Del carbón al son: Los Ángeles

6 de Agosto de 2025

José Pérez Linares
José Pérez Linares
Abogado y Cronista. Ha publicado en Rumbo de México, Diario DF, El Capitalino.

Del carbón al son: Los Ángeles

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José Pérez Linares

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Foto: EjeCentral

Afuera, la noche caía sobre la colonia Guerrero con su gravedad habitual, una más en la Ciudad de México. Pero dentro del recinto, en el número 206 de la calle Lerdo, el tiempo era otro: una corriente de memoria discurría con la fuerza de casi un siglo. No se trataba de una noche cualquiera, sino del eco de muchas noches, del cúmulo de ochenta y ocho años de historias, pasos y música. El Salón Los Ángeles festejaba su aniversario, pero también su permanencia, su tozuda resistencia a ser olvidado. Entrar en él es cruzar un umbral no físico, sino temporal. De inmediato, el aire se satura de un perfume antiguo a madera pulida, un aroma que lo mismo evoca a los danzoneros de antaño que a la efervescencia de los jóvenes de hoy.

En este lugar, cada rincón es memoria. Las columnas con sus espejos fragmentados reflejan rostros que se mezclan con los del pasado. Los fantasmas de los bailadores se confunden con los vivos, sus pies invisibles rozan la misma duela que hoy se enciende bajo la cumbia y el ska. Y la pista, el corazón del lugar, es un caldero en ebullición. Los colores brillantes de los trajes y vestidos, el rumor de las conversaciones: todo se disuelve en una sola sinfonía. Aquí, el cuerpo encuentra su propio lenguaje, un diálogo sin palabras entre la pareja y el espacio, una comunión con el recinto mismo. Se siente el pulso de la ciudad, un latido que el asfalto y el concreto no logran silenciar. Aquí resurge con la fuerza de la salsa y el danzón.

Fundado en una época donde los salones como el México y el Colonia dominaban la escena, el Salón Los Ángeles nació en una bodega de carbón en desuso. Fue inaugurado en julio de 1937 por la orquesta de Gonzalo Curiel —tío abuelo de la actual secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza—, quien estrenó la pista con su emblemática “Vereda Tropical”.

Desde el inicio fue un lugar donde la frontera entre obreros y artistas, políticos y celebridades se diluía al son de la música. Por su duela pasaron Diego Rivera, Miguel Alemán y un joven Mario Moreno “Cantinflas”, que encontraba en este rincón de la Guerrero un reflejo de la gente de su barrio. Fue aquí donde el mambo, ritmo audaz e irreverente de Dámaso Pérez Prado, encontró su cuna, marcando un hito en la historia musical. Bajo la administración de la dinastía Nieto, el salón ha sabido reinventarse, adaptándose a los ritmos de cada década sin perder su esencia.

El salón, más que un lugar de baile es testigo de la historia de la ciudad. Sus paredes han sido el escenario de películas como Esquina bajan, Tívoli y Danzón, y han albergado eventos tan dispares como el Gran Baile de Tarzanes, Pachucos y Rumberas, el espectáculo de Aventurera, o incluso el Congreso de Fundación del Frente Zapatista de Liberación Nacional, demostrando su capacidad para ser un crisol de la cultura y la política.

Las letras, en su momento, también encontraron refugio en su magia: cuando Carlos Fuentes cumplió 70 años, decidió celebrar también el aniversario de La región más transparente en este mismo lugar, reuniendo a una plana mayor de intelectuales como José Saramago, Carlos Monsiváis y Gabriel García Márquez, entre otros personajes de alto calibre. Todos ellos compartieron la esencia de la ciudad que no se encuentra en sus edificios de cristal, sino en sus espacios vivos, en sus heridas y sus fiestas.

A lo largo de los años, el Salón Los Ángeles ha enfrentado el fin de los tiempos: terremotos, la influenza H1N1 y la pandemia de COVID-19. Momentos en que la música calló y las luces se apagaron. Pero su espíritu es inquebrantable. Como un faro en la noche, se ha mantenido en pie, un lugar donde la música, la compañía fraternal y el baile son la única intención.

En este aniversario, la duela vuelve a vibrar, y con ella, la historia de la ciudad. Aún hay oportunidad de ser parte de esta celebración: además de la fecha tradicional del 2 de agosto, el festejo continuará el próximo sábado, con boleto general que ronda los 450 pesos, para que la juventud también se sume a esta permanencia. Se escucha fuerte una declaración de identidad que se clava en la memoria: “Quien no conoce Los Ángeles, no conoce México” … pero quien lo baila, comprende más a la ciudad.