Agente Fonseca y Lima parte VIII (la casa de la moneda)

30 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Agente Fonseca y Lima parte VIII (la casa de la moneda)

@Zolliker

Reporta el agente infiltrado Pedro Fonseca y Lima, hombre que recién enterró a su madre, que se encuentra sumamente confundido. Ha dormido poco, bebido un tanto, comido casi nada y vuelto a fumar mucho. Al funeral llegaron personas que no supo ni cómo se enteraron del sepelio –él no le avisó a nadie–; gente que tenía décadas sin ver y que se fueron apenas se percataron que no había ni pan de dulce ni café con “piquete”.

Cuando terminó de recoger papeles y algunas pertenencias, se percató de que, entre las flores enviadas, estaba una corona mortuoria de parte de sus compañeros del cuerpo policial y una rosa negra. Se acercó a mirarla, pues le pareció sumamente extraña (nunca había visto una flor así) y encontró que tenía una tarjeta con el mensaje: “¡Felicidades, cariño!”. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal y un extraño sudor comenzó a empaparlo.

Todo lo veloz que pudo, se dirigió hacia la caseta de vigilancia. No tenían cámaras ni registro de nadie que entrara al lugar. “Cientos de personas pasan diario, patrón”, le dijo el guardia. “Nada raro hoy, nomás nos encargan ver que las cajas sólo traigan un muertito y que nadie se lleve huesos en las noches”, reporta el agente que le dijo el guardia, pues a veces quieren enterrar de a tres cuerpos: “por eso, los ataúdes, se vuelven cada vez más grandes”.

Ya no quiso regresar hasta la cripta por las cosas que dejó tiradas, reporta Fonseca y Lima. Traía su saco de vestir, su teléfono celular, cigarros, las llaves de su casa, dinero y su arma. Nada más necesitaba ni le hacía sentido. Abordó el transporte público y se dirigió a sus rumbos, con el pensamiento algo perdido. Medio dormitando, ni cuenta se dio que el trayecto le tomó más del doble de tiempo de lo normal, hasta que el vehículo hizo parada en la acostumbrada tienda de iluminación de siempre, en la calle de Dolores, en el centro de la Ciudad.

Reporta el agente Fonseca y Lima que apenas llegó a la cantina, le entró una llamada de la elegante dama del centro comercial, nuevamente suplicándole con urgencia que la buscase. Pero con la mala recepción que han tenido últimamente los celulares, se cortó la llamada y no pudo volver a comunicarse con ella y le urgía más que nada, un buen mezcal.

Llevaba dos tragos cuando vio las sorprendentes noticias: un grupo muy selecto –y brillante– de delincuentes, asaltó con suma precisión, una joyería del Estado, donde el gobierno tenía además de relojes, miles de monedas de oro. ¿Cómo era posible tanta ineptitud?, pensó. Luego se dio cuenta, reporta Fonseca y Lima, que ni durante la revolución, los políticos ni los caudillos ni los cuatreros ni los rateros más hábiles, se habían podido introducir a esas bóvedas recién asaltadas.

Algo anda seriamente mal, reiteró para sí. Y ese conocido escalofrío le recorrió la espina dorsal. ¡“Cariño (https://www.ejecentral.com.mx/realidad-novelada-el-agente-infiltrado-fonseca-y-lima-iii/)” era el sobrenombre que le puso el hombre de la recepción del edificio donde estaban algunos de los jefes de la banda de los tapabocas del centro comercial! Luego miró con detenimiento las fotografías de los principales sospechosos. Había sin duda, un sin saco que parecía ser “cariño” y el otrora hombre rapado (https://www.ejecentral.com.mx/realidad-novelada-el-agente-infiltrado-fonseca-y-lima/ ) y con barba del bajopuente. Se bebió de un golpe el mezcal doble de una copa coñaquera, dejó un billete grande sobre la barra y se apresuró a la salida… “¡Mierda!”, expresó…

¿Continuará?

Parte I: https://bit.ly/2Pqza3h

Parte II: https://bit.ly/2VxIOGZ

Parte III: https://bit.ly/2DVY72b

Parte IV: https://bit.ly/2I3sEfH

Parte V: https://bit.ly/2JmTkZn

Parte VI: https://bit.ly/328zeKY

Parte VII: https://bit.ly/2KtK2vn

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