León Krauze: “Soy un tipo impaciente por naturaleza”

21 de Mayo de 2024

León Krauze: “Soy un tipo impaciente por naturaleza”

León Krauze

Desistió de sus deseos por ser arqueólogo a causa de su impaciencia, pero la narración oral, que es una tradición familiar tan habitual que su padre le ofrecía un relato de camino a la escuela, le abrió caminos insospechados

Tras un año de espera vuelve el pódcast Historias perdidas, escrito y narrado por León Krauze, un proyecto que nació hace más de una década. En este viaje a través del tiempo y del espacio, como lo describe su creador, ha entablado un diálogo con su público que además de proponer algunas ideas sobre el contenido, también lo han llevado a recordar uno de los momentos más memorables de su infancia: cuando su padre –el también historiador Enrique Krauze– le contaba historias bíblicas de camino a su escuela “con una gran sensibilidad y con el énfasis puesto en divertirme, entretenerme”, apunta.

León Krauze
León Krauze

¿Con qué frase o palabra describirías el pódcast Historias perdidas?

Es un viaje a través del tiempo y el espacio para descubrir los mayores misterios históricos de la humanidad.

¿Cómo empezó?

Es un proyecto que tiene muchos años. Historias perdidas nació en radio hace casi década y media como un experimento, una invitación a que los radioescuchas más jóvenes, los niños, adolescentes se quedaran en nuestro noticiario una vez que salían de la escuela. Empezamos a transmitir misterios históricos en capítulos de tres minutos y la intención era que la gente se quedara con nosotros de lunes a viernes, pero fue un experimento, sobre todo para un espacio informativo. Gracias a Dios el experimento funcionó y desde hace unos años decidimos comenzar el podcast, y así hemos contado decenas de historias, decenas de misterios históricos y ahora estamos listos para ofrecer 12 nuevos capítulos en esta temporada.

¿Cuál es el aporte que ha hecho el público con el ánimo de sumar?

Aquí está la magia de Twitter, redes sociales y demás. Siempre estoy abierto a escuchar ideas del público y en muchos casos hemos recogido esas ideas para hacer las historias. Hace poco pregunté en redes sociales ¿qué tipo de historias les gustaría escuchar? y a partir de ahí dijimos ‘ah, son este tipo de misterios y este tipo de misterios’. Esa interacción es fundamental para nosotros y espero que también para la audiencia.

¿Hasta qué punto representa un desafío este tipo de trabajos?

Sin duda es un desafío y requiere mucho trabajo, y más cuando uno tiene otras tareas en el día a día, pero es una labor tan satisfactoria para todos nosotros en editorial Clío, y para mí en lo personal que es un placer. Sí ha sido muy importante contar con el apoyo, ahora, para esta temporada de la plataforma Podimo, porque son ellos quienes han hecho posible –a través del apoyo que le dan al creador–, el hacer 12 episodios que salgan semana tras semana. Antes sacábamos un episodio cada mes. Ese apoyo lo agradezco enormemente.

¿Cuál es tu recuerdo favorito relacionado con este proyecto?

Los mejores recuerdos van siempre que alguien me dice que creció con Historias perdidas, que había una tradición de escuchar Historias perdidas con uno de sus padres o con el abuelo o entre hermanos. Es decir, la posibilidad de que lo que hemos hecho sea un puente entre generaciones que genere comunidad como ha ocurrido desde siempre con el ejercicio tan humano que es contar historias. Eso es lo que más me emociona. Gracias a Dios tenemos el testimonio de mucha gente que ha vivido Historias perdidas como el pretexto perfecto para sentarse junto a sus seres queridos y perderse durante 20 o 25 minutos en un viaje a través del tiempo.

Esto remite al inicio de la radio, cuando se reunía la familia para escuchar las radionovelas, pero ¿tienes alguna anécdota sobre este tipo de momentos que compartías con tu familia?

Por supuesto. Los primeros recuerdos que tengo en la vida es ir sentado con mi padre, rumbo a la escuela –eso debió ser a principios de la primaria o antes, quizá– y mi padre contándome historias de La Biblia, del Antiguo Testamento, y haciéndolo además con una gran sensibilidad y con el énfasis puesto en divertirme, entretenerme. Y luego, en estimular mi hambre de conocimiento. Esa es la vocación de Historias perdidas, el entretenimiento y el conocimiento entrelazados desde la buena narración.

¿Qué comentario te ha hecho tu papá sobre Historias perdidas?

Él cree firmemente en la importancia de la divulgación, en hacer la historia amable, en entender que en la historia hay distintas puertas de ingreso y que el valor que tiene un libro –como los que él escribe, por ejemplo, exhaustivos–, eso tiene un lugar en la manera como la gente se acerca a conocer la historia y algo como lo nuestro es también muy importante y tiene su propio lugar. Lo importante es que, en lo que siempre ha creído, es abrir puertas de ingreso al conocimiento y si para hacerlo debes contar misterios históricos, pues hazlo.

Respecto al uso del idioma español, ¿cuál es tu palabrota favorita?

No es una palabrota, pero uso mucho “carajo”. Es una palabrita: ‘Sí, me lleva el carajo’. Uso muchas más fuertes, pero esa es la más recurrente en mi léxico.

¿Cuál es la palabra que menos te gusta?

Mediocridad.

¿Y tu palabra favorita?

Humildad.

¿Qué es lo que te motiva?

Mis hijos.

¿Qué es lo que te desmotiva?

La envidia.

¿Qué sonido o ruido amas?

El grito de gol cuando anota México.

¿Y qué sonido es el que odias?

El llanto ante una pérdida o una
injusticia.

¿Qué profesión te gustaría probar?

Me hubiera encantado ser

arqueólogo.

¿Qué te lo impidió?

Que la arqueología requiere mucha paciencia y yo soy un tipo muy impaciente por naturaleza.

¿Qué profesión jamás quisieras probar?

Político. Nunca. Tienes que comprometer tu brújula moral con mucha
frecuencia.

Si el cielo existe, ¿qué te gustaría escuchar cuando llegues a sus puertas?

Aquí está toda tu familia esperándote.

El dato. Esta temporada de Historias perdidas de León Krauze contará con un total de 12 episodios, que serán lanzados cada martes.

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