Diversas voces de la oposición nicaragüense han expresado su asombro, preocupación y rechazo ante la convocatoria para instalar un “Grupo de Amistad México–Nicaragua” en el Congreso mexicano este 7 de octubre. Me sumo a ese rechazo y hago un llamado respetuoso a los diputados mexicanos a no prestarse a legitimar una dictadura señalada por crímenes de lesa humanidad.
La Dictadura Sandinista de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha sido denunciada por organismos internacionales por su brutal represión. El más reciente informe del Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua, presentado ante la ONU el 23 de septiembre de 2025, documenta violaciones transnacionales: espionaje, amenazas, campañas de difamación y represión contra nicaragüenses fuera del país. El informe advierte que el aparato estatal nicaragüense opera más allá de sus fronteras para silenciar voces críticas.
¿Es esta la “amistad” que México quiere institucionalizar? ¿Con un régimen que ha cerrado más de 5,700 ONG, expulsado a la Iglesia Católica, confiscado universidades y medios, y mantiene a más de 70 presos políticos —31 de ellos desaparecidos— en condiciones inhumanas?
La instalación de este grupo no es un gesto diplomático inocente. Es una validación política de un régimen que ha convertido a Nicaragua en un Estado policial, aliado de Rusia, Irán y China, y enemigo de la democracia regional.
México tiene una tradición de asilo y defensa de los derechos humanos. No traicionemos esa historia. No permitamos que el Congreso mexicano se convierta en plataforma de propaganda para una dictadura que ha despojado de nacionalidad a cientos de ciudadanos, y que incluso ha enviado a México a un exjefe de inteligencia militar como agregado en su embajada, generando preocupación legítima entre organizaciones civiles por el riesgo que esto representa para refugiados políticos.
A los diputados que han sido invitados: les pido que no asistan y denuncien este acto de validación de criminales. Su presencia sería interpretada como complicidad. En lugar de instalar un grupo de amistad, instalen un grupo de solidaridad con los perseguidos, con los exiliados, con los presos políticos. Con la Nicaragua que resiste.
Porque la verdadera amistad entre pueblos se construye sobre la libertad, no sobre la represión.