1. Pues sucedió, el presidente Trump logró su cometido y obtuvo del Congreso la aprobación, así fuera por reducido margen, del “Big Beautiful Bill” (BBB) con el que reasume con mano de hierro la conducción de los Estados Unidos. Se trata de un proyecto fiscal y presupuestal en el que esencialmente habrá de incrementarse la deuda, aumentar el gasto militar, recortar los impuestos y reducir el gasto militar, que concentrará más el ingreso y fortalecerá a la plutocracia financiera y tecnológica del actual establishment.Ello deja poco espacio para las dudas y proyecta la carrera hacia la elección intermedia el año entrante como la única forma de contenerle, dado que estarán en juego la Casa de Representantes, un tercio del Senado y 36 gubernaturas, con prácticamente todos los Estados clave en disputa.
2. Con el BBB, Trump hará más ricos a los ya de por sí muy ricos multimillonarios y corporativos y más miserables a los menos afortunados y a los migrantes ilegales, e irá por la dominancia global absoluta. Reducirá impuestos, sosteniendo el 21% para corporativos y 30% o más para los demás, permitirá deducciones hasta por 6 mil dólares a quienes ganen menos de 75 mil dólares anuales –es algo así como la línea de quienes menos tienen--, eliminará subsidios a energías renovables y autos eléctricos –de ahí el enojo de su alter ego, Elon Musk—y serruchará drásticamente los programas sociales estelares de Medicaid (atención médica a quienes menos tienen) y al plan de ayuda alimentaria, que aplica también a los desposeídos. A ambos les recortará hasta un billón y medio de dólares, lo que afectará a unos 15 millones de beneficiarios que quedarán fuera. Desde luego, el exterior no se salva y quedó el impuesto a las remesas, en “sólo” 1% (reembolsable por México a sus connacionales, según se dijo en Palacio Nacional).
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3. En cambio, incrementará el gasto en Defensa a un billón de dólares, lo que le deja en 3.5% del PIB, aún lejos del 5% que impuso a los países de la OTAN, en donde incluye el financiamiento para desarrollar el escudo antimisiles que llama “domo dorado” en analogía al “domo de hierro” israelí con el que soñara Ronald Reagan, fortalecerá como nunca a la agencia antiinmigrantes, el ICE, así como a la “migra”, el Border Patrol, y destinará 47 mil millones de dólares más a la construcción del muro fronterizo con México. Desde luego, esas decisiones elevarán el techo de la deuda en 5 billones de dólares para los próximos diez años, que es lo que ha afectado un tanto la paridad del dólar, al señalar preocupaciones de las agencias calificadoras y mercados sobre el servicio de la deuda, ubicada ya en 32 billones de dólares.
4. Le ha ido tan bien que nadie ha podido cuestionarle nada. El orgullo de su nepotismo, sus hijos y demás familia, hacen negocios en el límite jurídico, usando su nombre y el poder de la Casa Blanca para promover desarrollos inmobiliarios y campos de golf, vender criptomonedas, incursionar en las redes sociales y medios electrónicos, impulsar un teléfono móvil y la correspondiente red de servicio (Trump Mobile) y hasta sacar líneas de perfumes, ropa y relojería dorada con su nombre. En otros países del mundo, eso sería asimilable al conflicto de interés. Pero pareciera que ya no en los Estados Unidos.
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5. Si aún así el tío Trump obtiene el refrendo en la elección intermedia, habrá de seguir afectando el viejo orden mundial de la posguerra, en donde las reglas se respetan entre individuos, corporaciones y naciones, puestas en duda ahora por el significado del buscar la paz desde la fuerza, para imponer un nuevo orden con reglas a modo, para controlar el comercio mediante aranceles o la proliferación nuclear con bombardeos selectivos, en donde la incertidumbre sería gestionada no por instituciones, tratados o derecho internacionales, sino por esferas de influencia a repartir esencialmente entre las grandes potencias, Estados Unidos, China y Rusia, estas dos últimas viendo cómo el reacomodo les favorece estratégicamente.