¿Por qué la ansiedad sexual sigue siendo un tabú entre los hombres?
Hablar, escuchar, aceptar y pedir ayuda cuando es necesario son los primeros pasos para derribar los silencios que tanto daño hacen.
La presión por “rendir” en la intimidad alimenta la ansiedad sexual en muchos hombres.
/Foto: Cortesía
En los rincones anónimos de foros como Reddit, miles de hombres comparten dudas que difícilmente expresan frente a sus parejas o a un especialista. “¿Es normal que no dure tanto?”, “No se me para con mi novia”, “¿Qué hacer si me vengo rápido?”, “No me mantuve duro durante el sexo”.
Son solo algunos de los títulos que se repiten con frecuencia. Detrás de esas preguntas, hay un tema que suele esconderse entre la vergüenza, el miedo al juicio y los estigmas sociales: la ansiedad sexual masculina.
“Pasa más que nada en hombres porque socialmente se les piensa como los que guían, los expertos, los que deben saber de sexo. Y la verdad es que no, es una predisposición que genera mucha ansiedad”, explicó el sexólogo Rafael Rivera, en entrevista sobre este fenómeno cada vez más común.
No te pierdas: Acné adolescente: causas y señales, ¿cuándo acudir al dermatólogo y qué tratamientos son los más efectivos para prevenirlo?
La ansiedad sexual: miedo, estrés y expectativa
De acuerdo con Rivera, la ansiedad sexual se entiende como una respuesta emocional ante el estrés o el miedo de no cumplir con las expectativas propias o ajenas durante el acto sexual. “Es una reacción ante la presión por desempeñar algo esperado. Si se mantiene, puede convertirse en una disfunción”, detalla.
Esta ansiedad suele manifestarse en pensamientos constantes como: “¿Cómo me veré?”, “¿Le gustará lo que hago?”, “¿Y si no logro satisfacerla?”. Es decir, aparece antes, durante e incluso después del encuentro sexual. Aunque afecta tanto a hombres como a mujeres, en ellos suele relacionarse con el rendimiento y la erección, lo que la vuelve más visible y socialmente juzgada.
Rivera advierte que esta preocupación por “cumplir” puede tener el efecto contrario: “Querer durar mucho tiempo, repetir varias veces, hacerlo perfecto… hace que se desconecten de sí mismos. Están más pendientes de la otra persona y de cumplir que de disfrutar.”
¿Cuáles son los estigmas que alimentan el miedo?
Desde la infancia, muchos hombres crecen escuchando frases que refuerzan el mito de la superioridad sexual masculina: “El hombre te enseña todo sobre sexo”, “ellos son más sexuales que las mujeres”. Cuando la realidad no se ajusta a esos ideales, surge la frustración.
“Si preguntas a un hombre cuánto dura su erección o cuánto tarda en eyacular, se pone nervioso o inventa algo. Es un tema de ‘qué tanto valgo’ o ‘qué tan hombre soy’. Su pene, para muchos, se convierte en una medida de identidad”, afirmó el especialista.
Un simple comentario puede tener consecuencias profundas. “Si una pareja le dice: ‘Qué chiquito tu pene’, eso puede dejarle un miedo o una resistencia que se reflejará en futuras relaciones. No se necesita un trauma severo para generar ansiedad sexual.”
No te pierdas: El párkinson podría diagnosticarse con un simple análisis de sangre: un hallazgo del CSIC y la UMH; así funcionará
Autoestima sexual y comunicación
La ansiedad sexual, además de afectar el rendimiento, impacta directamente en la autoestima sexual, entendida como la percepción que una persona tiene de sí misma como alguien capaz de dar y recibir placer. Cuando esa percepción se deteriora, el disfrute desaparece.
Para identificarla, Rivera sugiere hacerse una pregunta sencilla: “¿Estoy disfrutando el sexo más allá de eyacular, del orgasmo o de la posición?” Si la respuesta es negativa, puede ser un indicio de que la ansiedad está interfiriendo.
La comunicación abierta en pareja es clave. “Hablar de las necesidades sexuales no se limita a fantasías o posiciones nuevas”, explica Rivera. “Incluye temas como anticonceptivos, expectativas, masturbación, experiencias pasadas o incluso los miedos. Cuando uno se abre y se vulnera, se crea una dinámica más bonita y menos ansiosa.”
Romper el silencio, ¿cómo buscar ayuda?
Cuando la comunicación no basta y el problema persiste, la intervención profesional se vuelve esencial. “Se piensa que, si una vez no se te paró, ya valiste. No. Se puede tratar, cambiar la dinámica y recuperar la confianza. No hay que predisponerse a vivir con eso para siempre.”
El tratamiento puede incluir terapia sexual, acompañamiento psicológico o ejercicios de mindfulness y respiración, enfocados en reducir la autoexigencia y reconectar con el propio cuerpo. “El problema no es no poder, sino pensar que no deberías sentir ansiedad. Todos la sentimos; lo importante es no dejar que controle la experiencia.”
No te pierdas: ¿Cómo funciona Fastball, la prueba casera que detecta el Alzhéimer temprano?
¿Cuáles son los factores que potencian la ansiedad sexual?
Además de los estigmas, existen otros factores que agravan la ansiedad y afectan la percepción del propio desempeño sexual. Rivera enumera algunos de los más comunes:
Pornografía: muchos hombres se comparan con los actores o con lo que ven en pantalla, olvidando que se trata de una ficción editada para exagerar la realidad.
- Falta de educación sexual: no conocer el cuerpo, las funciones fisiológicas o las respuestas sexuales genera miedo e inseguridad.
- Autocrítica constante: la obsesión por “hacerlo bien” convierte el placer en una evaluación de desempeño.
- Experiencias negativas pasadas: comentarios, burlas o relaciones en las que se sintieron juzgados pueden dejar una huella que reaparece en nuevos encuentros.
¿Cómo superar la ansiedad sexual?
Superar la ansiedad sexual implica romper con la idea del sexo como una prueba de virilidad. Es aprender a disfrutar sin expectativas y a entender que el deseo y el placer no se miden en tiempo ni en potencia.
“Cuando el sexo deja de ser una competencia y se convierte en comunicación, se libera el cuerpo y la mente”, concluye Rivera. “El placer no se trata de durar más o de hacerlo perfecto, sino de sentirse conectado con uno mismo y con la pareja.”
Hablar, escuchar, aceptar y pedir ayuda cuando es necesario son los primeros pasos para derribar los silencios que tanto daño hacen. Porque detrás de la ansiedad sexual no hay debilidad, sino humanidad: el simple hecho de querer hacerlo bien, sin saber que lo más importante es, precisamente, dejar de intentarlo tanto y aprender a disfrutar.