México es un nicho de oportunidad para los cibercriminales. Los factores principales que lo ubican como el tercer país más vulnerable en Latinoamérica son: la falta de un marco regulatorio sólido e innovador, ausencia de programas efectivos en defensa y resiliencia cibernética y una escasa cultura de concientización sobre la relevancia de la ciberseguridad.
De acuerdo con el último análisis del estado de la Ciberseguridad en el país elaborado por la empresa especializada Metabase Q, “México representa un mercado enorme con gran potencial de ganancias económicas para cibercriminales” y ante un incremento de este tipo de amenazas se advierte que ninguna compañía, institución o persona que use internet es inmune a los ataques cibernéticos.
Considerando que los riesgos de ciberseguridad afectan particularmente a las empresas en general haciendo factible que se produzcan amenazas a todo su sistema, el estudio de Metabase Q reconoce que, si bien México cuenta con un estímulo fiscal enfocado a que las empresas inviertan en proyectos de investigación, el desarrollo tecnológico, este no cuenta con una mención específica a la ciberseguridad.
Tras el ataque sistémico al Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) que en 2018 causó pérdidas calculadas entre los 400 y 800 millones de pesos, el Banco de México creó un departamento en ciberseguridad y a partir de 2019 echó a andar un programa de reforzamiento de seguridad de la información, muestra de que en el país “la mayoría de la prevención ha sido después de los ataques y de haber incurrido en daños financieros”, señala el estudio.