Vuelven a las escuelas con entusiasmo y miedo
Alumnos y padres de familia comienzan un ciclo en el que cada plantel aplica sus propias normas y donde no está garantizada la atención a quienes toman clases en casa

La pesada puerta azul de la primaria pública Francisco Goitia, ubicada en la alcaldía Gustavo A. Madero, se volvió abrir para dar la bienvenida a docenas de niñas y niños que regresaban a las aulas por primera vez desde hace 17 meses. Entre cubrebocas y caretas de colores, los pequeños se despidieron de sus padres, quienes a diferencia de ellos, aún tenían muchas dudas sobre este nuevo ciclo escolar.
Equipados con dos termómetros digitales, como lo indica parcialmente la guía de regreso a clases de la Secretaría de Educación Pública, los profesores daban la bienvenida al alumnado que fue citado a diferentes horas, según el grado al que pertenecía, una medida que los directivos de este plantel decidieron adoptar, pero que no forma parte de los protocolos oficiales.
A tan sólo unas cuadras de allí, en la escuela primaria Salvador Allende, las medidas para recibir a los alumnos eran otras, pero las dudas y temores de los padres eran iguales; algunos estaban desconcertados porque no se podría implementar el modelo híbrido para seguir la educación en casa, por lo que consideraron que el regreso a clases había sido obligatorio.
La emoción de conocer por primera vez a sus compañeros, así como su salón de clases y a su maestra, fue suficiente para que Eduardo se levantara a primera hora de la mañana como si se tratara de un día de fiesta.
Él y su mamá fueron de las primeras personas en llegar este lunes a las puertas de la escuela primaria Francisco Goitia, en donde otras familias se preparaban para el inicio de este nuevo ciclo escolar.
Además de su mochila con personajes de caricaturas, en donde guardó los pocos útiles escolares que necesitaba para su primer día en la primaria, el pequeño de 6 años también llevaba una bolsa con toallas húmedas, desinfectante en spray, una botella de gel para manos y una caja con dos cubrebocas rojos de repuesto.
Junto a él, otra niña de una edad similar recibió una pequeña mochila de unicornios llena de los mismos artículos, mientras su mamá le recordaba que en la tapa de su cuaderno lleva otro cubrebocas y que debía ponerse siempre dos sin importar el calor.
La emoción de los pequeños era innegable, pero también lo era el temor de sus padres, quienes a tan sólo unos metros se aglomeraron en torno a otro profesor que daba indicaciones, y respondía dudas sobre el funcionamiento de la escuela en las próximas semanas, especialmente porque en ningún plantel parecían ser las mismas normas.
Y es que mientras en esta primaria los hermanos podrían asistir en el mismo día aunque sus números de lista fueran diferentes, en otras sedes se eligió dividir los grupos alfabéticamente, e incluso hay escuelas en donde el escalonado de asistencia no será por días, sino por semanas.
Estas no son las únicas medidas en las que existe falta de claridad o congruencia por parte de las autoridades locales, quienes han dejado la responsabilidad del regreso a clases en los criterios y capacidades de cada escuela, lo que ha permitido que haya diferentes reglas entre cada plantel.
Incluso algunas escuelas han hecho del regreso a clases presencial algo coercitivo, y es que contrario a lo dicho por las autoridades educativas federales, los encargados de estos planteles anunciaron a través de grupos de mensajería instantánea que los profesores no podrían brindar apoyo a los alumnos que no asistieran, ni siquiera corrigiendo las guías de estudio.
Cristina Gómez, madre de dos niños de 8 y 10 años, aseguró que a pesar del miedo no tuvo opción respecto al regreso a clases porque les informaron que no habría forma de atender a los pequeños que decidieran no asistir a la escuela, y que incluso “podrían perder su lugar dentro de esta institución si acumulaban muchas faltas”.
Vuelta a las aulas. Caretas, mascarillas, gel y termómetros dominaron el regreso a clases en la CDMX, después de una pausa de 17 meses.