TLC: ¿La última y nos vamos?

22 de Agosto de 2025

TLC: ¿La última y nos vamos?

Donald Trump sabe que en el fondo no puede cancelar el Tratado de Libre Comercio, pero no piensa dejar a ir a México sin raspones

19 JUAN PABLO 86

La sexta ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y Estados Unidos es una de definiciones, según diferentes insiders que han detallado aspectos a la prensa especializada. Directa o indirectamente, Donald Trump pone la pistola sobre la mesa antes de iniciar y decide imponer aranceles a dos industrias que afectan a México: los electrodomésticos y las energías renovables. Un acuerdo ya de por sí amenazado en el que se espera lo mejor, pero se prepara para lo peor gracias, por ejemplo, a la diversificación que ha tenido México hacia otros mercados como el sudamericano, vive horas definitivas para el futuro de la economía de la región y el mundo.

La gran pregunta que todos los involucrados en la negociación se hacen es: ¿qué tanta lumbre come Donald Trump? En realidad, ¿qué tan dispuesto está a romper con un acuerdo comercial que es valioso para la cadena productiva de su economía y la región? Políticamente tiene todo el sentido seguir con la renegociación por un largo tiempo más en lo que mantiene vivas las amenazas de un discurso que sirve a su base y son para quienes gobierna.

Donald Trump le ha dado un importante peso económico a su agenda de gobierno. La promesa de regresar la gloria a los estadounidenses va en el sentido del bolsillo, de la inmediatez. En este primer año de gobierno, lo que más presumió el propio Donald Trump, más allá de que sea su mérito o todavía un remanente del gobierno de Obama, fue el crecimiento económico por arriba de 3%, el desempleo que se acerca también al 3%, la confianza de Wall Street y los mercados, la inversión de automotoras que regresan su dinero a Estados Unidos y la reforma fiscal, entre otros. Los “éxitos” que según él ha tenido resuenan en el nacionalismo económico que ha impulsado con buen resultado al corto plazo.

Trump está gobernando para su reelección directamente con su base. En la medida que pueda mantener buenos números económicos en el corto plazo, aun siendo artificiales y con consecuencias por resultar, en esa medida tendrá buenas razones y cuentas que entregar para luchar por la Casa Blanca. En ese sentido pensar en que Trump estaría dispuesto a aceptar las pérdidas económicas y de cadenas de producción que se perderían en caso de desaparecer el acuerdo es complicado. Hasta el momento, las amenazas le han funcionado bien en la negociación, además del discurso agresivo y retador, pero por el otro lado, sigue apelando directamente a su base.

Trump sabe que en el fondo no puede cancelar el tratado, pero no piensa dejar a ir a México sin sus raspones. Aunque en un inicio el equipo negociador mexicano se negaba rotundamente a aceptar ciertos términos propuestos por Estados Unidos, como la Cláusula Sunset, al final tendrá que ceder ante un acuerdo que no será cancelado, pero sí, posiblemente revisado y modernizado cada cierto tiempo.

Salir del TLC implicaría que la relación comercial entre México y Estados Unidos se vería regida por la Organización Mundial de Comercio. Según analistas, en promedio, los aranceles para Estados Unidos en caso de salir subirán 7%, en comparación con el 3.5 para México y 4.4% para Canada. Al final, la nación más dañada si se termina el acuerdo sería Estados Unidos.

No parece estar dentro de la estrategia de Trump que los estadounidenses tengan menos dinero en su bolsillo, y el aumento a precios como los automóviles, electrodomésticos, textiles, televisores y otros productos golpearía directamente la economía nacional.

›El hecho de que Trump no vaya a terminar con el Tratado no significa que su aborrecimiento desaparezca y crea que es un terrible negocio para Estados Unidos. Su idea basada en ese nacionalismo económico es generar acuerdos comerciales bilaterales que beneficien a la Unión Americana.

Queda claro que de aquí en adelante, mientras él sea presidente Estados Unidos no volverá a firmar ningún acuerdo multilateral. Mientras la negociación ocurre, Trump tiene la oportunidad de recordarle al mundo lo mucho que odia a México.

Por otra parte, se encuentra a punto de conseguir algún tipo de financiamiento para el muro, que aunque no de océano a océano, de concreto de 10 metros ni financiado, será suficiente para declarar a su base ”misión cumplida”.

En la medida en que Trump pueda mantener una plataforma que le permita atacar a México a nivel mediático, lo hará y la renegociación del Tratado de Libre Comercio le permite precisamente eso. En un año electoral en el que requiere de su electorado, la posibilidad de ir contra México siempre le sumará puntos.

Mientras más se alargue la renegociación, mejor para él. Terminar con él, sería golpear seriamente la economía de la región: un lujo que no se puede dar, inclusive a nivel migratorio.

La sexta no será la última, aunque si será definitoria. Un acuerdo que en principio se acordó para unos cuantos meses y que se ha extendido hacia un periodo desconocido ligado directamente al humor de Donald Trump. Mientras le sea útil para atacar, lo mantendrá. Es un tema electoral.

Puramente electoral. Mientras tanto, en la pista verdadera de la negociación, Wilbur Ross, Robert Lighthizer y su equipo contradicen a su jefe como ocurre con la mayoría del gabinete, aunque los aranceles y las actitudes de imposición en ese sentido también son una advertencia del golpeteo al que Estados Unidos está dispuesto a posicionar a través de Trump. Sí al Tratado de Libre Comercio, no a salir sin raspones.