Gobernar al mundo

12 de Mayo de 2025

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Gobernar al mundo

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Luis M. Cruz

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EjeCentral

1. Cual si fuera un émulo retrógrado de Charles Chaplin (en su filmografía, el Gran Dictador, 1940), ahora el presidente Trump quisiera gobernar a su país y al mundo pretendiendo ser el bueno de la película. Podría decirse que se trata de especulaciones retóricas, pero viniendo de quien viene, solo muestra de qué manera concibe el ejercicio del poder: sin límites, narcisista, a su entero arbitrio. Como para redondear, también imaginó que podría ser Papa o quizás un buen actor, dados los aranceles impuestos ahora a la industria fílmica.

2. Lo cierto es que, con ese afán dictatorial (emitió 142 órdenes ejecutivas en 100 días) está destruyendo el “soft power” estadounidense que por casi 80 años su país construyó para sostener su hegemonía e influencia en los asuntos mundiales. Ciertamente, los Estados Unidos son un país indispensable en el orden mundial, pero ya no son un país confiable ni un hermano mayor al que acercarse. Con la actitud extorsionista, los Estados Unidos hoy parecen deleznables, un país con el que no se quisiera tener una relación o por lo menos, lo más distante posible. Sin embargo, obligados por las circunstancias, los países con intensa y estrecha relación comercial, militar, política y tecnológica se ven obligados a dialogar y negociar con el nuevo régimen imperialista. Ya no es un socio seguro, dicen en Europa. El nuevo premier canadiense, Mark Carney, advierte que no olvidarán la “traición” estadunidense.

Mark Carney
El primer ministro de Canadá y líder del Partido Liberal, Mark Carney, pronuncia un discurso ante sus seguidores durante una manifestación el 23 de abril de 2025 en Surrey, Canadá. / RICH LAM/Getty Images via AFP

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3. Ciertamente, también la actitud agresiva de los Estados Unidos con el mundo durará lo que la administración Trump: 4 años cuando mucho, dos en el mejor de los casos, cuando se realice la elección intermedia y posiblemente pierda la frágil mayoría congresional que hoy ostenta, dependiendo de cuánto resurjan los demócratas con los golpes asestados a los consumidores/electores. La popularidad del tío Trump ha ido desvaneciéndose, pasando de casi un 50% hace 100 días a un entorno de 40% actualmente. Se enfrenta al Poder Judicial, a los medios de comunicación, a las universidades e inteligencia americana, choca con los Estados y ciudades por los excesos migratorios, acosa a la autonomía de la Reserva Federal y sus aranceles están generando la elevación de precios de diversos bienes de consumo, provocando una desaceleración inmediata y apuntando a una recesión.

4. En el reciente Encuentro de Primavera, a las instituciones financieras mundiales (FMI y BM) les tembló la mano para señalar los riesgos, pero sí sostuvieron la merma de las previsiones, con una desaceleración de medio punto este año y un posible repunte inflacionario, con el consecuente rechazo de la FED a reducir las tasas de interés de referencia en tanto no se modere la inflación. El riesgo de recesión pasó a 40% según estas instituciones, pero JP Morgan lo sitúa en 60%. Con los aranceles, la economía no va bien, por más que el tío Trump insista en que pronto habrá un arreglo con el resto del mundo. China le ha enfrentado cara a cara y parece poder existir sin la necesidad de exportar a Estados Unidos. Ha estado negociando con los países BRICS, que pueden ser un buen mercado sucedáneo, y también explora con Europa, Asia y otros países en lo individual el establecer relaciones comerciales más amplias.

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5. Para nosotros, la circunstancia es más compleja. La estabilidad de la economía mexicana depende mucho de cuánto del acuerdo trilateral (el TMEC) se logre rescatar, pues tanto el tío Trump como Canadá parecen no estar muy interesados. Canadá está buscando un acuerdo bilateral, en tanto que Trump ha dicho que habrá de pedir apoyo congresional para deshacer el TMEC. La última información presidencial al respecto sólo señaló que se siguen trabajando los temas, resaltando el interés estadounidense por mejorar el desequilibrio comercial, es decir, comprarnos menos y vendernos más. Pero parecería que los mercados ya dan por descontado el acuerdo trilateral de comercio.