones ejecutivas. La clave, coinciden los especialistas, está en el equilibrio y el uso consciente, sin sustituir la convivencia real ni las responsabilidades diarias.

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El Paquete Económico 2026 incluye un impuesto del 8% a videojuegos violentos y un aumento al gravamen sobre apuestas en línea por daños sociales. / Foto: Canva

Beneficios de los juegos de mesa

Más allá de las pantallas, los juegos de mesa ofrecen beneficios igualmente relevantes. Actividades como el ajedrez, el dominó o los juegos de cartas estimulan la memoria, el razonamiento lógico, la paciencia y la planificación estratégica. Otros juegos priorizan la creatividad, la imaginación y la risa compartida.

De acuerdo con la American Psychological Association, jugar y reír en grupo reduce la ansiedad y fortalece la sensación de pertenencia social, un factor clave para la salud mental. El vínculo social que se genera alrededor del juego actúa como un amortiguador frente al estrés cotidiano.

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¿Podemos aprender jugando?

Desde la neuroeducación, el juego se reconoce como una poderosa herramienta de aprendizaje. Cuando el cerebro asocia información con experiencias placenteras, la memoria a largo plazo se fortalece. Por ello, muchas instituciones han incorporado metodologías como la gamificación para motivar la participación y el pensamiento crítico.

En periodos vacacionales, el juego cobra especial relevancia. Dedicar tiempo a actividades lúdicas facilita el estado de flujo: una concentración profunda y placentera que reduce la rumiación mental y mejora el bienestar emocional. Cada vez más expertos coinciden en que jugar no solo entretiene, sino que previene el estrés crónico, la ansiedad y la depresión leve, fortaleciendo los recursos emocionales para el futuro.
YF