›De la elección de los personajes que ingresarán a la SCJN en los próximos meses dependerá si el máximo órgano de justicia del país mantiene su equilibrio o termina “derechizándose” como en otras latitudes
¡Qué padres están tus zapatos!”, soltó por sorpresa José Ramón Cossío a la reportera gráfica de ejecentral, mientras ella se apresuraba a colocar el tripié de su cámara para la entrevista.
El ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación está a minutos de entrar a una sesión del pleno y en su despacho trabajan afanosamente para dejar resueltos todos los pendientes, pues en cinco semanas, el 30 de noviembre para ser exactos, deben entregar la oficina, pero a Cossío le intriga otra cosa: el calzado de gamuza de la fotógrafa. “Oye, ¿y son cómodos?” Así es Cossío. Mientras que otros funcionarios suelen acicalarse, preguntar cuánto tiempo durará la entrevista o sobre qué tópicos irán las preguntas para preparar el contraataque, él aprovecha que le están colocando el micrófono para recomendar emocionado el libro Despachos de guerra, de Michael Herr. “¡Está buenísimo! Sobre todo para ustedes, los reporteros”. Y hasta curiosea con la cámara y pregunta a qué resolución salen los videos y las fotos. Eterno disidente, Cossío deja el máximo tribunal del país, después de 15 años como ministro, tiempo en el que no pocas veces se quedó solo en las votaciones por su peculiar modo de ver la vida y el derecho, aunque también tuvo sonados triunfos, como su proyecto contra la exclusión de los militares con VIH —primer asunto en que un ministro toma en cuenta la opinión de la comunidad científica—, y el caso Radilla, respecto a la obligatoriedad que tiene el país para observar los tratados internacionales en materia de derechos humanos. Progresista, defensor de las garantías fundamentales y la libertad de expresión, Cossío advierte que el nombramiento de su relevo y el de la ministra Margarita Luna Ramos —cuya gestión concluye en febrero próximo—, serán de la mayor relevancia, pues de ello depende qué la Suprema Corte mantenga su equilibrio ideológico o si termina “derechizándose”, cómo está ocurriendo en las cortes constitucionales de muchos países, en las que hay una tentación permanente de poner el tema de la seguridad por encima de los derechos humanos o al nacionalismo sobre el goce de las libertades.
LOS MINISTROS CON QUIENES COSSÍO TUVO MÁS CERCANÍA SON EL FALLECIDO JOSÉ DE JESÚS GUDIÑO Y GUILLERMO ORTIZ MAYAGOITIA. DICE HABER APRENDIDO MUCHO DE SALVADOR AGUIRRE Y DE MARIANO AZUELA.
Justo cuando Cossío entregue la toga, asumirá el cargo el presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien percibe como una “fuerte personalidad política”, un mandatario que muy probablemente reduzca los espacios del Poder Judicial. Tiene usted 57 años, se va con un buen bono de retiro, tiene experiencia acumulada y se ve entero físicamente. Tiene usted la vida resuelta… —Sí, hay bastantes buenos apoyos, y sí llevo pensando un buen rato que esto algún día se iba a acabar, entonces he empezado a elaborar otras ideas. Sí salgo con una posición agradable, yo creo que bien construida y pensando hacer otras cosas. ¿Cuál es el siguiente paso en la vida de José Ramón Cossío? —Yo antes de venir aquí fui profesor, estuve nueve años al frente del Departamento de Derecho del ITAM, enseñando derecho constitucional. Ahora, lo que quiero hacer es irme otra vez de profesor-investigador. Además quisiera reflexionar sobre lo que aquí viví y quiero escribir lo que vi aquí en la Corte.
¿Cuál considera que es su huella aquí en la Suprema Corte?
—Una primera cuestión fue cambiar el estilo de las sentencias, sobre todo en la redacción; otra fue tratar de allegarnos de información científica para resolver los casos; otro fue haber introducido algunos métodos de interpretación que eran comunes en ese tiempo en tribunales constitucionales del mundo, pero aquí no, y haber cambiado la forma de construcción de los equipo de trabajo, antes casi todos tenían gente del Poder Judicial, y yo empecé a traer gente de la academia, de la investigación, gente que había estudiado afuera y no había estado en México.
Dice usted que cambió el estilo de redactar y presentar las sentencias. ¿En qué consiste este cambio? —Era un problema muy grande, porque era un estilo que llevaba muchos años, al menos desde la década de los ochenta. Eran sentencias muy largas, con muchas transcripciones, con muchos detalles inútiles, y además que quedaba bastante poco claro qué es lo que se había discutido, qué es lo que se había argumentado, qué es lo que se había aprobado. Entonces, estuvimos haciendo muchos ejercicios, para hacerlas más concisas , numeramos párrafos, generamos notas a pie de página, utilizamos doctrina, utilizamos información científica y reducimos considerablemente el tamaño. Pienso que parte de la función de la Corte es explicarle a la gente por qué recibió un mal o por qué recibió un bien en un juicio, por qué se quedó sin casa, por qué se quedó sin hijo, eso hay que decírselo al involucrado. ¿Esto es motivo de orgullo o de frustración? —Al principio yo creo que era de orgullo, porque yo sí pensé desde que vine aquí que tenía que hacer algún cambio. Ya después, con los años, creo que sí se volvió un motivo de frustración, porque uno se da cuenta que aquello que uno ve con gran claridad, no se logró expresar por uno o comprender por los otros, y eso sí genera frustración, ahora me pregunto por qué no logré mayorías más fáciles y más claras en la Suprema Corte. ¿Piensa que con su salida los sectores progresistas del país se quedan huérfanos en la Suprema Corte? —Yo creo que no. Yo creo que hay algunos ministros que están también en esa misma dinámica. Aquí lo interesante no es saber si quedan muchos o pocos, sino identificar quién va a venir. Porque sí hemos tenido una merma con la salida de la ministra Olga Sánchez Cordero y del ministro Juan Silva Meza, hace tres años; sí creo que ellos estaban en un bloque más liberal. Entonces, sí ha habido algunos ajustes en la votación. Creo que es muy importante que como sociedad, los medios de comunicación sobre todo, le pongamos mucha atención a quién me va a sustituir, y no por tratarse de mí, sino porque creo que genera una descompensación en un cierto sentido, en la Corte con respecto a lo que se había votado durante muchos años. ¿Hay riesgo de perder ese equilibrio? —Yo creo que esa parte sí podría perderse, porque yo me voy el 30 de noviembre, la ministra Luna se va en febrero, entonces esas dos designaciones son centrales para la conformación de la Suprema Corte, y ver si vamos a ser capaces de mantener este ritmo, o de incrementar este ritmo de protección a los derechos humanos, que nunca es fácil. [caption id="attachment_919890" align="alignnone” width="800"] Augurios. José Ramón Cossío teme que con la llegada de López Obrador a la Presidencia de la República se reduzcan los espacios del Poder Judicial. Foto: Angélica Ortiz.[/caption]
De Poder a Poder
El nombre de José Ramón Cossío ha sido colocado en la baraja de aspirantes al cargo de fiscal general, figura que sustituirá a la de procurador general de la República y cuyo soporte legal aún está pendiente de aprobación por el Congreso de la Unión. Sin embargo, él afirma que tal posibilidad no está en su radar. ›Además de rodearse de un equipo multidisciplinario para la elaboración de sus proyectos y ponencias, Cossío gusta de convocar a gente joven a sus grupos de trabajo, sobre todo de los egresados del ITAM. Es de saludo fácil para quien se lo encuentra en los pasillos de la Corte y tiene una obsesión por comunicar las actividades del máximo órgano de justicia, al grado de que ha impulsado diplomados para que los periodistas se especialicen en la cobertura del Poder Judicial. Ahora, con el cambio de gobierno, ¿cuáles son los riesgos que enfrenta el Poder Judicial, tanto internos como externos? —El Presidente electo es un hombre con una gran presencia pública, con un manejo muy bueno de medios, una imagen bien plantada, una gran legitimidad política, entonces creo que cuando la Suprema Corte se enfrenta con personalidades políticas en un régimen presidencial como el nuestro, la Corte tiene que mantenerse independiente de ese poder político y de la simbología, de las imágenes, del discurso del poder. Creo que la Corte con este tipo de personalidades políticas fuertes, todas, da igual si son de izquierda o si son de derecha, lo único que tiene que hacer es, por simple que parezca, sostener lo que la Constitución dice, que a veces no es fácil; entonces yo creo que este es el principal reto: mantenerse autónoma, independiente y no involucrarse en juegos políticos que no son propios de un órgano jurisdiccional.
EL NOMBRE DE JOSÉ RAMÓN COSSÍO HA SIDO COLOCADO EN LA BARAJA DE ASPIRANTES AL CARGO DE FISCAL GENERAL, FIGURA QUE SUSTITUIRÁ A LA DE PROCURADOR DE LA REPÚBLICA Y CUYO SOPORTE LEGAL AÚN ESTÁ PENDIENTE DE APROBACIÓN EN EL CONGRESO. SIN EMBARGO, ÉL AFIRMA QUE TAL POSIBILIDAD NO ESTÁ EN SU RADAR.
El Presidente electo ha propuesto desaparecer el Consejo de la Judicatura Federal (CJF) para convertirlo en otro órgano. ¿Le parece correcto este plan? —A mí no me preocupa tanto quién absorberá ese órgano, si es la Suprema Corte o si es un consejo, eso no es relevante. Lo que me preocupa es que sea un órgano eficaz, el Poder judicial de la Federación es un cuerpo muy grande, con gente muy preparada, pero que ha crecido enormemente por razones de demanda de servicios; entonces lo que hay que esperar es tener un órgano de gran control administrativo, un órgano eficiente, que sepa manejar los recursos, un órgano que vigile bien la conducta de jueces y magistrados, esto es muy importante.
Primero fueron los sueldos y ahora es el CJF, ¿hay confrontación entre el Presidente electo y los ministros de la SCJN? —Confrontación yo creo que no, habrá cosas que el Presidente electo diga y que no nos guste en la Corte, y habrá cosas que la Corte resuelva que no le gustarán al Presidente. Cuando él esté muy ilusionado con generar una cierta política pública a través de una ley o crear un órgano y la Suprema Corte le diga que eso es inconstitucional por alguna razón, pues tampoco creo que el Presidente de la República lo trate de tomar en términos personales, simplemente son los procesos ordinarios que se dan en una división de Poderes. Hace rato habló del uso de símbolos e imágenes en el discurso de López Obrador. ¿A qué se refiere? —No sé lo que va a pasar con López Obrador, pero si uno se fija con cuidado en los años del priismo, lo que había era que el Presidente de la República simbolizaba prácticamente a todo el Estado nacional; simbolizaba a la nación, al pueblo de México, era una voz casi total en el proceso político y consecuentemente él era un poco la encarnación de la Constitución. Y así se veía en los discursos del 5 de febrero, que ya tiene muchos años que son bastante deslucidos, pero eran discursos importantísimos: el Presidente asentaba doctrina política, doctrina jurídica y muchos hilos de la creación normativa pasaban por él. Entonces si el presidente López Obrador va a ser un Presidente que haga ese tipo de cosas, desde luego que los espacios de la SCJN quedarán reducidos. Simplemente se trata de una ocupación del espacio público, y ahí sí creo que la SCJN y muchos órganos del Estado se verán reducidos. Ni siquiera digo que sea indebido, ¿eh? simplemente me parece que son formas en que se ejerce el poder público. ¿Cómo se lee aquí en la Corte el concepto de la Cuarta Transformación? —Debe haber muchas posiciones. Yo doy la mía: a mí me parece que la Cuarta Transformación es un proceso político que se definió en las urnas y que tiene consecuencia en las urnas. A mí, como ministro de la SCJN, no me debe hacer un énfasis mayor, porque yo a lo que me comprometí fue a hacer guardar la Constitución general de la República y las leyes que de ella emanen. Entonces, no es un asunto para mí, porque si los jueces estuviéramos pensando en cada caso cuáles son los signos políticos, pues entonces no estaríamos cumpliendo nuestra función, signos políticos ha habido a lo largo de la historia todo el tiempo; parte del discurso político es presentarse en una excepcionalidad enorme.
La huella en la Corte
En el año 2010, cuando estaba en curso el proceso para elegir presidente de la Suprema Corte —del que finalmente resultó electo el ministro Juan Silva Meza— Cossío hizo pública una carta en la que se descartaba como contendiente a la presidencia del máximo tribunal. Cossío argumentó su desinterés por este cargo, ya que tiene un carácter eminentemente administrativo, además de que no puede empujar los temas que le interesan. Y así fue. Cossío acumula una serie de ponencias en las que quedó de manifiesto su interés por las aportaciones de la ciencia, los derechos humanos y los grupos vulnerables. De las múltiples ponencias que posee, ¿cuál recuerda con más emoción? La de los militares con VIH fue muy importante por una razón: fue la primera vez que yo me atreví a traer conocimiento científico a la Corte. Yo algo sé de derecho, pero no sé de astronomía, no sé de biología, no sé de muchas cosas que son necesarias. Mi hipótesis es esta: cómo puede un juez resolver bien un problema si no comprende bien el problema que quiere resolver; si vamos a resolver algo de medio ambiente, algo de bosques, algo de mantos freáticos, o algo sobre la píldora del día después, si es o no abortiva, pues eso no está en el conocimiento ordinario de uno. Tampoco se trata de que uno vaya y se compre una enciclopedia o abra Wikipedia y se sienta uno genio, porque nomás dice uno muchas tonterías. Creo que esa forma de poder unirse a otras profesiones, a otros medios, allegarse información especializada, tener un equipo de trabajo tan inteligente como el que yo he tenido la fortuna de tener, eso sí me parece que es un cambio central. Dígame, don José, ¿en qué clase de país estamos, cuando en la SCJN hay 11 ministros, pero sólo uno defiende a muerte la libertad de expresión? —Ese es un signo de los tiempos. Los órganos jurisdiccionales se componen a partir de decisiones políticas; el que diga que no es así, yo digo que miente, porque el Presidente de la República propone a algunas personas y el Senado las aprueba o las rechaza, entonces sí hay un componente político. Y yo creo que en el mundo sí estamos observando que muchos tribunales constitucionales están adoptando una posición de derecha, tratando de generar una mayor seguridad, una seguridad que se requiere en tiempos de crisis, una seguridad en el nacionalismo. —Agrega: “Eso me parece que se apega a un discurso de derechas, que es la idea de que el pasado le enseña a uno, la idea de que el orden genera más orden. Y las disidencias se van dando. Entonces si uno observara y fuera palomeando los nombramientos que se han hecho en los tribunales constitucionales del mundo a partir del 2012, yo creo que uno se da cuenta de que esto se está corriendo hacia la derecha, en general. El caso de Estados Unidos con las últimas designaciones es impresionante. ¿En México hacen falta ministros sensibles a los derechos humanos? —Yo creo que sí, pero sensibles en serio. Los derechos humanos tienen dos dimensiones: una retórica-política, esa está bien, hay que impulsarla para que se difunda, pero también hay que otorgarlos cuando una persona viene y los reclama legítimamente. Y eso implica apoyar temas que tienen que ir en contra de los que muchas personas piensan que es la seguridad. ‘No importa que se torture, no importa que se golpee, no importe que pasen ciertas cosas, porque de lo que se trata es de generar paz social’... Ése es un discurso muy peligroso.
COSSÍO ES MIEMBRO DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES, LA ACADEMIA MEXICANA DE CIENCIAS, EL AMERICAN LAW INSTITUTE, LA BARRA MEXICANA-COLEGIO DE ABOGADOS, EL CONSEJO CONSULTIVO DE CIENCIAS, LA ACADEMIA MEXICANA DE DERECHO INTERNACIONAL Y EL COLEGIO NACIONAL, ENTRE OTROS.
¿Vio usted el informe “Déficit meritocrático”? ¿Qué tan profundo es el nepotismo y las redes familiares en el Poder Judicial? —Leí la primera versión que presentó el consejero Felipe Borrego, nos la mandó a todos. Una segunda versión que entiendo está revisada por Julio Ríos, un profesor muy correcto del CIDE, no la he leído. La primera a mí me parece que tiene una parte importante, que es la identificación de nepotismo, la que dice que la señora “X” o el señor “Y” ayudaron a meter a trabajar a familiares, eso sí creo que existe. Lo que no me parecía claro del primer informe es que decía “redes familiares”; a mí me parecía que tenía una implicación como de un pacto mafioso. Eso no estoy seguro que se pudiera comprobar. Que una persona tenga a sus sobrinos, eso sí existe, y es muy grave, pero lo segundo es que esas redes familiares generen redes clientelares, redes mafiosas, eso yo lo pongo en duda. No es lo mismo que una persona tenga a su sobrino, a que con ese sobrino haga actos delictivos. Son dos cosas distintas.
La llegada. Cuando Cossío Díaz llegó a la SCJN, el presidente del tribunal era Mariano Azuela Güitrón.
¿Y qué me dice de la venta de exámenes para ser juez? ¿Eso confirma que hay corrupción en el Poder Judicial? —Ese es un tema tristísimo y muy grave. Unas personas en el Instituto de la Judicatura parece que lograron burlar algunos de los sistemas de seguridad que se habían establecido y que habían sido eficientes en exámenes anteriores y, efectivamente, se abrió una investigación y yo creo que esa es una de las cosas que mas debilitan al Poder Judicial, porque la función de la justicia es muy seria, la función de la justicia es decirle a una persona que cree tener la razón que no la tiene, y que donde cree que va a tener una casa, no la va a tener, y donde cree tener derecho de ver a su hijo, no lo va a tener, o donde cree tener derecho a una libertad, no la va a tener. Entonces, el Poder Judicial tiene que ser ejemplo, y estas prácticas no ayudan a ello. Hace algunos días, el ministro Arturo Zaldívar pronunció un discurso en el que invita a sus compañeros a ser autocríticos y a preguntarse por qué no han logrado obtener la confianza de la sociedad. ¿Usted se lo ha preguntado?
›Todo el tiempo. En cuanto a la autocrítica, yo lo puedo decir lo siguiente. A mí me gusta mucho la sociología, y utilizo una expresión que usan los sociólogos, que es la reflexividad. A mí sí me gusta preguntarme siempre qué es lo que estoy haciendo y por qué lo estoy haciendo. Yo creo que en esa parte sí hemos podido, desde mi punto de vista, corregir en lo que es corregible. También la reflexividad me permite disminuir considerablemente la vida social; yo desde que estoy en la Suprema Corte la he disminuido muchísimo, no voy a fiestas y convites, porque no me parece correcto, me parece que es una forma de autocontensión.
Prosigue: “En segundo lugar, sobre la confianza. Es verdad, pero hay que verlo en dos dimensiones. Si uno ve, ninguna autoridad pública en el mundo ha incrementado sus niveles de confianza. ¿Por qué? Porque me parece que tenemos una sociedad con altísimas expectativas, a veces generadas desde el propio poder público para legitimarse: derechos para todos, empleo para todos, ingresos para todos... El poder público ofrece muchas cosas aquí y en China, y después lo que acontece es que esas expectativas no se pueden satisfacer… Sobre todo cuando se está en campañas electorales… —Todos, tanto en ejercicio como en campañas. Ahora vamos a dar esto; y ahora vamos a dar lo otro. ¡Muy bien! Y la gente va a decir: ya llevamos 20 años oyendo promesas interesantísimas y yo sigo en una condición de vida que no me parece satisfactoria. Cuando le preguntan a la gente qué opina de los jueces, pues dice que somos unos rateros, porque no nos distinguen a nosotros de los judiciales o de los burócratas. Y tercero: sí creo que nosotros hemos perdido velocidad ya desde hace varios años en la SCJN en la forma de trasmitir, en la forma de acercarnos a la sociedad, en la forma de generar cultura jurídica. ¿Son excesivos los salarios de los ministros? —Pues sí, porque si usted a una población que está muy lastimada económicamente le pone como paradigma de la corrupción y lo hace a través de un factor muy identificable como son los sueldos, pues la gente va a decir ésta es una casta privilegiadísima que no hace nada, porque tampoco ve una mejora cotidiana, aunque no es la función de la Corte generar un bienestar general. ¿Hace falta austeridad en la Corte? —Pues es relativo. En algunas cosas sí. La parte de los sueldos es una discusión que nosotros tuvimos cuando se hicieron las modificaciones a la ley durante el gobierno del presidente Felipe Calderón, perdimos en ese entonces muchísimo dinero respecto de lo que ganábamos, nos redujimos considerablemente el ingreso; hoy tenemos muchas más restricciones que cuando yo llegué. Yo llegué con un sueldo y hoy debo haber pedido un 40%, no estoy diciendo que esté bien ni mal, simplemente es un dato. Y la parte de la austeridad tampoco tengo claro qué se entiende por austeridad. Ejemplifica: “El sueldo no es malo, tampoco es excesivo si se piensa en lo que gana un abogado de nuestro nivel allá afuera, tampoco es un dineral. Un futbolista puede ganar millones y está bien, pero un servidor público no se le puede pagar bien, porque, insisto, hay una confusión o una mezcla de un discurso denigratorio de todo lo público que viene de la parte más conservadora del mundo, la parte más dura de la economía, los que promueven este Estado mínimo, donde no hay instituciones públicas intermediadoras, y por otro lado, un discurso donde se le hace perder presencia a casi todo el sector público en aras de elevar la potencia y la presencia de otras partes del sector público. Creo que ese es un discurso muy peligroso”. https://youtu.be/K2beYjYez34
Entre abogados te veas
Al ministro Cossío se le leyeron algunos refranes sobre la labor de los abogados y los jueces. Estas fueron sus respuestas: “Si no hubiera malas personas, no habría buenos abogados” (Charles Dickens)
Yo creo que sí. Imaginémonos a nosotros mismos, que tuviéramos un conflicto, que nos acusaran de algo que es indebido y que efectivamente cometimos. ¿Usted va a contratar a un abogado bueno o malo? Un abogado bueno. ¿Qué piensa que el abogado bueno va a hacer? Una serie de cosas dentro de unas reglas del juego —no estoy hablando de corruptos— para tratar de liberarlo. ¿Qué es entonces lo que hace la gente? La gente se auxilia del mejor abogado para tratar de obtener la mejor solución y el mayor beneficio posible. Esto yo lo he pensado mucho: ¿La persona que cometió un delito por qué se puede dormir tranquila? Porque dice: ‘yo contraté al mejor abogado’. ¿El abogado por qué se puede dormir tranquilo? Porque él dice: ‘yo no hago otra cosa, sino lo que mi cliente me pide. Es un mundo fantástico, todos duermen a gusto”.
“Pronuncia tus sentencias, pero nunca des tus razones, porque tus fallos pueden ser justos, mas tus razones seguramente están equivocadas” (William Murray)
Estoy completamente de acuerdo. Cuando yo decía que yo quise hacer breves las sentencias, justamente fui contra eso. ¿Por qué razón? Porque yo lo que observaba es que las sentencias decían: en la primera instancia se dijo ta-ta-ta; en la segunda instancia se dijo: ta-ta-ta; en el amparo se dijo: ta-ta-ta; y después había una frase casi sacramental que decía: “de todo lo anterior se desprende”. Entonces yo decía: ¿Cómo que de todo lo anterior se desprende? Señores, de todo lo anterior no se pude desprender nada, porque simplemente es información acumulada y ordenada. Lo que yo sostengo es: si a esta persona la vamos a privar de su casa, de su patria potestad o de su libertad en una sentencia que quede claro por qué le quitamos su casa. No podemos engañar a las personas. A mí me parece que así como hay distintas profesiones que tienen distintos mecanismos de legitimación —ustedes como periodistas se legitiman diciendo verdades y haciendo periodismo de investigación— la condición legitimadora del Poder Judicial es que la persona entienda cuáles son las razones del mal que le impusimos o las razones del mal”.
“No es mejor la fama de un juez riguroso que la de uno compasivo” (Miguel de Cervantes, en El Quijote)
No creo, porque eso supondría que estamos actuando por sentimiento. Yo soy compasivo y veo: ‘pobre señora, qué mal le ha ido en la vida; pobre señor qué triste ha sido su caso’. Entonces, parecería que no resolvemos con leyes, sino con emociones. Y en el otro caso parecería que el juez dice a mí me da igual lo que a usted le pase. Yo creo que al final de cuentas, nosotros estamos bastante constreñidos por las propias disposiciones del orden jurídico”.
“Un buen abogado conoce la ley; un mejor abogado conoce al juez, pero el mejor de todos los abogados conoce a la amante del juez” (Anónimo)
¡No! Eso ya es corrupción. Eso ya no es un refrán, eso ya es apología del delito”.
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