Un nobel que ilumina la oscuridad venezolana, pero…

13 de Octubre de 2025

Pablo Reinah
Pablo Reinah
Periodista con 28 años de experiencia en televisión, radio y medios impresos. Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2001, ha trabajado en Televisa, Grupo Imagen y actualmente conduce el noticiero meridiano en UNOTV. Ha colaborado en medios como Más por Más, Excélsior y Newsweek. Es autor del libro El Caso Florence Cassez, mi testimonio y asesor en medios de comunicación.

Un nobel que ilumina la oscuridad venezolana, pero…

Pablo Reinah columnista

Premio Nobel de la paz para una mujer que, ha enfrentado la política más hostil y se alza como una luchadora incansable contra las injusticias de un régimen. María Corina Machado, con su voz firme ha sido esa figura por años en Venezuela. Este 10 de octubre de 2025, el Comité Nobel de la Paz le otorgó el Premio Nobel por su “trabajo incansable en promover derechos democráticos” y su lucha por una transición pacífica de la dictadura a la democracia. Es un reconocimiento que llega como un rayo de esperanza en un país ahogado por la crisis: hiperinflación que devora sueldos, escasez que obliga a mendigar medicinas y un régimen que reprime con balas lo que no puede callar con mentiras.

Corina, como la llaman sus seguidores, no es una heroína de película. Es real. Inhabilitada por el chavismo para postularse a la presidencia en 2024, vio cómo su candidato, Edmundo González, ganó las elecciones según observadores internacionales, solo para que Maduro robara el resultado con un fraude descarado. Ella no se rindió. Desde el exilio forzado, organizó protestas masivas, unió a la oposición fragmentada y desafió al terror estatal. Ha enfrentado amenazas de muerte, allanamientos y el peso de una persecución que ha silenciado a tantos. Su importancia radica en eso: en ser el símbolo de una resistencia no armada, que inspira a millones. Venezuela, con 28 millones de personas atrapadas en el hambre y la represión, necesitaba este Nobel como un grito desesperado.

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Su lucha es un manual de coraje. Desde fundar Vente Venezuela en 2012 hasta liderar la coalición opositora en 2024, Corina ha apostado por la democracia sin concesiones. Ha denunciado la corrupción que sangra al país –petróleo robado, aliados narcos en el poder– y ha tejido alianzas internacionales para presionar por elecciones libres. Este premio la valida no solo a ella, sino a todo un pueblo que marcha bajo la lluvia de gases lacrimógenos, soñando con justicia. Es un recordatorio de que la paz no cae del cielo; se construye con uñas y dientes, como ella lo ha hecho.

Pero aquí viene el pero, en su primer mensaje tras el anuncio, Corina dedicó el Nobel “al pueblo sufriente de Venezuela y al presidente Trump por su apoyo decisivo a nuestra causa”. ¿Trump? ¿El mismo que presume de terminar guerras mientras aviva divisiones, que amagó con merecer su propio Nobel y cuya Casa Blanca criticó al comité por “poner política sobre paz”? Entiendo el agradecimiento: su administración ha sancionado a Maduro y apoyado a la oposición. Pero dedicarle un premio de paz a un líder polarizante, que usa la causa venezolana como trofeo en su campaña, es un error garrafal. Rebaja la universalidad del Nobel –pensado para unir, no para dividir– a un guiño partidista. ¿Y si eso aleja a aliados moderados en América Latina o Europa, que ven a Trump como un riesgo para la estabilidad regional? Corina, tu luz es demasiado brillante para eclipsarla con sombras ajenas.

Este Nobel es un triunfo para Venezuela, un espaldarazo a la lucha de Corina por la libertad. Su valentía enseña que la dictadura tiembla ante una voz libre. Pero esa dedicatoria a Trump es un tropiezo, porque la paz no se regala a personajes controvertidos. Corina, sigue luchando por todos, no por unos pocos. Venezuela te necesita entera, no dividida. ¡Libertad o nada!

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