En la familia se incuba cultura democrática y tolerancia política

16 de Julio de 2025

En la familia se incuba cultura democrática y tolerancia política

Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía, habla en exclusiva a EJE CENTRAL

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JUAN BALBOA

Pedro Joaquín Coldwell, actual secretario de Energía, es hijo del empresario de origen libanés Nacif Joaquín, conocido como Tatich (hombre sabio), y considera a Jesús Reyes Heroles como su guía: “Trazó mi carrera política.”

A los 25 años formó parte del Congreso Constituyente que aprobó la primera Constitución del estado; cinco años después se convirtió en el segundo gobernador de Quintana Roo y el hombre que emprendió el desarrollo económico y la formación de una clase política: “Había un sentimiento de que estábamos fundando un estado. Eso nos llenaba de orgullo y nos daba un gran estímulo para trabajar, cierto idealismo incluso, que era muy motivante.”

Es un crítico del fracaso de las negociaciones con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN): “Quisieron administrar el conflicto y falló.”

Siendo embajador de México en Cuba le tocó vivir el enfrentamiento entre los presidentes Fidel Castro y Ernesto Zedillo –se le conoció en México como la Crisis de Mickey Mouse– que le costó su salida de La Habana.

Pero su verdadera crisis la ha vivido en familia: siendo presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) su hermana Addy Cecilia renunció al tricolor y aceptó, en 2005, ser candidata a la gubernatura de Quintana Roo por el Partido Acción Nacional (PAN). Perdió.

Once años después (2016) su medio hermano Carlos Joaquín González sigue la ruta de la hermana mayor, Addy: renuncia al PRI y acepta la candidatura al gobierno de Quintana Roo por una coalición encabezada por los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Acción Nacional (PAN). Gana. Carlos Joaquín se convirtió en gobernador electo en junio pasado, justo cuando murió su padre, el empresario Nacif Joaquín.

Pedro Joaquín Coldwell predica un Evangelio que comienza con la familia: “Uno aprende que si quiere tener una cultura democrática hay que respetar los derechos políticos de nuestros semejantes y, principalmente, de nuestros familiares, y aun para quienes no lo sean”.

Secretario, usted es hijo de un empresario de origen libanés, Nacif Joaquín, quien logró muchas cosas hace años. ¿Quién fue su padre? Mi padre fue un emprendedor, un hombre que nació en la isla de Cozumel y un empresario que contribuyó al desarrollo del turismo en Quintana Roo, cuando era una entidad desconocida y apartada del resto del país y el mundo. Él impulsó la hotelería, la aviación comercial, fue pionero de ésta en la región. “Muchos años trabajó en Tamsa, una línea regional; fue gerente en Cozumel. Fue la línea donde se mató Pedro Infante en el accidente.

FOTOS: CORTESÍA DE PEDRO JOAQUÍN COLDWELL

El niño y el joven

¿Cómo fue la vida del niño y el joven Pedro Joaquín en Cozumel? Mira, creo que me tocó un privilegio de vida porque crecí en una isla que tenía mil 500 habitantes, donde éramos libres, donde jugábamos en las calles, corríamos. Teníamos el mar al alcance de la mano.

“Vivíamos ciertamente aislados del resto del país porque no había periódicos, no había revistas; la única estación de radio que escuchábamos era La W, pero no entraba hasta las ocho, nueve de la noche, que uno podía escucharla. Más oíamos estaciones de radio de Cuba que de México.

“Pero creo que ésa era una isla donde convivíamos todos, donde no había clases sociales, no había diferencias; todos íbamos a la misma escuela, todos nos veíamos en las mismas calles cuando jugábamos”.

Creció usted al mismo tiempo que se desarrolló Quintana Roo, casi a la par. ¿Platíquenos qué recuerda de esa etapa de su juventud? Quintana Roo no era estado. Se hizo estado el 8 de octubre de 1974, por decreto del Congreso de la Unión, del Constituyente Permanente y el presidente (Luis) Echeverría, pero eso hacía que prácticamente, por ejemplo, no había elecciones, salvo para un diputado federal...

“Eran delegaciones que nombraba el gobernador del territorio, a quien lo nombraba el Presidente. Así como estábamos aislados del interior del país, también entre nosotros. No había muy buena comunicación entre Cozumel y la capital, Chetumal; tenías que dar la vuelta por Mérida.

“Cancún apenas empezaba a surgir. Era una plantación de cocoteros, prácticamente deshabitada. Yo fui a la escuela Benito Juárez, una primaria federal, a la única secundaria que había, no había prepa. Entonces tuve que venirme a la Ciudad de México a estudiar a los 15 años”.

Su experiencia en el Constituyente

Fue nombrado en 1979, a los 25 años, diputado del Congreso Constituyente, o sea, estamos hablando del nacimiento de Quintana Roo formalmente como un estado. ¿Qué experiencia le dejó? Yo tuve una feliz coincidencia en mi vida. Justo en el año de 1974 que terminaba mis estudios de licenciado en derecho, aquí en la Ciudad de México, se hizo la transformación de territorio federal a estado. Tuve la oportunidad de ser diputado constituyente por invitación del licenciado David Gustavo Gutiérrez Ruiz.

“A mí prácticamente él me reclutó para la política, me convenció […] La decisión no hizo feliz a mi padre porque él tenía la expectativa de que yo me dedicara a ayudarlo en los negocios, pero ante la invitación del licenciado Gustavo Gutiérrez, gobernador del territorio y primer gobernador provisional del estado…

“Muy incentivado yo por el hecho de ser abogado y tener la oportunidad de participar en la elaboración de la Constitución de mi estado fue lo que me motivó a ingresar a la política.” Después de eso usted fue presidente del primer Congreso del Estado... Sí, tuve la fortuna de que mis compañeros diputados constituyentes me eligieran presidente del Congreso, que duró no más de dos meses, porque su única finalidad era hacer la Constitución del estado.

El joven gobernador

En 1980, a los 30 años, llega a la gubernatura. Usted fue el segundo gobernador de Quintana Roo. ¿Cómo logra consolidar un plan de gobierno, una clase política? Mire, primero debo decirle que siendo diputado constituyente tuve el honor de conocer a don Jesús Reyes Heroles, quien entonces era presidente del PRI; él me distinguió con su amistad y sus consejos, y después de ser diputado constituyente yo quería ser presidente municipal de mi tierra natal, Cozumel.

“Él me dijo, en palabras veracruzanas, que yo sería muy pen… si me enfocaba a ser presidente municipal, que probablemente ahí terminaría mi carrera. Me recomendaba que buscara yo ser secretario general de Gobierno, del primer gobierno electo, y después diputado federal. Me dijo: ‘Tendrás oportunidad de ser gobernador, pero ya dependerá mucho de ti’.

“De alguna manera trazó mi carrera política con esta visión. Yo me acerqué a quien pensaba iba a ser el candidato a primer gobernador, el licenciado Martínez Ross, y tuve la fortuna de que me nombrara secretario general de Gobierno.

“Eso para mí fue algo muy importante. Don Jesús pensaba que, antes de gobernador, ser secretario general de Gobierno casi debería ser un requisito constitucional.

“Y, en efecto, ser casi cuatro años secretario general de Gobierno me dio un conocimiento pleno de los problemas del estado, una relación con todos los liderazgos sociales, de tal suerte que cuando llegué a gobernador tenía muy claro cuáles iban a ser mis prioridades.

“No tuve ninguna sorpresa; sabía exactamente qué debía hacer y tenía ya prácticamente el plan de gobierno. Lo que hice en la mente fue simplemente proceder a redactarlo, ayudarme de expertos, pero el rumbo lo tenía muy claro.

“De secretario de Gobierno pasé a diputado federal; estuve año y medio en una Cámara muy rica, porque fue la primera de la reforma política de 1977 en la que se incorporó la izquierda, la cual venía de la lucha del 68, muchos eran políticos amnistiados que llegaban ahora al Congreso, y una Cámara muy formativa también.

“Tuve las dos visiones en mi formación: la local, por casi cuatro años de secretario de Gobierno, y luego durante año y medio, previo a ser candidato a gobernador, la vivencia de la perspectiva nacional en una Cámara con legisladores de altos vuelos.

Y de ahí a la gubernatura… Imagino que ése fue el trampolín para llegar a las grandes ligas de la política. Sí. Mi principal trampolín fue una intervención en tribuna el 2 de octubre, el primero que nos tocó en 1978, 10 años después. Por primera vez se discutía el tema en la Cámara con varios de los ex presos políticos del 68. Era el tema de la agenda de ese momento y fui a hablar por los diputados jóvenes del PRI. Tuve una intervención muy favorable, bien recibida, y eso fue una cuestión que me permitió impulsarme mucho a la gubernatura.

Señor secretario, el 8 de febrero del 85 hubo un accidente carretero. Murió un amigo de usted, Érick Paolo Martínez. ¿Fue un momento duro, difícil para usted? Fue un momento desgarrador. Mueren varias personas. Pierdo a Érick Paolo, quien era un querido amigo mío y gran colaborador y, además, joven brillante que vio truncada su vida, pero también al señor Navarrete, quien estaba en Banpesca, y otras personas y otros más fueron heridos. Fue una tarde que le vi el rostro a la fatalidad.

Revela errores en las negociaciones con EZLN

Viene después la gubernatura, cargos a nivel público con el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari, quien lo nombra en 1994 comisionado para la paz en Chiapas. Esa etapa, la de las negociaciones, fue complicada. ¿Cuál es su experiencia de las pláticas con el EZLN?

Me tocó una etapa justo cuando no había negociaciones; el diálogo se había interrumpido, los puentes de comunicación entre el gobierno y el EZLN estaban absolutamente rotos. El EZLN acusaba al gobierno de que había faltado a su palabra; por lo tanto, para que se reanudara el diálogo el gobierno tenía que implementar la reforma a la cual se había comprometido en los Acuerdos de San Andrés Larráinzar.

“Fue una etapa muy complicada porque no había diálogo, había muchas tensiones acumuladas, y fue un momento difícil. El EZLN tenía esta postura, que ya mencioné, de decir: ‘No reanudo el diálogo si no me cumples primero.’ Y, por otro lado, el gobierno había decidido administrar el conflicto y atender temas a los cuales les daba prioridad, entre otros el derivado de la crisis económica que vino del llamado ‘Error de diciembre’.

“Yo quería tender puentes entre el gobierno y la guerrilla para reanudar el diálogo, pero fue infructuoso. Tuve pláticas con el obispo (de San Cristóbal de Las Casas) don Samuel (Ruiz García), con quien hubo buena relación y una gran comunicación, pero fue inútil.”

¿En ese corto periodo logró alguna reunión con el subcomandante Marcos? No, no, en lo absoluto.

¿Alguna anécdota que recuerde de esa etapa? Nada en especial. Bueno, sí, hay una, mi primera reunión con don Samuel, que era quien presidía la Comisión Nacional de Intermediación (Conai). No nos conocíamos. Nos presentamos y en algún momento del diálogo le dije: “Don Samuel, yo espero ser muy sincero con usted y ganarme su confianza no diciéndole ninguna mentira, le voy a hablar con la verdad siempre”. Y él me dijo: “Bueno, yo tampoco le voy a decir mentiras, pero no le voy a decir toda la verdad”.

Secretario, de ahí salta de la Comisión de la Paz en Chiapas a embajador de México en Cuba. Sí.

¿Lo mandaron al exilio? No. Se cumplió mi ciclo, fue necesario renovar; hubo una renovación de la Secretaría de Gobernación (el secretario era Emilio Chuayffet Chemor) y de prácticamente toda el ala política del gobierno, dado que hizo crisis la administración del conflicto, tal y como yo lo había advertido a las altas esferas del gobierno, e iba en su momento a producir rendimientos decrecientes, cuando eso falló y originó una matanza.

De Acteal. De Acteal… Hubo que renovar todo el equipo, una serie de cambios, y yo pedí salir; consideré que debía haber ido un nuevo delegado. Me ofrecieron la embajada de Cuba, que me resultó una gran experiencia.

¿Su cambio a Cuba fue por su relación con Luis Donaldo Colosio? Me refiero a que muere, hay un nuevo candidato (Ernesto Zedillo), un nuevo grupo. Entiendo que usted era incómodo… Bueno, eso fue antes, en la campaña; eso ya no tenía nada que ver. Me fui a Cuba y fue una gran experiencia. Y ahí sí tengo una buena anécdota.

Llega usted justamente en un periodo muy difícil, especial con todo y el derrumbe de la Unión Soviética… La crisis con Fidel Castro conocida como Mickey Mouse... Ya venía Cuba superando el periodo especial de crisis económica que comenzó como resultado del colapso de la Unión Soviética en 1991…

Pero… ¿cómo enfrenta usted toda esa situación? Yo tenía una buena relación con los cubanos porque cuando era gobernador me tocó acompañar al presidente (José) López Portillo y recibió ahí a Fidel Castro. Se acuerdan que venía una reunión de los países del norte y del sur que se iba a celebrar en Cancún. Fidel no iba a ser invitado y era el líder de los países no alineados. Entonces el presidente López Portillo quiso explicarle. Lo invitó a Cozumel para darle una explicación personal.

“Ahí conocí a Castro y recuerdo que cuando lo recibimos en el muelle, porque llegó en barco, el Presidente dijo: ‘Le presento al gobernador’ y Fidel me miró fijamente. Yo tenía 30 años y me dijo: ‘Chico, eres muy joven para ser gobernador.’

“Le contesté: ‘Comandante, a mi edad usted ya había hecho una revolución.’ Y él me respondió: ‘¿Y cuándo empiezas la tuya, chico?’

“De ahí Fidel me invitó a Cuba. Como gobernador fui y establecimos una buena relación comercial entre Cuba y Quintana Roo porque como estábamos en el boom petrolero yo no podía conseguir cemento para hacer las obras públicas. Me faltaba tubería de agua potable y otros insumos y los compraba de Cuba. Tenía el suministro seguro, buen precio y rápido, por mar lo recibía. Hicimos una buena relación con él.

“Entonces, cuando llegué como embajador, había esa ventaja de que ya tenía puentes con el comandante y con varios de sus colaboradores, como Osmany Cienfuegos Gorriarán (político y militar, hermano de Camilo Cienfuegos, mártir de la Revolución Cubana).

“Y ya en la embajada fue un periodo muy intenso porque las relaciones entre México y Cuba no pasaban por su mejor época. Había diferencias importantes entre el presidente Zedillo y Fidel Castro y ese tema hizo crisis, de una manera que ahora la vemos simpática, en una reunión del Sistema Económico Latinoamericano, celebrada en La Habana.

“Fidel Castro en un discurso dijo que México había decidido abandonar a los países latinoamericanos para irse a la villa rica de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y dejar a sus hermanos en la vil miseria.

“Y luego había mencionado que la influencia americana en México era tal que los niños de México conocían mejor a los personajes de Disney que a los héroes de la Independencia. Entonces esto enojó mucho al presidente y ordenó mi retiro como embajador y entonces el gobierno de México exigió una disculpa al gobierno de Cuba.

“Estuve yo casi un mes o poco más fuera, en tanto se hacían las negociaciones para restablecer la relación porque finalmente ni uno de los dos gobiernos quería llevar las cosas al extremo de romper relaciones, pero el de México necesitaba una salida digna y Fidel también…

“Se resolvió con una carta que trajo el canciller (Roberto) Robaina, en la cual el comandante hacía un reconocimiento a lo que México significaba para él y al final pedía una disculpa a los niños…

“Lo chistoso es que unas semanas después de que regresé y se superó este incidente conocido en los medios como el de Mickey Mouse, en la Ciudad de México la nota de los periódicos era: “Un millón de capitalinos salieron a ver el desfile de Disney”.

La renuncia de Addy

Regresa a México y es presidente nacional del PRI, pero en un contexto muy complicado. Sé que la familia es fundamental en su vida. Su hermana Addy Cecilia renuncia al partido y se va al PAN… ¿Eso le afectó a usted familiarmente, afectivamente, o simplemente dijo: “Es su opción”? Mire, yo pertenezco a una familia muy grande, en la cual hay una gran diversidad política y religiosa. También hemos aprendido a ser tolerantes entre nosotros mismos.

“Mi hermana se sintió agraviada porque consideró que el PRI no le daba una oportunidad de competir en una contienda interna para tratar de ganar su candidatura. Unos años antes había intentado ser candidata y hubo un mal proceso selectivo; fue afectada en sus derechos políticos y tomó la decisión de irse y yo la de quedarme...

“Entonces marcamos nuestros respectivos rumbos, pero eso ha sido muy importante para desarrollar mi vocación democrática. He aprendido que debo, si respeto los derechos políticos de mis adversarios, también respetar los de mis hermanos y familiares, y me han enseñado el valor supremo de la tolerancia, indispensable en toda cultura democrática”.

La salida de Carlos

Finalmente, secretario, 2016 marca a su familia. Primero Carlos Joaquín González (hermano) gana la gubernatura también con otro partido… ¿Cuál es su opinión? Carlos Joaquín tuvo un caso muy parecido al de mi hermana mayor y él tomó la decisión de competir por una alianza entre PAN y PRD y ganó las elecciones, tomó su propio camino y obtuvo la confianza de la gente. “Hablé con él en su momento. Me compartió su proyecto y yo respeté su decisión. No me involucré, obviamente, en ella porque soy militante del PRI. Respeté su decisión, son sus derechos políticos. Había sufrido un acoso muy grande del gobierno (estatal que preside el gobernador Roberto Borge Angulo) en turno. Tomó esa salida y ese riesgo.

“Pero uno aprende. Si quiere tener una cultura democrática hay que respetar los derechos políticos de nuestros semejantes y principalmente de nuestros familiares, y aun para quienes no lo sean.”

La muerte de su padre

Muere su padre, conocido como Tatich (consejero, hombre sabio) en junio pasado. ¿Cómo le dijo en aquella ocasión que usted se metió a la política? Lo recordó en la misa previo a su entierro… Yo estaba preparando una carta porque mi padre cumplía el pasado 16 de julio 100 años y quería dársela en su cumpleaños, pero me di cuenta de que se deterioraba mucho su salud y entonces la escribí para el Día del Padre, pero tampoco llegó… Murió dos días antes. Entonces decidí leerla en su funeral.

“Esa carta que había escrito para dársela el Día del Padre acabó siendo una oración fúnebre. En vida él me dijo que al ingresar a la política sólo iba a encontrar amarguras y yo no tenía necesidad de hacerlo cuando había un campo para desarrollarme muy importante en el tema empresarial.

“Pero ya había decidido que mi vocación era la política y abrevé en el principio de Max Weber, de asumirla como vocación y vivir para y no de ella”.