La crisis detonada por el retraso en el envío de sueldos para mil 700 empleados locales en los 53 consulados en Estados Unidos es la punta del iceberg de un problema serio y profundo que tiene que ver con la priorización del dinero público en programas políticamente redituables para Morena y con el mal manejo de la Secretaría de Relaciones Exteriores bajo la titularidad de Juan Ramón de la Fuente. Desde que inició el gobierno de Claudia Sheinbaum, el pago para sueldos y gasto corriente llega a cuenta gota o no llega. Los gastos de mudanza, instalación de trasladados y viáticos no se han reembolsado, el cuerpo diplomático en el extranjero no ha sido relevado por falta de dinero para menajes y todo indica que tampoco habrá programa anual de rotación de personal en este año.
El que la SRE no haya negociado eficazmente y que el dinero se haya ido a otras secretarías y a otras partidas, y de la Fuente no haya previsto la crisis, confirma las versiones de que el médico psiquiatra converso a diplomático no es apto para el cargo. Culpar a Hacienda es poco ético pues su responsabilidad es procurar recursos para la operación adecuada y puntual de la Cancillería, su red consular y embajadas en Europa, Medio Oriente y Asia. Como capitán del barco no puede echar la culpa a otros por quedarse dormido en el timón. En la sede de la SRE en la Ciudad de México, el aire acondicionado solamente se prende para las reuniones del secretario, no hay garrafones de agua, la mitad de los baños están descompuestos y no tienen papel, de 12 elevadores, funcionan seis. Digno de una república pobre, atrasada y corrupta, es decir, bananera, no de la doceava economía del mundo.
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Solamente después de que los empleados locales se fueron a huelga en los consulados de Sacramento y Nogales forzando el cierre de servicios al público por primera vez en la historia, la SRE pagó los sueldos de marzo. Sin embargo, hoy en día, sigue reteniendo el gasto de operación (renta, mantenimiento, vigilancia, etc.) en las embajadas en todo el mundo, Washington incluido. Es inmoral obstaculizar los sueldos y operaciones de personas que representan la primera línea de defensa de los mexicanos en el exterior en tiempos de deportaciones masivas y creciente xenofobia. En el periodo de Marcelo Ebrard los empleados locales, conocidos como Prestadores de Servicios Profesionales Independientes, o PSPI, recibieron un aumento salarial de entre 5.9% y 14%, entre mil 800 a tres mil dólares mensuales, índice tipificado de pobreza, insuficiente frente al alto costo de la vida. Algunos empleados se ven obligados a solicitar ayuda social de los gobiernos locales como descuentos en renta de vivienda y vales de comida. Otros trabajan horas extras de meseros o vendedores de comida mexicana. Tienen un contrato leonino sin derecho a jubilación, seguro médico para sus familias, acumulación de antigüedad, ascenso o aguilando. Ebrard prometió “incorporarlos” a la secretaría “para que tengan mejores percepciones”, pero no cumplió. De la Fuente no se ha pronunciado. Es hora de que asuma liderazgo o se vaya.
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Con qué autoridad moral el gobierno, que dice practicar una política exterior “humanista”, demanda un trato digno para los connacionales si no garantiza los derechos de sus trabajadores en su propia casa. Casos de acoso laboral y violencia de género ante el Órgano Interno de Control no se han atendido. Estos empleados ficticios, de los que hay 20 por cada cinco diplomáticos, sacan la mayor parte del trabajo consular. Visitan prisiones, conducen coches, acompañan a migrantes al ser deportados, participan en todo el proceso de expedición de documentos, van a eventos con las comunidades y hasta instalan las banderas para el Grito. Debido a la carga de trabajo de los consulados, hacen tareas que por ley corresponden a cónsules y miembros del Servicio Exterior Mexicano, como la visita a prisiones establecida en la Convención de Viena.
Sheinbaum atribuyó la demora en los salarios a “un nuevo esquema administrativo” prometiendo no volvería a pasar. Poco creíble. Menospreciar al personal en el extranjero es herencia de la política de austeridad oportunista y selectiva de AMLO. Sheinbaum y de la Fuente no solo no la han cambiado sino la han perpetuado sin importarles el impacto directo que tiene en la vida cotidiana de millones de mexicanos que paradójicamente en su mayoría votó por ella.
@DoliaEstevez